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Internacionales

Abajo la masacre de Sharon

Fuera el imperialismo de Irak y Medio Oriente

28 de mayo 2004

El retiro temporario de las tropas israelíes del campamento de refugiados de Rafah en Gaza, tras más de dos semanas de ocupación, dejó un panorama desolador.
La llamada “Operación Arcoiris” fue lanzada luego de que el 12 mayo, 13 soldados israelíes murieran en dos operaciones armadas de la resistencia palestina. Los soldados cayeron en una emboscada cuando un convoy de blindados israelíes se dirigía al sur de Gaza para comenzar las tareas de demolición de viviendas en la zona cercana a la frontera con Egipto. Estas acciones se consideran de las más importantes de la resistencia palestina desde que comenzó la segunda intifada en septiembre de 2000, demostrando que a pesar de su brutal ofensiva, el fascista Sharon no ha logrado derrotar al movimiento de liberación nacional palestino.
El 13 de mayo, unidades de combate apoyadas por tanques, helicópteros apache, topadoras y francotiradores, desataron una verdadera masacre en esta ciudad densamente poblada y empobrecida, que alberga a 140.000 palestinos, de los cuales 90.000 son refugiados. Durante el sitio al barrio Tel Al-Sultan, uno de los más castigados por la ofensiva militar sionista, el ejército impuso un toque de queda de 24 horas, cortó la electricidad y el agua, usó civiles palestinos como escudos humanos para entrar por la fuerza a las casas en busca de “terroristas” y asesinó a mansalva.
El 19 de mayo, las tropas israelíes dispararon misiles contra una movilización masiva para exigir el fin de la ocupación y el sitio militar, asesinando a 10 palestinos en su gran mayoría mujeres y niños. Se estima que más de 60 palestinos fueron asesinados durante el sitio militar. Sólo entre el 15 y el 25 de mayo se destruyeron 152 viviendas, lo que implica según las Naciones Unidas, que más de 1600 palestinos se quedaron sin hogar.
El gobierno israelí justificó su accionar criminal como una “acción defensiva” contra “terroristas que amenazan la seguridad del Estado de Israel”. Estados Unidos, en línea con su principal aliado, reconoció “el derecho israelí a la autodefensa”. Para el vocero de Sharon, Israel “está haciendo lo que los norteamericanos hicieron en Falluja y los rusos en Chechenia”.
Mientras tanto, un rabino considerado una alta autoridad religiosa, declaraba al diario Maariv que “es permisible en tiempos de guerra asesinar a civiles no judíos para salvar las vidas de los soldados judíos”.
A tal punto ha sido el infierno desatado en Gaza, y la indignación que desató en Medio Oriente y en el mundo, que Yosef Lpid, sobreviviente del Holocausto y actual ministro de justicia israelí, declaró a una radio local que las imágenes de destrucción y brutalidad le hacían acordar a las acciones de los soldados nazis.
Es que para sostener su política colonial y de ocupación, el estado racista de Israel viene haciendo una verdadera masacre para quebrar la resistencia palestina. Desde que estalló la segunda intifada hace más de tres años, el estado de Israel ha lanzado una ofensiva brutal para quebrar la resistencia palestina, que cuenta con el apoyo incondicional de Estados Unidos, su aliado en la “guerra contra el terrorismo”. Alrededor de 3000 palestinos murieron a manos del ejército sionista, 500 de ellos niños y adolescentes. Con la política de asesinatos selectivos, el gobierno de Sharon ejecutó con misiles y francotiradores a 142 dirigentes y activistas y sólo en Gaza se demolieron alrededor de 1800 viviendas, creando 20.000 nuevos refugiados. El presidente de la Autoridad Palestina, Yasser Arafat se encuentra confinado en el cuartel de la OLP en Ramallah desde hace más de dos años, rodeado de tropas sionistas. El dirigente palestino Marwan Barghouti acaba de ser juzgado en Israel y probablemente enfrente una condena de por vida. A esto se suma a la política permanente de aterrorizamiento de la población, bloqueos, toques de queda y humillación. A pesar de esta política criminal el fascista Sharon no ha logrado derrotar al pueblo palestino, que junto con la resistencia iraquí a la ocupación norteamericana, se han vuelto emblemas de lucha para Medio Oriente.

