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Internacionales

Desde Alemania

Ofensiva patronal en Daimler-Chrysler, movilizaciones y traición

30 de julio 2004

En medio de un clima social caldeado por los recortes del gobierno rojiverde1, la patronal alemana se lanzó al ataque contra las conquistas obreras en un intento de abaratar la fuerza de trabajo e inclinar la relación de fuerzas a su favor. Los trabajadores, por su parte comenzaron a responder con métodos de lucha que, según algunos exponentes de los partidos de la burguesía, representan “prácticas desaparecidas desde hace años”. En tanto, la burocracia sindical sigue, como siempre, traicionando los intereses de los trabajadores mostrando su disposición al diálogo y recalcando su compromiso con la democracia de los patrones.
Después de la derrota de los metalúrgicos del Este de Alemania y del acuerdo con olor a podrido del 24 de junio entre la patronal y la burocracia sindical en las plantas de Siemens en Bocholt y Kamp-Lintfort (acuerdo denominado “contrato tarifario adicional” -Ergänzungs-Tarifvertrag-) que prevé acabar con la paga de vacaciones y el aguinaldo navideño (correspondiente al 12-14% del salario anual) y un aumento de las horas de trabajo de 35 a 40 horas semanales sin recompensa salarial- la patronal y su gobierno extendieron sus ataques a las conquistas obreras en general y a las de los metalúrgicos en particular, bastión del proletariado alemán. Los patrones pretenden disminuir el costo de la fuerza de trabajo y, para esto, amenazaron a los obreros con la deslocalización de la planta de Sindelfingen a Bremen o Sudáfrica, si éstos no aceptaban su plan de ahorro empresarial.

Protestas y huelgas

Según los datos aportados por el comité de empresa de la planta de Sindelfingen el 16 de julio más de 60.000 dependientes de Daimler-Chrysler participaron en las impresionantes protestas por las calles de esta ciudad y en la norteña ciudad de Bremen donde los trabajadores se solidarizaron con sus compañeros del sur. Más de 20.000 trabajadores abandonaron la línea de montaje en la planta insignia de Mercedes en Sindelfingen mientras que otros 10.000 salieron de una cercana planta de motores. A modo de ejemplo y según las informaciones aportadas por el sindicato, en la planta de Untertürkheim todo el turno noche paralizó las tareas partir de las 3:30 a.m. En estas protestas participaron 2.500 empleados.
Según la portavoz del consejo general de fábrica de Stuttgart, el 17 de julio alrededor de 12.000 obreros no fueron a trabajar, acatando el llamado del consejo de fábrica. Las marchas de protesta organizadas por los comités de empresa locales, contrariamente a las organizadas por la dirección sindical, se caracterizaron por su predisposición al combate y su vitalidad. En todas las plantas de la Daimler-Chrysler en Alemania hubo protestas solidarias e incluso los trabajadores de la planta de la empresa en San Pablo, Brasil, expresaron su solidaridad con la lucha de los obreros en Alemania.

Dividir para después mejor golpear

Tanto el gobierno como la patronal acusaron el golpe de las protestas. La reacción del canciller Schroeder no se hizo esperar: “Aconsejo que esas cosas se arreglen en las empresas y que se hable lo menos posible de ellas” añadiendo que “quien en esta cuestión cava trincheras ideológicas provoca inseguridad entre la gente, dañando así la economía alemana”. En verdad, lo que Schroeder quiso decir es que los trabajadores tenían que seguir los consejos de la patronal y la burocracia sindical y que de ningún modo tenían que demostrar su descontento en las calles.
Ante la amenaza de radicalización del conflicto y las expresiones de solidaridad, la dirección sindical, ligada al partido de Schroeder (socialdemocracia) y la patronal, llegaron a un rápido acuerdo a espaldas de los trabajadores que prevé un volumen de ahorro de 500 millones de euros, monto cercano a lo exigido por la patronal, a cambio de mantener las pausas de 5 minutos por hora y las primas por trabajo a turnos en el sector montaje. La jornada laboral de los trabajadores del sector servicios –comedores, seguridad e imprenta- aumenta de 35 a 39 horas hasta el 1° de julio del 2007 sin recompensa salarial y para los nuevos empleados, el salario estará un quinto por debajo de los actuales. Al sector investigación, desarrollo y planificación central les toca trabajar 40 horas semanales con recompensa salarial.
Para endulzar esta amarga píldora, la patronal y los medios de comunicación llaman a un esfuerzo común en pos de la competitividad de la economía alemana mostrando la disposición de los gerentes y directores de los grandes consorcios como Daimler-Chrysler o Siemens a renunciar a una parte de sus suculentos salarios así como a renunciar a despidos por motivos empresariales hasta el 2012.
Tanto la patronal como la burocracia del IG Metall y del DGB saludan el acuerdo. El jefe de Daimler-Chrysler, Schrempp, y el canciller Schroeder elogian “el carácter modelo del acuerdo” mientras que el jefe del IG Metall, Peters, sostiene que “el compromiso es una óptima solución para la competitividad de la economía alemana” y que se trata de “una victoria que no se debe subestimar” y el presidente del comité de empresa de Daimler-Chrysler, Klemm, dijo estar “orgulloso de que no hubo ataques fundamentales a la autonomía tarifaria”2.
Estos señores, una vez más, hacen acuerdos dirigidos contra los intereses de los trabajadores. Ante esta situación, la única posibilidad que tiene el proletariado alemán de revertir la situación -antes de perder gran parte de sus conquistas- es la de convertir a los sindicatos en verdaderos instrumentos de lucha al servicio de sus propios intereses. Esto se consigue siguiendo el ejemplo de los trabajadores de la FIAT de Italia -que a través de asambleas y piquetes organizados desde las bases- lograron imponer sus reivindicaciones, asestando un golpe a los intereses patronales y pasando por encima de sus varias burocracias sindicales.

1 Se refiere a la coalición formada por el Partido Socialdemócrata de Gerhard Schr˜öder y los Verdes. 
2 Negociación y contratación colectiva

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