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MOVIMIENTO OBRERO

A PROPÓSITO DEL TERRIBLE ACCIDENTE EN LA FÁBRICA DE CAÑOS DE ESCAPE FRIC ROT

Efectos colaterales

Con los ojos idos en la profunda tristeza, el eco desgarraba la mañana que se iba en simple rutina mecánica. Los hombres fueron niños en ayuda del desvalido y, pese al esfuerzo por contener las lágrimas, ellas se escapaban como la melancólica garúa de invierno.

26 de abril 2012

Con los ojos idos en la profunda tristeza, el eco desgarraba la mañana que se iba en simple rutina mecánica. Los hombres fueron niños en ayuda del desvalido y, pese al esfuerzo por contener las lágrimas, ellas se escapaban como la melancólica garúa de invierno.

Los obreros de Fric Rot fueron testigos de la obra que los envuelve en sus entrañas y cada día los hace autómatas de las máquinas. Facundo Poletti, joven trabajador de la planta de caños de escape de San Martín, pagó los efectos colaterales de una industria que luce récords históricos de producción.

“De las plantas instaladas en la Argentina salieron 828.800 vehículos en el 2011, una suba del 16% respecto del 2010” , informa la cámara empresaria ADEFA. Un crecimiento que no tiene correlato en la escueta inversión en el sector autopartista, a pesar de las fabulaciones de Fernando Petrolino, directivo de Tenneco (grupo del que es parte Fric Rot-Walker):“la actualización de tecnología en nuestras plantas es uno de los mayores focos en lo que Tenneco asigna sus recursos”. Pero este papagayo es retrucado por la realidad de un joven obrero que pierde sus manos en la faena, al que ni la infatigable labor de los médicos empeñados en implantárselas pudo devolverle su tacto juvenil.

Tras los flashes y los litros de tintas, el viernes 20 a Facundo le amputaron la mano derecha implantada. La izquierda está en observación.

Un compañero acusa en “silencio”, con la rabia carcomiendo su puño cerrado:“en la planta hay una mezcla de todo, trajeron un par de máquinas de Brasil (dobladoras, cortadoras, brazos robotizados aunque la mayoría de la soldadura es a pulso), pero las celdas de las agrafadoras (donde fue el accidente) sólo fueron retocadas para justificar el aumento de producción. Y sufrimos un hostigamiento constante. Así se pasó de 80 silenciadores/h a 120, 320 piezas más por turno”.

En un espacio donde no cabe un alfiler los hombres realizan hazañas increíbles, con movimientos de décimas de segundo y con la gerencia vigilando desde los cristales “ojos de pescado”. Los supervisores olfatean como los ovejeros de los nazis. Llegaron al extremo de colocar sensores de humo en los baños para que no se fume. Si se quiere fumar se está obligado a fichar. Dicen que es para cuidar el medioambiente, en una planta que desborda del hollín de la soldadura.

En la jerga patronal hay un proverbio tayloriano: “quien domina y dicta los modos operativos se hace también dueño de los tiempos de producción”. La lucha contra los “tiempos muertos” y“la holganza crónica” del obrero no es patrimonio de los patrones malos, es un pilar del crecimiento económico. Las amputaciones, discapacidades físicas y hasta la muerte son parte del cálculo empresarial.

Un estudio de la Universidad Austral define que los gerentes “viven comandando en un frente de batalla en el que el combate parece no tener fin, y lo disfrutan porque ese estado adrenalítico es parte del ADN del liderazgo de un alto ejecutivo: quien no puede gozar de eso no sirve para ocupar el sillón del presidente”. Las patronales educan a sus altos mandos en el odio de clase propio de los parásitos.

Y la burocracia sindical “golpea” con el guante fofo de los discursos. En el último Congreso de la UOM se resolvió pelear por el sillón de la CGT para el alfil kirchnerista Caló, pero en ningún momento se habló del infierno que se vive en las fábricas. Será por eso que el Cuerpo de Delegados de Fric Rot quiso desligarse de su responsabilidad, llamando a los obreros a “no trabajar rápido” después de permitir el alza de las bases de producción. Una forma de responsabilizar a los que bancan con el cuerpo y el alma la prepotencia patronal.

Para frenar la voracidad patronal y evitar terribles accidentes como el de Facundo Poletti hay que sacarse de encima a la burocracia sindical, recuperando los Cuerpos de Delegados para disputar el control de los ritmos y medios operativos de producción que hoy dictan las empresas.

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