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Debates

Estallido del MST

El fracaso del dogma de “la nueva izquierda”

21 de septiembre 2006

El MST ha estallado. La lucha entre las dos fracciones (el MST Alternativa de Vilma Ripoll y el MST El Socialista, según los nombres de sus periódicos) ha terminado de la peor manera: con graves acusaciones cruzadas sobre incumplimientos de acuerdos internos con respecto a los fondos partidarios y la pertenencia de la personería electoral (Alternativa Socialista 437, 13/9/06), en una pelea sin cuartel por quien conserva la sigla partidaria que incluyó la intervención, de la mano de la justicia burguesa, del MST de Ripoll en la regional Córdoba. De todas las rupturas en la izquierda en los últimos años (y son muchas) ésta es, de lejos, la más despolitizada y aberrante. El verdadero misterio de esta ruptura, oculto aún hoy, es cuáles son las diferencias políticas y de principios que los dividen.
Hace dos años que empezó internamente la discusión con distintos documentos, y ya un año y medio que ambas fracciones editan periódicos separados. El MST (ambos) presentaron esto como una “nueva cultura” de la izquierda “no sectaria”, que se mantiene unida “a pesar de las diferencias”, pero sin clarificar nunca el carácter de éstas. Ambas fracciones, en un acto de extremo burocratismo, han ocultado ante los simpatizantes y trabajadores concientes, las diferencias que llevaban a la separación organizativa, incluso violando el aspecto más primario de toda democracia partidaria: la información. La idea reniega de las enseñanzas del marxismo que sostiene que un régimen interno sano está ligado indisolublemente a una política revolucionaria. Y por el contrario, que una orientación no revolucionaria conlleva a un régimen burocrático al interior del partido.
Negar este principio marxista es funcional, especialmente, al proyecto del MST Alternativa de Vilma Ripoll que viene haciendo un culto a “una nueva izquierda” y un nuevo dogma de construir “partidos amplios” que no delimite posiciones entre reformistas y revolucionarios, cuestión que para el MST es propio de “sectarios” y de una “vieja cultura de la izquierda” con la que hay que terminar. Su “modelo” es el PSOL de Brasil, un conglomerado de agrupaciones detrás de la candidata presidencial Heloisa Helena (ver pág. 10) y buscaron emularlo aquí con figurones de muchísima menor envergadura e influencia, y peor trayectoria, como el ex menemista Mario Cafiero.
El burocratismo de ocultar las diferencias es un subproducto de una orientación lindante con la centroizquierda, con un giro derechista.
Por su parte, los compañeros del MST El Socialista reconocen, aunque sin publicarlo, que la ruptura se debe a que el MST de Ripoll “se va al reformismo”. Bien, pero las diferencias centrales de El Socialista están centradas en las caracterizaciones y no en la política. Por ejemplo: El Socialista sostiene que el gobierno de Hugo Chávez es nacionalista burgués, pero a la hora de formular una política coinciden plenamente con el MST Alternativa en el llamado a la campaña por los10 millones de votos al presidente venezolano.
Lo que nos interesa destacar es el rotundo fracaso de la idea de anteponer los acuerdos organizativos y de conveniencia electorales, sin clarificar los acuerdos y las diferencias políticas y de principios. El último acto de este curso lo dieron con la coincidencia entre ambas fracciones de proponer la precandidatura de Patricia Walsh para el 2007, que intentaba guardar una apariencia de unidad (electoral) mientras se separaban cada vez más en la práctica cotidiana. Esta apariencia terminó, abruptamente, con una ruptura escandalosa.

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