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Internacionales

La política de los revolucionarios

23 de febrero 2006

La actitud de Irán de no aceptar condicionamientos que impliquen una humillación nacional lo pone frente al riesgo de verse sometido a los bombardeos y sanciones económicas que Irak sufrió entre 1991 y 2003, que hundieron el país y aumentaron los sufrimientos de su población antes de la invasión anglo-norteamericana.
Por eso frente a esta amenaza los revolucionarios defendemos el derecho de Irán como nación oprimida frente al imperialismo, de desarrollar su programa nuclear, y de armarse, pero no le damos ningún apoyo político a su gobierno.
En otras palabras nos oponemos y defendemos a Irán no sólo frente a cualquier amenaza militar sino también contra cualquier sanción económica que la ONU quiera imponer.
En las últimas elecciones ganó la presidencia Mahmoud Ahmadinejad, un sector populista islámico cuyo discurso de poner “parte de la riqueza petrolera de Irán en la mesa del pueblo”, toca una cuestión sensible para los trabajadores y los jóvenes. Sin embargo, hasta hoy Ahmadinejad sólo ocupó posiciones de poder y no ha cambiado un ápice la estructura económico-social desigual del país.
Todas las alas de la República Islámica, tanto la que encabeza el actual gobierno, como los llamados reformistas (que ocuparon la presidencia en el periodo anterior) y un sector del establishment conservador (el encabezado por Rafsajani) con orientación más pro-occidental y que temen que la actual política exterior de Ahmadinejad desencadene una guerra, son igualmente reaccionarias: no buscan el apoyo en los trabajadores de occidente, se beneficiaron con la invasión a Irak, su carácter de clase es el mismo, ningún régimen teocrático ni burguesía nacional que oprime a sus propios trabajadores puede enfrentar consecuentemente al imperialismo. El discurso xenófobo de Ahmadinejad, su negación de la matanza de millones de judíos europeos durante la Alemania nazi, detrás de su objetivo de posesionarse como dirección del mundo islámico, lleva a aislar a Irán de la única fuerza que puede derrotar una agresión imperialista en caso de que ésta se desate: los trabajadores y las masas del mundo, en especial la clase obrera y los jóvenes de los países imperialistas. Contra esta política burguesa reaccionaria, sólo la clase obrera iraní que tiene una enorme tradición de lucha revolucionaria y que fue un actor importante en la revolución iraní de 1979 que destronó al Sha1 –y cuya combatividad y organizaciones fueron desarticuladas una vez que se afirmó la República Islámica y su régimen teocrático- , es la única clase verdaderamente nacional que puede encabezar una lucha hasta el final contra la opresión imperialista.

1 La caída del Sha de Irán en 1979 significó un duro golpe para el imperialismo ya que éste era uno de sus principales agentes regionales en el Golfo Pérsico.

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