La precaria estabilidad del gobierno interino de Alexandre Boniface, puesto a dedo por EE.UU. tras la salida de Jean Bertrand Aristide1 en febrero de este año, duró tan sólo unos meses. La extrema miseria y pobreza existente en Haití, así como las desastrosas consecuencias de las tormentas y huracanes de los últimos meses, que dejaron más de 3.000 muertos y cerca de 300.000 personas sin vivienda, fueron socavando la popularidad del presidente interino y del primer ministro Gerald Latortue que se encuentran en medio de pujas entre distintas fracciones por el poder mientras se apoyan en el aparato militar de los cascos azules y un cuerpo de policía semi diezmado para mantener el control.
El plan original, por el que el gobierno provisional debía establecer las condiciones propicias para que se celebren elecciones generales “pacificando el país” con la ayuda de la ONU, parece estar a punto de naufragar y muchos de los que debían ser sus aliados, están hoy cuestionando a Boniface.
En primer lugar, los miembros del disuelto ejército haitiano que encabezaron los levantamientos contra Aristide a principios de año y continúan fuertemente armados, le exigen a Boniface el reconocimiento como militares de los 10 años de sueldos y pensiones atrasadas desde que en 1994 Aristide disolvió al ejército, una tarea imposible de cumplir para un estado quebrado económicamente.
En segundo lugar, los seguidores de Aristide iniciaron desde mediados de setiembre una ofensiva contra el gobierno provisional atacando puestos policiales y reclamando la vuelta al país del presidente depuesto. Estos grupos llamados “chimeres” o “quimeras” se han venido fortaleciendo y tienen una importante presencia en muchos de los barrios populares que rodean Puerto Príncipe, haciendo la situación mucho más volátil en la propia capital.
Por último, varios de los partidos políticos que apoyaron activamente la caída de Aristide y negociaron la ocupación con EE.UU., empiezan a cuestionar al gobierno de Boniface, como es el caso del Grupo 184 que ha hecho público un comunicado donde señalan que “la incapacidad del Estado para imponer autoridad parece ser ya un hecho con el trasfondo de la creciente inseguridad, impunidad y continua anarquía, de falta de control y de compromiso...”2
Ante este escenario las tropas de la ONU reafirmaron y profundizaron su rol de gendarme para continuar con la ocupación norteamericana, actuando como fuerzas policiales, reprimiendo a los trabajadores y el pueblo haitiano para sostener al gobierno títere de los yanquis. 

La “Misión de Paz” de los “progresistas”

El gobierno “progresista” de Kirchner, junto a sus pares de Brasil y Chile, justificó la ocupación militar de Haití bajo la excusa de una misión de paz para colaborar en cuestiones meramente “humanitarias”. Sin embargo esto se demostró una farsa completa. El humanitario Kirchner, que no se cansa de hablar sobre los Derechos Humanos y hace una parodia de enfrentamiento con los “viejos cuadros” de las Fuerzas Armadas en nuestro país, mandó a los asesinos de la dictadura en Argentina a reprimir a los trabajadores y el pueblo haitiano. El servilismo de estos “centroizquierdistas” hacia EE.UU. es absoluto y a pesar de las declaraciones como las del ministro de relaciones exteriores de Brasil, Celso Amorín, de no permitir que los Cascos Azules cumplan un rol de policía, la realidad demostró todo lo contrario y ante las presiones del primer ministro haitiano y las instrucciones de EE.UU., la Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización de Haití (MINUSTAH) pasó a ser prácticamente el aparato militar de Boniface.
El 10 de diciembre, ante las movilizaciones y disturbios provocados contra la visita de Collin Powell a la isla, los militares argentinos, Brasileros y Chilenos reprimieron y persiguieron a los supuestos seguidores de Aristide asesinando y dejando heridas a decenas de personas. Y dando una muestra de su pasado genocida, ingresaron por la noche a la prisión central de Puerto Príncipe y simulando “un enfrentamiento” con los grupos pro Aristide, asesinaron a siete personas.
Luego de los disturbios del 1ro de diciembre el propio Collin Powell les dio una orden certera a los Cascos Azules: “Hay que imponerse forzosamente a estos individuos armados como los que hoy han disparado”3 refiriéndose a los “chimeres” y abriendo desde ese momento el camino para lo que 13 días después sería la ocupación militar de Cité Soleil.

El asalto a Cité Soleil

Montando un escenario como el del ingreso de los marines yanquis en Falluya los Cascos Azules de Brasil, Chile, Jordania y Sri Lanka, ingresaron y ocuparon militarmente el 14 de diciembre, Cité Soleil, una de las barriadas pobres más grandes de los alrededores de Puerto Príncipe en lo que fue la operación militar-policial conjunta más importante desde la llegada de los Cascos Azules a la isla en junio de este año para relevar a las fuerzas de ocupación de EEUU, Francia y Canadá. Con más de 400.000 habitantes, Cité Soleil es una de las ciudades más importantes que rodean Puerto Príncipe y donde se venía concentrando la oposición al gobierno de Boniface encabezada por los grupos pro Aristide.
Con tanquetas y helicópteros, perpetrando una masacre, persiguiendo y asesinando en las calles a los opositores del gobierno interino dejando un saldo de varios muertos y decenas de heridos de bala, así actúan las “fuerzas de paz” de los progresistas latinoamericanos.
Contra esta farsa y junto a los trabajadores y el pueblo de Haití los revolucionarios del PTS llamamos a luchar contra la ocupación imperialista y por el retiro inmediato de los cascos azules de la ONU y las tropas argentinas de Haití.

1 Jean Bertrand Aristide que se encuentra exiliado en Sudáfrica desde que fue desalojado del poder en febrero, sigue denunciando que fue obligado por EEUU a dejar el país, víctima de un golpe de estado.


2 “Haití: Violencia, Rebelión, Militarización y Desastres Naturales”; Análisis de Coyuntura 10/04


3 Diario Hoy, 2/12/04 República Dominicana