El plan colonialista de Sharon

La “Operación Arcoiris”, igual que el asesinato del jeque Ahmed Yassin y de Abel Rantisi, los dos principales dirigentes del movimiento islámico radical Hamas, responde al plan político de Sharon de retirarse unilateralmente de Gaza, evitando que el repliegue del ejército israelí sea visto como un triunfo por las masas palestinas, como ocurrió con la retirada israelí del Líbano en el año 2000. A la vez busca desarticular a las organizaciones más radicalizadas de la resistencia como Hamas, Jihad Islámica y las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa, que en este momento actúan juntas contra el ejército sionista en Gaza y quebrar la moral de resistencia de la población.


Gaza se ha vuelto una carga militar y económica. La situación de los 7.500 colonos que viven en los asentamientos, ocupando un tercio del territorio, mientras que 1,3 millones de palestinos viven hacinados en miserables campamentos de refugiados, se ha vuelto insostenible para el estado israelí.
Sharon ha decidido que lo más conveniente es desmantelar esos escasos asentamientos y transformar a Gaza en un verdadero campo de concentración rodeado por la muralla de “seguridad” que está construyendo, reservándose la custodia militar por tierra, aire y mar, y el derecho a incursionar militarmente incluso después de retirar el ejército. También está tratando de llegar a un acuerdo con Egipto para mantener bajo control las tendencias más radicalizadas de la resistencia palestina.
A cambio de retirar los asentamientos de Gaza, Sharon intenta anexar permanentemente amplias zonas de los territorios ocupados de la Franja Occidental, que según su plan “seguirán siendo parte del estado de Israel, entre ellas, asentamientos civiles, zonas militares y otros lugares donde Israel tiene intereses adicionales”. Busca así darle estatus legal a los 220.000 colonos que viven en la Franja Occidental y a los 180.000 que viven en Jerusalén Este. El plan colonial de Bush y Sharon implica enterrar toda ficción de “estado” palestino, liquidar el derecho al retorno de los refugiados expulsados en 1948 con la fundación del Estado de Israel y los que se han generado a partir de la expansión israelí con la guerra de los seis días en 1967 y con la política de establecer colonias judías en los territorios ocupados. Para esto necesitan aplastar la lucha de liberación nacional palestina.
A pesar del carácter abiertamente contrarrevolucionario del plan, la mayoría del partido de Sharon, el Likud, rechazó esta “solución” en un plebiscito realizado a comienzos de mayo.
Paradójicamente, mientras la extrema derecha israelí vota en contra de su ministro, la oposición laborista, la “izquierda” sionista y los pacifistas moderados israelíes han salido a respaldar al asesino Sharon. El 15 de mayo, en plena masacre de Rafah, 150.000 isarelíes se movilizaron en Tel Aviv a favor del plan de “retiro unilateral” de Gaza.
Esta hipocresía se repitió en la “comunidad internacional”. Las potencias europeas, las Naciones Unidas y Rusia, que condenaron formalmente la masacre de Rafah, y rechazaron el reconocimiento de Estados Unidos a los asentamientos de colonos judíos en los territorios ocupados palestinos, avalaron efectivamente el plan de Sharon, como “un paso adelante para lograr la solución de dos estados”. Los reaccionarios gobiernos de la región se han reunido en la cumbre de la Liga Arabe realizada el pasado fin de semana sólo para dejar expuesto una vez más su servilismo hacia Estados Unidos.
Esta ofensiva israelí se da en un contexto de una creciente inestabilidad de la región. La ocupación norteamericana en Irak está atrevesando una crisis de estrategia y ha alimentado la extensión de la resistencia armada iraquí. El escándalo por las torturas y los abusos contra prisioneros en la cárcel de Abu Ghraib por parte de las tropas de la coalición, el sitio a las ciudades de Falluja y Najaf, la humillación colonial y la política asesina del estado de Israel, han encendido aún más el odio de las masas de Medio Oriente, donde se están dando fenómenos nuevos, como la huelga y movilización del 27 de mayo en Líbano contra el aumento de los precios del combustible y la política económica del primer ministro Rafik Hariri, que dejó un saldo de cinco trabajadores asesinados por el ejército libanés, y es comparada con el proceso que en 1992 llevó a la caída del gobierno de Karami. En los trabajadores y las masas oprimidas de Medio Oriente, en la heroica resistencia palestina, en el pueblo iraquí, están las fuerzas para derrotar la ocupación imperialista, para expulsar a las tropas norteamericanas, para acabar con el proyecto colonial sionista, destruyendo el enclave racista del Estado de Israel, para derribar a los gobiernos burgueses árabes proimperialistas, abriendo así la perspectiva para una verdadera emancipación de toda opresión y explotación.

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