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Internacionales

El poder obrero en la revolucion chilena

23 de septiembre 2003






En el proceso revolucionario chileno que va desde 1970 a 1973, se expresaron las experiencias más avanzadas de autoorganización del cono sur latinoamericano. Un impresionante movimiento obrero y popular recorre los días del gobierno de la Unidad Popular (UP). Desde Santiago, Cerrillos y O’Higgins, pasando por Vicuña Mackenna, San Joaquín, Recoleta y Mapocho, van a surgir los Cordones industriales que nuclearon a cientos de fábricas, empresas y talleres, muchas de ellas estatizadas y ocupadas por los obreros.
Los más heterogéneos problemas relacionados con el abastecimiento de materias primas y la producción, la autodefensa y la organización de la lucha, eran resueltos por estos organismos, que en numerosas oportunidades tendían lazos de unidad con la población. En Maipú, los campesinos junto a los Cordones Cerrillos y Vicuña Mackena tomaron 39 predios. Los cordones accionaron en común con los Almacenes populares llegando a abastecer de alimentos a medio millón de pobladores, para doblegar el paro contrarrevolucionario de los camioneros.
Orgullosos, a la vista de todos, los cordones industriales proyectaban su democracia. No eran aparatos burocráticos ni innovaciones artificiales. La clase obrera chilena respondía -dando lo mejor de sí- a la insidia patronal, al lockout de la derecha, pero también a la conciliación del gobierno de la Unidad Popular. Estos organismos -del tipo de los consejos obreros o soviets- se basaron en la representación democrática de delegados de las fábricas y talleres de cada zona; los cordones apuntaban a constituir una alianza obrera y popular y a centralizarse nacionalmente.
En enero de 1973, crecen los «comités de vigilancia» y el control sobre las industrias privadas, pequeñas y medianas. Cuando el gobierno de la UP cedía a la presión de la patronal y de la derecha, apurándose a devolver las empresas tomadas por los trabajadores, el Cordón Cerrillos, llamaba a ejercer el control más absoluto sobre las industrias para evitar el boicot patronal de la producción y «obtener la máxima productividad» y así «controlar de hecho qué hace el capitalista con su capital y con los excedentes generados por la Empresa y con la distribución de los productos.”1
En junio cuando se dio el “tanquetazo”2 los Cordones una y otra vez tomaron las fábricas jugándose decididamente para derrotar la intentona golpista. Desde el cordón Macul “más de 20 industrias (...) fueron ocupadas (...) Actualmente el cordón decide, reunido con los dirigentes sindicales, el destino de las fábricas, pero hay una opinión unánime: devolver sólo si se instala el control obrero.”3 Un dirigente del Cordón Vicuña Mackenna relata que cuando se produce la asonada militar «estaba encargado de un destacamento de 50 trabajadores armados de la empresa (...) Nosotros nos tomamos todas las empresas del área. Controlamos absolutamente todo”.
A mediados de 1973, los cordones se habían extendido a todo el país y en septiembre cuando se da el golpe, las fábricas más vitales y activas de este movimiento fueron el último y valiente reducto de la resistencia al pinochetazo.
El desarrollo de los Cordones industriales fue un fenómeno que superaba a la organización sindical de los trabajadores, la CUT, y que esbozaba una alternativa al gobierno de la UP. Cuando la lucha de clases se intensificó y sectores de trabajadores comenzaron a plantearse la necesidad de la toma del poder, los sindicatos tradicionales resultaron insuficientes para afrontar la tarea. Según cuenta el investigador chileno Miguel Silva “los trabajadores... necesitaban una nueva organización: el Cordón” (...) “sucedía que muchas fábricas negociaban por industria… y que las diferentes fábricas vinculadas a una misma rama podían pertenecer a cordones distintos o a ninguno. Pero era el caso que los problemas por resolver eran de tal magnitud que solamente una organización con poder podía ser capaz de enfrentarlos. La necesidad de asumir ese poder derivó en una coordinación de los Cordones fuera de la comuna, con el propósito de generar, a nivel nacional y de rama, un amplio poder de los trabajadores.”. Naturalmente, entonces (...) “Un abismo separaba a la organización de poder de los trabajadores del modo de accionar del Gobierno.”4
Los cordones eran duramente atacados desde la UP y el Partido Comunista (que se negó a formar parte de ellos y los saboteó de diversas maneras). En efecto, el poder obrero se abría paso, luchando contra la burguesía y la derecha, defendiendo y cuestionando simultáneamente al gobierno y al reformismo; la clase trabajadora se encaminaba, de haber existido un partido revolucionario, a la destrucción violenta del estado burgués y a la toma del poder.
El documento que presentamos en estas páginas da cuenta del avanzado cuestionamiento que existía entre los trabajadores de los Cordones hacia el gobierno de la Unidad Popular mostrando además la impresionante decisión de los obreros, dispuestos a dar la vida para imponer su propio poder y asegurar el gran sueño de la revolución chilena, que iniciara la construcción del socialismo.
1 Los Cordones industriales y el socialismo desde abajo. Miguel Silva. Pág. 315.
2 Asonada militar contrarrevolucionaria que se produjo el 29 de Junio de 1973.
3 Idem. Pág. 411.
4 Idem. Pág. 503.

 

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