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La corrupción en el gobierno de Lula

3 de marzo 2004



Waldomiro Diniz, hombre de confianza del Ministro de la Casa Civil, José Dirceu, fue descubierto negociando coimas con miembros del crimen organizado para financiar campañas electorales del PT durante el 2002, a cambio de favores políticos en el futuro gobierno. Este personaje fue señalado por el departamento de "Represión a las Acciones Criminales Organizadas" de la Policía Civil por corrupción activa y pasiva, junto a miembros de las apuestas clandestinas y del "sorteo" conocido popularmente como el "Juego del Bicho", y de "banqueros" de Bingos y Casinos, principales medios de lavado de dinero del narcotráfico. Al momento en que fue descubierto, Diniz ocupaba la presidencia de la "Lotería de Río de Janeiro", entidad pública que regulariza las loterías legales del estado carioca, bajo el gobierno de la petista Benedita da Silva, desde donde operaba sus actividades "ilícitas".
Ya bajo el gobierno de Lula, en enero de 2003, Diniz es nombrado Subjefe de Asuntos Parlamentarios y negociaba, en nombre del gobierno, con los líderes de los aliados de la base gubernamental, la liberación de partidas presupuestarias para diputados y senadores para atender sus respectivas "clientelas políticas" con dinero pagado por los ministerios, a cambio de votos favorables a las medidas del Ejecutivo en el Parlamento. Un cargo a la medida de un conocedor sofisticado en la red de mecanismos para drenar recursos públicos de forma "discreta", "clandestina", sin suscitar "sospechas".
La reacción del gobierno fue defender lo indefendible. Mientras respondía que las "actividades" de Waldomiro eran anteriores a sus funciones gubernamentales, salía a luz que las fechorías continuaban cuando ya ocupaba su cargo político con Lula. Más aún, el propio PT ya había sido alertado en el 2002, sobre la relación de Diniz con la corrupción, por el ex Secretario Nacional de Seguridad Pública, Luiz Eduardo Soares, lo que demuestra que el gobierno no desconocía las "actividades" del hombre de confianza de José Dirceu. Cuando Benedita da Silva asumió el gobierno de Río de Janeiro, en 2002, fue alertada de las actividades de Waldomiro, pues éste estaba siendo confirmado en la presidencia de las loterías del Estado. También el actual Ministro de Hacienda, Antonio Palocci y su colega Luiz Dulci, conocían las sospechas del importante esquema de corrupción que envolvía a Diniz.
El gobierno recibió un golpe y en su momento la crisis fue tan grande que llegó a barajarse la salida de José Dirceu del gobierno, que hubiera sido una dura sacudida para Lula. Actualmente el operativo del gobierno para salir del atolladero parecería estar avanzando, ya que logró impedir que se instalara una Comisión Parlamentaria de Investigación (CPI) sobre el asunto, y ahora intenta impedir que se monte una CPI que investigaría el manejo de los Bingos, lo que terminaría repercutiendo sobre el propio gobierno. Los próximos días echarán luz sobre si Lula consigue salir lo menos golpeado posible, o si los acontecimientos toman otra dinámica.
Los partidos políticos, incluidos los de oposición, que en su momento quisieron sacar provecho del asunto, como el PSDB, "comprendieron" la peligrosidad del hecho y la necesidad de garantizar la estabilidad del gobierno y por extensión del régimen, dadas las características del gobierno Lula. Así, comenzaron a articular una salida más "honrosa" para el gobierno.
Lula, una vez más trató de sacar el tema del centro de la escena política, con una supuesta implementación "del mayor programa social nunca visto en la faz de la Tierra", sin explicar de donde sacaría el dinero para semejante emprendimiento. Hasta el FMI, a quien no le conviene que se desestabilice el gobierno de su excelente alumno, ayudará en la estrategia de intentar sacar de los medios el "caso Waldomiro", y esto es lo que se está discutiendo en la reunión con Horst K˜öhler del FMI en su reciente visita al país.
Lo que hoy es claro, es que Lula no saldrá indemne del "affaire Waldomiro", porque el discurso de la "ética y la moral" en la política comienza a venirse abajo, en un marco en que lo "social" se demuestra un fracaso y el país continúa hundido en la recesión. Qué otra cosa se podría esperar de un gobierno aliado a tantos partidos de la burguesía como el PL, PSB, PPS, PTB, PMDB y hasta el PP de la ultraderecha como Paulo Maluf, y actuando a favor de los grandes intereses del capital nacional y del imperialismo. El PT y Lula, en su opción de gobernar contra los trabajadores, no podían escapar a los mecanismos políticos habituales de una clase dominante corrupta de pies a cabeza.

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