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Internacionales

Cuba

Los revolucionarios y los fusilamientos

21 de mayo 2003

Mientras ocurría el desenlace de la guerra imperialista contra Irak y EE.UU. aumentaba su retórica agresiva contra Siria y otros países de Medio Oriente, en nuestro continente se incrementaban una serie de provocaciones contra Cuba impulsadas por el gobierno de EE.UU., con el apoyo de los sectores más “duros” de la comunidad cubano-americana residente en La Florida, y la acción directa del jefe de la Sección de Intereses norteamericanos en La Habana, James Cason. Este oscuro personaje viene incitando al sabotaje, la provocación y el financiamiento de contrarrevolucionarios en la isla, alentando así el secuestro de aviones de cabotaje y embarcaciones cubanas para desviarlos a EE.UU. con la intención de provocar un incidente diplomático de proporciones. Una funcionaria del Departamento de Estado reveló - en una rotunda injerencia en los asuntos internos del país-: “Estamos buscando a quienes sirvan mejor a nuestro interés de respaldar la democracia en Cuba” (C. Cárdenas.“La barbarie debe ser frenada” Página 12 - 4/5/03). Colin Powell declaró amenazante que: “Estamos revisando nuestro enfoque hacia Cuba”.
El 15 de abril el embajador cubano en Buenos Aires denunció -a propósito del fusilamiento de tres malhechores que habían secuestrado una embarcación- los millones de dólares que la administración Bush destina para actividades subversivas y desestabilizadoras dentro y fuera de Cuba. En otro claro desafío el pasado jueves, EE.UU. expulsó a 14 diplomáticos cubanos de Washington y de la ONU.
La escalada de agresiones contra Cuba se disparó con la campaña y triunfo militar sobre Irak y se encuadra en la política dura que Washington ha decidido tener en otras partes del globo en especial la región del Medio Oriente. Ante esto y la posibilidad siempre abierta de una embestida militar sobre Cuba los revolucionarios internacionalistas somos tajantes: estamos por la defensa incondicional de Cuba más allá del régimen burocrático de Fidel Castro y a pesar de él.
La revolución cubana, en los años 60, expropió a la burguesía y a los latifundistas, nacionalizó la economía e implementó ciertos grados de planificación instaurando el primer estado obrero de Latinoamérica. Esto le permitió realizar avances colosales en terrenos como la salud, educación, cultura, y el mejoramiento en la situación de las masas obreras y campesinas. Desde entonces Cuba despertó la solidaridad de las masas latinoamericanas y todos los oprimidos y explotados del planeta.

La política del castrismo

Desde hace más de 40 años Cuba viene sufriendo un bloqueo que en su momento fue paliado por la ayuda de la URSS. Tras su desaparición, EE.UU. intensificó su política de aislamiento para sembrar el descontento y fomentar la aparición de una base hostil dentro del estado obrero que justificara una invasión y el derrocamiento de Castro y restaurar el capitalismo.
La política de Fidel para enfrentar el bloqueo en los últimos años ha tenido como única estrategia, a la par que daba importantes concesiones a multinacionales europeas que han hecho espectaculares negocios en el área del turismo, demandar el pronunciamiento, para presionar contra el embargo, de algunos gobiernos del Viejo Continente y Latinoamérica y personalidades como el Papa y el ex presidente norteamericano Jimmy Carter.
Durante sus misas en el año "98 en La Habana el Papa “condenó” el bloqueo a la vez que atacó conquistas de la revolución como el divorcio, el aborto y la educación estatal y exigió la libertad de los “presos de conciencia”.
El año pasado Carter, que no lo moviliza ninguna vocación humanitaria sino los intereses del lobby de agricultores del sur de EE.UU. ansiosos de la apertura del mercado cubano, pudo hablar libremente en Cuba de las “bondades” de la democracia burguesa y el ALCA. También se reunió con los “opositores” a quienes tildó de verdaderos demócratas. De esta manera se fortalecieron en Cuba los sectores que pretenden restaurar el capitalismo vía la negociación.
Castro al concentrar su política sólo en la diplomacia no solo engañó al pueblo cubano sembrando esperanzas en que de la mano del Papa o Carter se puede luchar contra el bloqueo, sino que dejó desarmadas a las masas para los eventuales giros que la política del imperialismo pudiera dar.

¿Libertades para la iglesia y las ONG o para quienes defienden la revolución?

