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Internacionales

Desde París: Primeras lecciones del movimiento de los trabajadores de EDF y GDF

Luchas electrizadas recorren Francia

1ro de julio 2004

Jueves 24 de junio: quinta jornada de acción para los trabajadores de EDF y GDF (empresas públicas de electricidad y gas francesas) en tres meses. Los trabajadores ocuparon 23 centros neurálgicos de ambas empresas (centrales térmicas, centros de provisión de electricidad y almacenamiento de gas). Mientras tanto, otros huelguistas llevaban a cabo ilegalmente acciones bautizadas «Robin Hood», reconectando luz y gas a familias pobres que no pueden pagar las boletas o rebajando las tarifas en hogares y barrios populares. Al mismo tiempo, cortan la electricidad de grandes empresas, del domicilio de políticos o patrones que despiden.
¿Por qué tanta bronca y radicalidad? Los trabajadores luchan contra el plan del gobierno Raffarin de privatización a mediano plazo de las dos empresas públicas en aras de la libre competividad pregonada por las instancias económicas de la Unión Europea, lo que desembocará en un empeoramiento de las condicciones de trabajo de los empleados de EDF y GDF y un incremento de las tarifas para los usuarios.
Luego del plebiscito chiraquista de mayo de 2002 y la derrota del movimiento de los estatales en mayo y junio del año pasado en defensa de su sistema de jubilación, la patronal francesa y su gobierno pretendieron valerse de una relación de fuerzas social favorable para profundizar sus ataques. Las burguesías de Europa quieren reducir el costo del trabajo y aumentar su productividad relativa en el marco de la lucha contra los bloques imperialistas antagónicos, principalmente EE.UU y Japón. En este marco, la burguesía francesa aboga a favor de la reforma de la Seguridad Social -que está haciendo pasar el gobierno actualmente-, del Código del Trabajo y de la privatización de la mayoría de las empresas del sector público. Pero no contaban con el resultado de los últimos comicios regionales y europeos donde salieron deslegitimados Raffarin y Chirac y tampoco con la determinación y combatividad de los trabajadores de EDF y GDF.
En octubre de 2002, en enero de 2003 y en abril de este año, los trabajadores de EDF y GDF ya fueron protagonistas de movimientos masivos y mostraron su oposición a cualquier reforma gubernamental. Sin embargo, con jornadas de acción salteadas y aisladas convocadas por la burocracia sindical para presionar al gobierno, el nivel de adhesión a los paros disminuyó bastante en el curso de las últimas semanas. Pero, a partir del 7 de junio, una vanguardia de trabajadores empezó a encabezar acciones radicalizadas, inéditas en la historia reciente de la conflictividad laboral francesa.
El gobierno, con la ayuda indirecta de las direcciones concilidoras, logró desgastar de a poco el movimiento. Lo que no pudo hacer es acabar con el movimiento de conjunto y sobre todo con la vanguardia radicalizada que goza de un apoyo evidente en la opinión pública. Para intentar una salida a la crisis actual, el Ministro de Economía Sarkozy tuvo que intervenir para dejar una puerta abierta a la burocracia cegetista, centrando el eje de la reforma en el cambio de estatuto de las empresas –que pasarían de ser empresas públicas a sociedades anónimas- y ya no en la apertura de su capital. Al mismo tiempo el Premier Raffarin amenazaba a los huelguistas que promueven acciones radicalizadas para mejor aleccionar a la mayoría de los trabajadores de EDF y GDF que hoy por hoy sigue la línea de las direcciones sindicales.
A pesar de todo ¿estas luchas electrizadas y la combatividad de las mismas podrían abrir un nuevo ciclo de lucha de clases en Francia? Lo cierto es que hoy por hoy, dos cuestiones hablan a las claras de la potencialidad de lo que está protagonizando la vanguardia del movimiento. Por una parte, los huelguistas de EDF y GDF muestran con su lucha cuál es la clase que maneja los resortes de la producción y de los servicios y qué tipo de servicio público podrían hacer realidad, es decir un servicio de clase, para las clases populares y hecho y manejado por los mismos trabajadores. Esto es lo que más asusta el gobierno y la burguesía. Por otra parte la burocracia sindical –y en particular modo la CGT hegemónica hasta ahora en EDF y GDF- teme también la bronca obrera que se expresa en las acciones autónomas de los hueguistas radicalizados. La vanguardia de EDF y GDF reiteró numerosas veces en las marchas de protesta que hace falta un movimiento de conjunto, con un llamado a una huelga general indefinida, para que el gobierno retroceda. Esto es precisamente lo que quiere impedir la burocracia sindical: «nuestro trabajo, subraya Le Duigou, un alto responsable de la CGT, es canalizar la tensión social hacia objetivos que no estén fuera de alcance1», en otras palabras, «canalizamos para mejor negociar como ya lo hicimos el año pasado con las jubilaciones de los estatales, como estamos haciendo ahora con la reforma de la Seguridad Social».
