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Internacionales

El imperialismo, cada vez más empantanado en Irak

28 de diciembre 2004

A casi un mes de las elecciones generales iraquíes, dispuestas por los yanquis y el gobierno títere de Iyad Allawi para el 30 de enero, la resistencia sigue complicando los planes imperialitas para Irak. El martes 21 de diciembre, el ejercito invasor sufrió el más grande ataque desde los inicios de la guerra en la ciudad norteña de Mosul, la tercera ciudad más grande del país. Con un saldo de 22 muertos y 72 heridos, en su gran mayoría personal militar de EE.UU., el atentado en la base militar de Camp Merez ha significado un verdadero golpe militar a la ocupación, poniendo en cuestión la política general para Irak y la capacidad operativa del ejército invasor y de la Guardia Nacional Iraquí.
Las fuerzas militares norteamericanas están sufriendo crecientes bajas, alcanzando los 1.321 muertos al 26/12 (Washington Post). Esto, junto a la militarización policíaca de la ciudad de Fallujah y al fracaso de poner en pie fuerzas militares iraquíes acólitas, plantea la necesidad del elevar el número de tropas yanquis. Sin embargo, dado el gran despliegue de las fuerzas imperialistas en todo el mundo y la necesidad de mantener las operaciones en Afganistán, Irak y otros países como Haití (lo que los analistas denominan sobreextensión), esta no es tarea sencilla. Sobre todo teniendo en cuenta que la baja popularidad que tiene la guerra al interior de EE.UU. y la falta de cualquier perspectiva de retirada en el corto plazo ha llevado a la caída en el alistamiento de reservistas y para la Guardia Nacional yanqui, en proporciones cercanas al treinta por ciento de los objetivos fijados por los comandantes (Página/12, 26/12). La contradicción entre la voluntad imperial de Washington y su capacidad estratégico-militar se hace cada vez más evidente al calor de la ocupación de Irak.

La ofensiva de Fallujah: el tiro por la culata

La actual situación de inestabilidad en Mosul se inició poco antes del inicio de la brutal ofensiva contra Fallujah a principios de noviembre, que dejó como saldo la virtual destrucción de la ciudad. En ese entonces, los altos mandos estadounidenses planteaban que el objetivo de esta operación era “quebrar la espalda” de la insurgencia para sentar así las condiciones políticas y de seguridad para la realización de las elecciones nacionales. Si bien la masacre de Fallujah significó una clara victoria táctica, el objetivo de desactivar las actividades de la insurgencia se vio evidentemente malogrado. Lejos de menguar, la resistencia ha continuado propinando golpes a la ocupación, de los que el ataque del martes es la más clara muestra.
Desde noviembre, la actividad de los insurgentes ha crecido notablemente en Mosul. Según un informe de inteligencia redactado por importantes oficiales de EE.UU. en el norte de Irak dado a conocer por el periódico The Guardian, los insurgentes pudieron “operar a voluntad” en Mosul para realizar el atentado. Señalan incluso que Mosul “es candidata a convertirse en una alternativa de Fallujah”. Considerando que la ciudad norteña es la tercera ciudad de Irak y la principal ciudad del norte del país, esta posibilidad acecha como un fantasma a los altos mandos de EE.UU.
Otro aspecto que devela el atentado del 21/12 es la total incapacidad de EE.UU. para “iraquificar” la ocupación. Las fuerzas iraquíes reclutadas por Estados Unidos en la Guardia Nacional Iraquí han demostrado no tener disciplina, pasándose al bando insurgente en cada batalla importante. Incluso parece que el atentado del martes implicó un importante trabajo interno, llevado a cabo por infiltrados iraquíes. Lo cierto es que el ejército del Gobierno Interino no puede reemplazar a las fuerzas yanquis en sus tareas de ocupación.
Lejos de conseguir su objetivo, la masacre de Fallujah ha enajenado aún más a la población sunita del gobierno interino impuesto por EE.UU. y no ha conseguido disminuir la intensidad de los ataques de la insurgencia, que se extienden diariamente por todo el territorio iraquí.

Las elecciones nacionales, cada vez más lejos de ser una salida

La administración Bush no está dispuesta a alterar el calendario electoral, por lo que las elecciones se realizarán el 30 de Enero. Así lo expresó el mismo Bush, en una charla con el rey Abdullah II de Jordania a principios de mes según el New York Times.
Sin embargo, los imperialistas han tomado nota de la situación de inestabilidad y están pergeñando algún modo de legitimar unas elecciones donde probablemente la mayoría de los sunitas no participarán. Según el New York Times del 26/12, incluso están discutiendo garantizar ciertos puestos de gobierno y en el parlamento a los sunitas, más allá de los resultados. La comisión electoral independiente iraquí se apresuró a rechazar esta idea, argumentando que la interferencia extranjera es “inaceptable” y que “el que gana, gana.” Más allá de lo cínico de hablar de interferencia cuando el ejército yanqui es el encargado de mantener el orden institucional en Irak, esto muestra las dificultades que tienen los invasores para que la salida electoral llegue a buen puerto.
Dada la situación, y según lo reconocen importantes analistas imperialistas, es difícil que las elecciones impuestas por la bota del imperialismo provean de una máscara democrática creíble a la ocupación a los ojos de las grandes masas. 

Fuera imperialistas de Irak y Medio Oriente

Según una encuesta realizada en la víspera del atentado, cada vez son más los estadounidenses que rechazan la ocupación de Irak, acentuándose la polarización reflejada en las elecciones presidenciales de noviembre en Estados Unidos. En todo el planeta, las grandes masas repudian la carnicería que perpetra día a día el imperialismo en Medio Oriente. Tenemos que organizar el sentido rechazo al imperialismo retomando el camino de la movilización y apoyando a la resistencia iraquí. En todo el mundo, levantemos la misma bandera: ¡por la derrota de la ocupación imperialista de Irak!

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