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Internacionales

El escenario hacia la Cumbre de las Américas

28 de julio 2005

Durante los últimos días, distintos rumores pusieron en duda el viaje de George W. Bush a la Argentina para participar de la IV Cumbre de las Américas en noviembre. Estos rumores no tienen que ver con la seguridad del presidente norteamericano, sino con las dificultades que su gobierno viene encontrando para imponer su dominio sobre su histórico patio trasero como el que se vivió durante la década de los ’90.
Tanto en el campo político, como en el económico y militar los proyectos más agresivos del imperialismo norteamericano hacia América Latina vienen encontrando resistencia en un momento en el que la región es la más avanzada desde el punto de vista de la lucha de clases, como lo demuestran los recientes levantamientos populares en Ecuador y Bolivia.
Se suponía que la Cumbre a celebrarse en Mar del Plata debía coronar el proyecto del ALCA promovido por EE.UU.. Sin embargo el proyecto original naufragó hace tiempo y Bush sólo pudo avanzar mediante acuerdos bilaterales con algunos países. También quedó estancado su plan de conseguir inmunidad total para las tropas norteamericanas que operan en la región.
Esto se suma al revés que viene de protagonizar en la reciente Asamblea General de la OEA (Organización de Estados Americanos), donde no pudo imponer su política que consistía en darle al organismo facultades para monitorear e intervenir (política y militarmente) en cualquier país de la región donde la “democracia se vea amenazada”. Esta moción era tan indigerible que fue rechazada por la mayoría de los gobiernos latinoamericanos y fue Argentina quien terminó cumpliendo un rol de mediador para “consensuar” una declaración común con la que se cerró la Asamblea.
Tampoco está en “línea” con Washington la reciente “agenda” para la Cumbre votada por el Grupo Río, que agrupa a los cancilleres de 19 países latinoamericanos, donde se ratificó el lema: “Crear trabajo para enfrentar la pobreza y fortalecer la gobernabilidad democrática” contra la moción de EE.UU. que prefiere poner el acento en la apertura comercial y financiera.
Sin embargo, estos roces con la política norteamericana que sólo expresan algún tipo de resistencia para negociar en mejores condiciones el grado de saqueo imperialista, no significan que gobiernos como los de Kirchner, Lula o Tabaré Vázquez se enfrenten directamente con Bush, sino que siguen pagando religiosamente la deuda externa o actuando como gendarmes del imperialismo en Haití.
Tampoco existe entre estos países un proyecto propio como muestran los continuos roces comerciales dentro del Mercosur o la actuación de Brasil y Argentina ante la crisis Boliviana como representantes de las petroleras Repsol y Petrobras. Si bien es muy posible que frente a cualquier grado de divergencia, Argentina vuelva a cumplir en la Cumbre un rol de bisagra entre los intereses regionales, también es muy probable que EE.UU. se vaya una vez más con las manos vacías, debilitando su presencia en América Latina.

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