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Internacionales

Luchas obreras y estudiantiles en Francia

17 de febrero 2005

En las últimas semanas se desarrollaron importantes manifestaciones de trabajadores y estudiantes secundarios contra la política del gobierno de Chirac y Raffarin. La más importante fue la del sábado 5 de febrero, en la que participaron 500.000 trabajadores en toda Francia (100.000 en París) e importantes delegaciones de estudiantes secundarios. El motivo principal de la manifestación era que el gobierno presentaba el martes 8 un proyecto de ley para dar autorización a la patronal a extender la jornada de trabajo (hoy de 35 horas). Esta jornada fue precedida por huelgas entre los trabajadores del sector público (choferes de metro, empleados de correo, electricistas, gasistas, empleados de hospitales y maestros).

Asimismo, desde hace algunos meses, una serie de luchas atañe localmente al sector privado por la defensa o el aumento de los salarios, a veces en los sectores más precarizados y expuestos a la presión patronal como en la cadena de ropas H&M con la huelga de un mes en diciembre o últimamente en Cérétex (call center). Esto no se veía desde hace mucho tiempo. Pese a que la ley ya se votó en la Asamblea Nacional (Cámara baja) y el gobierno y la patronal no tienen intenciones de aflojar en este punto, se discuten nuevas manifestaciones para marzo.

A sus costados se desarrollaba una movilización de estudiantes secundarios contra la Ley del Ministro Fillon, que pretende crear escuelas y títulos de “primera” y “segunda” clase. Los docentes tambien venían enfrentándose con huelgas parciales, ya que esta ley contempla recortes de puestos de trabajo en la educación. Hoy mismo (15 de febrero), más de 100.000 secundarios, acompañados por importantes delegaciones de docentes, se manifestaron en toda Francia contra el proyecto de Fillon. En ella también participaron jóvenes pobres de las periferias (muchos de origen imigrante, que en muchos casos también son estudiantes secundarios, y que normalmente no participan en manifestaciones) y se enfrentaron con la policía. La incipiente unidad docente-estudiantil es algo inédito para la represiva escuela francesa, ya que un proceso de este tipo no se logró desarrollar durante el conflicto de los liceístas del 98, ni durante las luchas del 2003 ni del 2004. De continuar el conflicto, a través de los estudiantes secundarios (liceístas) aparecerán cada vez más en la calle los conflictos de las barriadas marginales de las grandes urbes, en las que se concentran gran parte de las contradicciones de la sociedad francesa (pobreza, racismo y represión policial). De continuar la incipiente unidad docente-estudiantil, gracias al prestigio del que gozan los docentes entre la población francesa, la “furia” de los jóvenes de las periferias no aparecerá como una “rabia juvenil” sino como parte de un hartazgo social más general de gran parte de los trabajadores y el pueblo francés con el gobierno de Chirac y Raffarin. Las manifestaciones obreras y estudiantiles pueden llegar a ser los primeros síntomas de recomposición del movimiento social francés que viene de años de derrotas. 

Una nueva trampa de la burocracia sindical

Pese a que desde hace casi un año que el gobierno venía amenazando con acabar con las 35 horas semanales, la burocracia sindical (CGT, CFDT, FO, etc.) no preparó en nada el combate durante este período. La “libre negociación de las horas de trabajo entre los trabajadores y los patrones”, proclamada por el gobierno, es particularmente dura para el sector privado (donde la dictadura patronal tiene mayor dureza), y particularmente para las pequeñas empresas, que no tienen ninguna organización obrera o sindical. Sin embargo, en el sector privado la burocracia no organizó ninguna mínima asamblea para preparar la resistencia a este duro ataque patronal. En el sector público organizaron en las últimas semanas jornadas de huelga separadas unas de otras, cuando el problema era el mismo. Un día hacían la huelga en los subtes, otro en los correos, otro los docentes... Un sábado, día no laborable para gran parte de los trabajadores franceses, y a tres días de la votación de la ley en la Asamblea (el 5 de febrero), organizaron enormes manifestaciones (sin huelga) en toda Francia. El martes, mientras se votaba la ley, nada. Pero aún peor. Los burócratas medios de la CGT (principal sindicato en Francia), en su mayoría ligados al Partido Comunista Francés, mostraron su “disconformidad” con la dirección de la CGT, llevando en la marcha stickers y banderas con el “No” al Proyecto de Tratado Constitucional Europeo1… pero sin criticar a la dirección de la CGT por no presentar ninguna alternativa para frenar este duro ataque al conjunto de los trabajadores. Debido al malestar en la base obrera y sobre todo a la continuidad de la lucha docente y estudiantil, la burocracia está anunciando una nueva posible “jornada de lucha”… en marzo, esperando que en el entretiempo el estado de ánimo se desinfle. 

La lucha docente - estudiantil abre nuevas perspectivas 

El movimiento estudiantil siempre ha actuado en Francia como caja de resonancia de malestares profundos. El caso del Mayo del 68 es el ejemplo por antonomasia en ese sentido. En el caso actual, el de los liceístas (el equivalente a los tres últimos años de la secundaria en Argentina), lo que expresa (más que el rechazo puntual a la reforma Fillon), es el descontento y la incertidumbre de miles y miles de jóvenes pobres que están “en el cruce de caminos entre la crisis de la escuela y la crisis del trabajo”2. La falta de perspectivas laborales al final de la escuela crea una sensación de angustia y de replanteos entre los estudiantes, particularmente entre los estudiantes pobres o de origen inmigrante de 1° o 2° generación, y esto hace a las periferias zonas violentas y con un potencial explosivo. En la escuela pública es casi en el único lugar en el que los inmigrantes o hijos de inmigrantes comparten su vida con los franceses “blancos”.

Del otro lado los mismos docentes, que cada día trabajan en condiciones más precarias, con reducción de horas y de personal asistente, muchas veces en zonas desfavorecidas con violencia social, en las cuales a los estudiantes no les interesa estudiar porque saben que eso no los saca de la marginación y encuentran la situación cada vez más dura. Los docentes ya han protagonizado procesos de lucha en los últimos años y vienen de derrotas. En este caso sus reivindicaciones se magnifican porque coinciden en la lucha con los estudiantes, lo que les da mucho más fuerza a ambos. El gran temor del gobierno, es que si salen a la calle masivamente los jóvenes estudiantes de los barrios pobres, se contagien de su rebelión los trabajadores jóvenes (que conviven con ellos en las periferias), superexplotados y humillados por el racismo institucional, hasta ahora grandes ausentes de las manifestaciones de masas. La burocracia sindical del FSU (docentes) intenta dividir y decir que la lucha docente no se puede unir a la estudiantil. Su secretario Aschieri expresó que “tenemos reivindicaciones en común, pero hay ciertas reivindicaciones de los estudiantes que no son las nuestras”3; le temen como a la peste a la unidad docente estudiantil. El malestar en el trabajo ya está instalado y los trabajadores del sector público y de buena parte del privado han demostrado que tienen ánimo de manifestarse contra el gobierno. Si los docentes y los estudiantes, “rivales” en las aulas, prosiguen una lucha radical en común, importantes perspectivas de lucha se abrirían en Francia y cambiarían el curso de derrotas de los últimos años.

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