Frente a burócratas sindicales conciliadores de esta índole, los huelguistas de mayo y junio de 2003 afiliados a la CFDT –sindicato que colaboró abiertamente con el gobierno en aquel entonces- sacaron conclusiones y en ciertas zonas un tercio de los afiliados se pasó a la CGT que había adoptado un discurso más radical. Lo que teme la CGT que se prepara a negociar con el gobierno, es que se produzca este mismo proceso de vasos comunicantes y que la vanguardia se pase a SUD, un sindicato de menor importancia pero con un perfil combativo. En este marco tanto la radicalización de las acciones encabezadas por la vanguardia como su rechazo frente a cualquier compromiso con el gobierno son sintomáticos de cierto sentimiento incipientemente antiburocrático que caracterizaron las últimas luchas obreras duras en Europa como por ejemplo en Alemania contra la Agenda 2010, en Gran Bretaña con la lucha de los trabajadores del correo en octubre de 2003 y sobre todo en Italia, con las luchas de los trabajadores del transporte público, de Alitalia y últimamente de la Fiat Melfi.
Los partidos que se proclaman revolucionarios en Francia, sobre todo Lutte Ouvri˜ére y la Ligue Communiste Révolutionnaire –que sacaron más de un millón de votos en la últimas elecciones regionales y más de cuatrocientos mil en las europeas- tendrían que sacar conclusiones de aquel proceso. Si los trabajadores rompen con sus viejas direcciones solo para afiliarse a un sindicato con un perfil más combativo pero ni más ni menos reformista que la vieja CGT o Force Ouvri˜ére, representará un callejón sin salida a largo plazo. LO y la LCR tendrían que luchar por la unificación de la totalidad de los sindicatos y contra la atomización gremial de la cual saca provecho la patronal para fimar acuerdos y convenios con organizaciones minoritarias e imponerlos al conjunto de los trabajadores de una rama. La LCR y LO tendrían que orientar este incipiente rechazo de las políticas más conciliadoras de las direcciones sindicales hacia una verdardera política nacional de luchas antiburocráticas, para retomar el control de los sindicatos y echar a los dirigentes traidores, los mejores aliados de la burguesía.
Los electricistas y gasistas muestran con su lucha cuál es la potencialidad de la clase obrera que controla los resortes de la economía. Con su rechazo frente a cualquier compromiso con el gobierno que sólo podría llevar a una derrota a mediano plazo, la vanguardia de los huelguistas subraya que además de las acciones radicalizadas es menester forjar un movimiento de conjunto para poner en jaque el gobierno.
Más allá de los resultados inmediatos del movimiento actual, para sentar las bases de futuras luchas victoriosas e invertir duraderamente la relación de fuerza en Francia y a escala europea entre la patronal y la clase trabajadora, el movimiento huelguístico de EDF y GDF pone de relieve la necesidad de forjar instituciones de la clase obrera que sobrevivan a los vaivenes inmediatos de la lucha de clases, es decir retormar el control de los sindicatos echando a la burocracia –sea la que sea- y autoorganizarse por la base entre todos los sectores en lucha y las capas populares. «Tous ensemble» decían los huelguistas de EDF y GDF mientras ocupaban las instalaciones esta mañana y formaban piquetes, «¡Todos juntos!» gritaban, retomando la consigna de noviembre y diciembre de 1995. Es necesario estar todos juntos los que luchamos pero también que esta unidad combativa perdure después en el terreno de la lucha y la expresión política de los trabajadores.


1 “Assurance-maladie, EDF : la CGT entre isolement et radicalisation”, in Le Monde, París, 19/06/04.

ULTIMO MOMENTO
El 29 de junio, la Asamblea Nacional francesa aprobó, con el voto en contra de socialistas y comunistas, el proyecto de ley que transforma a las empresas de gas y electricidad en sociedades anónimas donde el 70% estará en manos del estado (a diferencia del 50% propuesto en el proyecto original). La interfederal de los sindicatos ( CFDT, CFTC, CGT y FO) anunció que continuarán la lucha con nuevos cortes, “reconexiones” y manifestaciones frente a eventos como la tradicional carrera de ciclismo “Tour de France”.

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