Las concesiones otorgadas a la iglesia y a las ONG pudieron canalizar el descontento de algunos sectores ante las penurias económicas que vive la isla. De esta manera se comenzó a fomentar una base hostil a la revolución y es en este marco que las distintas pandillas opositoras restauracionistas se han envalentonado y algunos sectores instigados por EE.UU. protagonizaron los recientes secuestros de aviones y embarcaciones. Castro, al constatar que esas concesiones se le volvieron en contra, en un giro tan aventurero y pragmático como su política permisiva que vino debilitando al estado obrero y temeroso de apoyarse en las masas para enfrentar la provocación y saldar cuentas con la subversión, llevó a cabo el 11 de abril el fusilamiento de tres de los secuestradores de un barco en La Habana.
Los socialistas revolucionarios estamos en contra de la pena de muerte. Pero no negamos que en determinadas circunstancias de la lucha de clases un estado obrero o un país semicolonial deba apelar a medidas de excepción para enfrentar a los opresores o las provocaciones de la contrarrevolución. En el caso de Cuba condenamos la aplicación de la pena de muerte ya que es un reflejo, como venimos diciendo, de una política aventurera que el mismo Castro generó.
Pero lejos estamos de intelectuales como Saramago que hoy se horrorizan por los fusilamientos y ayer no dijeron una sola palabra de una política tan “criminal” como las concesiones al capital europeo o del cortejo de Fidel al Papa Juan Pablo II; uno de los principales artífices de la restauración capitalista en Europa del Este. Estos añoran una política más “liberal” a la medida de la socialdemocracia europea de Clinton o la Fundación Carter, tan perniciosa para la defensa de la revolución como la actual política de Castro.
En la vereda opuesta a estos, están los “amigos de Cuba”, como los PC latinoamericanos que identifican la defensa de la revolución con la defensa del régimen de Castro y su partido único. En medio del desabastecimiento por el bloqueo y de los privilegios de la burocracia esto sólo puede aumentar el descontento y favorecer el surgimiento de una base social para la contrarrevolución.
Para los trabajadores cubanos las opciones no están entre partido único o democracia burguesa. Los trabajadores y el pueblo cubano son quienes vienen defendiendo las conquistas de la revolución. Han soportado todo tipo de calamidades económicas, baja de salarios y racionamiento de comida así como el colapso del transporte y la energía eléctrica. Pese al descontento han aumentado la productividad del trabajo y un gran sector defiende el igualitarismo y ve en EE.UU. el responsable de todos sus males. Sin embargo, no tienen ningún peso en las decisiones políticas del país. Las masas cubanas necesitan para defender sus conquistas, junto a la movilización independiente de la burocracia las más amplias libertades democráticas para organizarse. Es decir conquistar la libertad de los partidos y organizaciones que defiendan las conquistas de la revolución o se reclamen antiimperialistas.

Defender la revolución cubana es acabar con los privilegios de la burocracia castrista

Los privilegios de la camarilla gobernante provienen de administrar el estado obrero. Las concesiones al capital extranjero, la libre circulación de dólares, las tiendas especiales con artículos restringidos para la mayoría de la población tienden a aumentar la diferenciación social y socavan las bases de la revolución. Hay claramente dos Cubas: una la de los obreros y campesinos que hacen los sacrificios y soportan las consecuencias del bloqueo y la agresión imperialista, la otra la de los funcionarios del PC y los sectores ligados a la industria del turismo que poseen dólares, tienen acceso a las tiendas especiales y pueden adquirir bienes en medio del desabastecimieno. Al defender estos privilegios los funcionarios gubernamentales se separan cada vez más de los intereses de los trabajadores y el pueblo y esto se refleja en la política externa e interna de Castro que socavan las bases de la revolución. Hoy más que nunca las masas cubanas para luchar contra la agresión imperialista, terminar con el bloqueo y acabar con sus penurias necesita liquidar los privilegios de la burocracia castrista.
Necesitan organizarse en forma independiente para decidir qué sacrificios hacen y cuales no. Si son necesarios los capitales extranjeros y cómo controlarlos a la vez que impulsar organismos de democracia directa donde los obreros, campesinos y soldados establezcan una verdadera planificación democrática de la economía así como para la defensa de la isla en caso de agresión militar por parte del imperialismo o los “gusanos” de Miami. Es decir una revolución política que acabe con los privilegios de la burocracia castrista e imponga un gobierno de consejos de obreros, campesinos y soldados para que junto a la movilización de las masas del continente, enfrente al imperialismo y así defender y extender las conquistas de la Revolución Cubana.

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