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Internacionales

Un traspié del gobierno de Kirchner

El Caso Hilda Molina y la relación con Cuba

28 de diciembre 2004

Contrariamente a lo que sostuvieron los medios oficialistas, esta crisis no fue en lo esencial producto de “una operación chapucera e inconsistente” y hasta “amateur” como la calificó M. Wainfeld (Página/12, 19/12), del ministerio y sus funcionarios, que mantuvieron mal informado a Kirchner y le hicieron escribir la famosa carta dirigida a Castro sin tener asegurada una respuesta favorable. Tampoco de la interna con Bielsa que, aunque real, se resolvió con el rodar de algunas cabezas.
La crisis se abrió porque la respuesta negativa de Castro dejó en una situación muy incómoda al kirchnerismo. El objetivo de K, que en todo momento estuvo al tanto de la política de sus funcionarios en Cuba, era lograr un “éxito” diplomático que le permitiese mostrarse como un mediador válido ante Castro, aprovechando además para hacer un guiño a EE.UU. en momentos en que se avecina una nueva negociación con el FMI. No es casual que el reclamo a Fidel Castro por Hilda Molina llegara poco después de que Bielsa recibiera la queja del secretario de estado norteamericano Colin Powell de que en Cuba “no hubo ninguna mejora en la situación de derechos humanos en el último año” y el aliento “al Gobierno argentino a que hable con los disidentes” (Clarín, 15/12).
Fracasada la gestión personal de Kirchner como “mediador con fines humanitarios”, y ya en medio del río, al gobierno argentino le quedaban pocas opciones. O sumarse abiertamente al coro de gusanos y derechistas de todo pelaje, o dar marcha atrás con la solicitud quedando expuesto a la crítica de éstos. Esta situación llevó a Kirchner a poner paños fríos de inmediato.
Luego de los cambios de personal, instruyó entonces a la diplomacia argentina a mantener el pedido pero “con una actitud amigable, y no de confrontación”. Una política muy acorde al sentimiento reflejado en las encuestas que marcaban que si bien el 49,4% estaba a favor de un endurecimiento de la postura de Kirchner contra el 34,5% que opinaba que se debía aceptar la posición de La Habana, casi el 90% decía que había que mantener la “cercanía” en las relaciones con el régimen cubano1. Pero aparte de las encuestas, de las que K siempre se cuida mucho, para este gobierno las relaciones con Cuba son una pieza importante en su intento de cobertura por izquierda a su política fondomonetarista que vemos con el pago religioso de la deuda externa y su política pro imperialista como demuestran las tropas argentinas que participan la ocupación de Haití (ver nota aparte). 

Bloqueo y "democracia”: dos políticas imperialistas para la restauración capitalista

Por su parte el gobierno cubano tampoco quería una escalada en la pelea diplomática. Porque a pesar de que los acuerdos comerciales y políticos con Venezuela lo han fortalecido y que la economía de la isla creció 5% este año (dos puntos por encima de lo previsto por la CEPAL) y tiene las mismas perspectivas para 2005, el contexto internacional sigue siendo delicado. Por un lado el imperialismo yanqui viene subiendo el tono de sus cotidianos ataques contra Cuba que además amenazan con agudizarse en el próximo periodo luego de la reelección de Bush. Por su parte, las potencias imperialistas europeas, y en especial España que bajo el gobierno de Aznar era abiertamente hostil a Cuba, también presiona a partir de chantajear en pos de una “apertura democrática” con las importantes inversiones que tienen en la isla las empresas españolas. Así el gobierno de Zapatero ha venido combinando una política más negociadora exigiendo “democratización” del régimen, posando de defensor de “los derechos humanos” en la isla y financiando nuevos grupos opositores “moderados” dentro y fuera de Cuba. Por esos mismos días, y como “gesto” hacia los “pedidos” de España se liberaron a 14 de los 75 opositores de derecha en la isla, entre ellos el reconocido escritor Raúl Rivero. A su vez, el martes 21 de diciembre se realizó en La Habana la presentación de la nueva revista opositora moderada “Consenso” que reúne a una decena de organizaciones disidentes, la mayoría de tendencia socialdemócrata, nada menos que en un local perteneciente al Ministerio de la Construcción.
Lo cierto es que la “línea dura” del gobierno de Bush y la “línea negociadora” de los españoles son dos vías complementarias para lograr el objetivo común de avanzar en la restauración capitalista. 

La hipocresía de la derecha gusana y la defensa de las conquistas de la revolución

Sobre el incidente desatado por la negativa de Fidel Castro al pedido de Kirchner se montó en nuestro país una ofensiva de los sectores más recalcitrantes de la derecha que se envalentonaron y desplegaron una campaña contra Cuba denunciando la falta de “democracia” y “libertad”. Esta campaña, encabezada por Mariano Grondona y todos los que ayer apoyaron la dictadura militar y hoy sostienen la brutal ocupación militar norteamericana de Irak es una hipocresía completa. Para ellos la “democracia” no es más que una frase vacía en su interés de que Cuba vuelva a ser una colonia imperialista.
Pero lo cierto es que es el burocratismo del régimen castrista el que da argumentos para que se desarrolle la campaña hipócrita de los contrarrevolucionarios. Independientemente de cuáles sean las posiciones políticas reales de Hilda Molina, es claro que impedirle la salida del país –sin una guerra civil en curso– no hace más que favorecer la demagogia de los imperialistas. Poco favor le hace a la defensa de las conquistas de la revolución el apoyo incondicional a las arbitrariedades cometidas por la burocracia gobernante. Por ello, estamos por la defensa del derecho político de Hilda Molina a salir del país a la vez que denunciamos las agresiones de Bush y defendemos incondicionalmente a Cuba de toda agresión imperialista.
Ninguna confianza debe depositarse en la burocracia “comunista”. Ya vimos en la ex URSS, en Europa del Este y en China, como de las filas de esta burocracia es de donde salieron los actuales gobernantes restauracionistas. La arbitrariedad burocrática no debe contar con el aval de quienes nos reivindicamos socialistas y revolucionarios: bajo el régimen de partido único toda crítica al despotismo del régimen corre el peligro de convertirse en “contrarrevolucionaria”, favoreciendo así el poder de una privilegiada burocracia gobernante que niega todo derecho democrático a los trabajadores y campesinos.
Por ello la real defensa de las conquistas de la revolución, implica la lucha contra la burocracia del Partido Comunista que ahoga la iniciativa de las masas y que en los últimos años con sus medidas de apertura económica generó una “dualización” del país –entre los que acceden al dólar y los que no- dando una renovada base social para la política restauracionista. Por ello luchamos en la isla por un régimen basado en Consejos de trabajadores y campesinos, con plena libertad para la organzación de todos los partidos que defiendan la conquista de la revolución. Lejos de la política bonapartista y burocrática del castrismo, creemos que es necesaria la iniciativa creadora de las masas, su libre organización en sindicatos y Consejos, la libertad de todos los partidos y movimientos políticos que defiendan la revolución, así como romper el aislamiento desarrollando la lucha de clases en América latina y en el mismo corazón de los EE.UU.

1 Encuesta de Enrique Zuleta Puceiro en Página/12, del 19/12/04.

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