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Internacionales

Estados Unidos legaliza la tortura

5 de octubre 2006

La aprobación de la ley, con 65 votos contra 34 en el Senado y 253 contra 168 en el Congreso, es un nuevo escalón siniestro en la guerra imperialista “contra el terrorismo”. La ley de Bush establece que “será legal la detención de una persona por tiempo indefinido y sin presentación de cargos, será legal el uso de pruebas obtenidas mediante coerción y serán legales prácticas de interrogatorio como la privación de sueño por períodos prolongados o exponer a los interrogados a bajas temperaturas” (La Jornada, 29/9). La ley hasta desconoce las reglas “elementales” de la Cuarta Convención de Ginebra (1949), que los países imperialistas diseñaron para sus guerras, que contiene el tratamiento de prisioneros de guerra. La misma legaliza métodos “no convencionales” (haciendo una norma las prácticas de Abu Ghraib y Guantánamo) y le da la ventaja de mantener en secreto estas prácticas “para proteger” a los agentes de la CIA y el ejército yanqui. Lejos del “sentido común” de la población estadounidense, sometida a la política del terror constante, esta nueva ley no hará más seguro a su país como asegura la propaganda “anti-terrorista”. Por el contrario, es un arma potencial contra cualquier crítico u opositor, fortaleciendo la fuerte restricción a las libertades civiles inaugurada con la nefasta Acta Patriótica de 2001. Aunque por ahora los principales blancos serán los extranjeros, en particular es una gran amenaza sobre los inmigrantes ilegales, y más temprano que tarde será usado contra los propios norteamericanos, en particular contra los trabajadores, la comunidad negra, latina y la juventud.
Durante varias semanas el proyecto enfrentó a importantes senadores republicanos, como John McCain (potencial candidato a presidente para 2008), abonando las divisiones y crisis del partido de gobierno, al mismo tiempo que dividió también a los demócratas. Sin embargo, se impuso la impronta reaccionaria de Bush y las alas más duras de ambos partidos, mientras una mayoría de la población mantiene su oposición al desastre de Irak.
La votación se da un mes antes de las elecciones de noviembre que serán un referéndum del gobierno republicano, donde muchos pronostican la pérdida de la cámara baja y un debilitamiento republicano. Mientras se votaban las medidas antes del receso electoral se aprobó otra medida reaccionaria: la construcción de un muro en la frontera entre EE.UU. y México. Una de sus fanáticas impulsoras es la senadora demócrata Hillary Clinton (otra presidenciable para 2008), dejando claro que este partido no es ni será ninguna alternativa frente a las “barbaridades” de Bush. Esta es la respuesta a los millones de inmigrantes ilegales que sostienen sectores enteros de la economía yanqui, y se movilizaron masivamente este año exigiendo ser reconocidos como ciudadanos, derecho mínimo que esta “democracia” se niega a darles. Aunque algunos legisladores antepusieron “objeciones” (por ser una medida electoral que nadie sabe cómo se financiará), se votó con un amplio apoyo de ambos partidos. La medida logró incluso el rechazo del presidente mexicano Vicente Fox (un insospechado antiimperialista), uno de los pocos defensores acérrimos de la política de EE.UU. en América Latina.
Este nuevo avance reaccionario demuestra que el imperialismo yanqui echará mano a medidas más duras, dando luz verde a la barbarie dentro y fuera de sus fronteras.

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