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Internacionales

Discurso y realidad de la Venezuela chavista

3 de marzo 2005

El asentamiento de Chávez

Cuando Chávez asumió la presidencia, en 1999, la población se encontraba en medio de una pobreza extrema producto de décadas de gobiernos de la oligarquía y existía una efervescencia del movimiento de masas, que ansiaba hacer realidad sus reivindicaciones y expectativas. Sobre éstas, Chávez buscó apoyo social al mismo tiempo que intentaba contenerlas con ciertas reformas sociales. El presidente venezolano se propuso poner en pie nuevas formas políticas institucionales ante el derrumbe del régimen político de los partidos tradicionales asentado en el llamado “Pacto de Punto Fijo”. Para ello aprovechando su prestigio y fuerza electoral convocó a una Asamblea Constituyente sentando las bases de la Quinta República Bolivariana donde se consagran ciertos derechos sociales, una fuerte presencia de las Fuerzas Armadas y mucho poder de la figura presidencial. Chávez se hizo otorgar la facultad para emitir una serie de decretos- leyes habilitantes entre las que se encontraban una cierta redistribución de la tierra, la ley de pesca y la de hidrocarburos que pautaba nuevos términos para la explotación petrolera por parte de las multinacionales.
Sin embargo, este proyecto político se vió prontamente amenazado. Cuando la economía venezolana fue golpeada por la crisis económica internacional, la oligarquía que venía de un retroceso pasa nuevamente a la ofensiva. Así, los personeros del antiguo régimen, junto a la burocracia sindical opositora de la Central de Trabajadores de Venezuela (CTV) y los jefes de las cámaras patronales, azuzando a las clases medias que vieron caer su nivel de vida por los tempranos fracasos económicos de Chávez, entraron en una febril actividad política contrarrevolucionaria con el objetivo de apartarlo del poder.
A lo largo del 2002 y comienzos del 2003, el presidente venezolano tuvo que enfrentar un intento de golpe de estado y un lockout patronal que agudizó la crisis económica que se venía arrastrando. En ambos acontecimientos, Chávez, sus ministros y funcionarios quedaron paralizados y con poca iniciativa. Fue gracias a la movilización de los trabajadores y el pueblo pobre que pudo ser derrotado el golpe y gracias también a la resistencia de los trabajadores, que llegaron a controlar la producción en algunas de las instalaciones de la industria petrolera (PDVSA) o se opusieron al boicot patronal, que se pudo desarticular esta ofensiva golpista.
Estas dos derrotas consecutivas en las calles de la oposición proimperialista y contando con el apoyo del Alto Mando, es lo que alentó a Chávez, en agosto del año pasado, a pactar un referendo revocatorio con la OEA y la Fundación Carter, del cual salió triunfante. Sumado a esto el triunfo de los candidatos chavistas en las posteriores elecciones regionales y locales donde obtuvo 19 de las 21 gobernaciones y 239 de las 332 alcaldías es lo que le permitió legitimarse por medio del voto y avanzar ahora en consolidar su régimen.
Creemos que la reacción de la patronal y la burocracia sindical opositora se debió, tal vez, menos a las medidas tomadas por los decretos- leyes habilitantes, que al hecho que el chavismo se fijara como meta nuevas formas políticas en las que no entraba el personal político del “Pacto de Punto Fijo”, perdiendo su tradicional control del Estado y su principal renta de riqueza, la empresa petrolera, PDVSA. Muy diferente de lo que han hecho los gobiernos de Brasil y Argentina que mantuvieron e incluso recompusieron los partidos tradicionales del régimen. 

Chávez como árbitro de la nación

Derrotada la oposición, aquietada la enorme polarización política, Chávez se propone consolidar su proyecto. En el contexto internacional, aunque fue inocultable el apoyo político yanqui hacia la oposición y al golpe de estado, el líder bolivariano ha contado a su favor la coyuntura signada por la guerra de Irak en la cual EE.UU. concentra todos sus esfuerzos de política exterior, relativizando su atención a su “patio trasero”. Los altos precios del petróleo le permiten altos ingresos fiscales y un manejo discrecional del gasto público. A nivel continental, mientras despliega una retórica antinorteamericana busca recostarse en gobiernos como el de Kirchner y Lula que se expresan en los llamados acuerdos estratégicos.
Chávez dijo en reiteradas oportunidades, que sus oponentes “deben agradecer que estoy yo aquí, en Miraflores, porque sino, esa rabia acumulada, ese resentimiento de los pobres de tantos años, ya hubiese estallado sin ningún control y arrasado con ustedes”1. Durante la campaña electoral del referéndum revocatorio el presidente afirmaba en uno de los volantes: “la revolución política que vive Venezuela está pensada para evitar una guerra social entre los pocos que tenían todo y la mayoría que no tenía nada”. Para mantener esta relación entre las clases enfrentadas, Chávez tiene como su principal sostén institucional de su régimen a las FF.AA. que en la actualidad son fortalecidas a base de un reequipamiento de armamento, aumentos presupuestarios, colocando militares al frente de Ministerios, de las “Misiones”, de la Universidad Bolivariana, de las empresas del Estado, de otras instituciones oficiales. En el plano externo Venezuela tiene gestos más independientes si lo comparamos con gobiernos como el de Kirchner o el de Lula. Por ejemplo, el rearme del Ejército Nacional negociando la compra de armas y los suministros militares con países que se encuentran por fuera de la órbita y el control político de EUA como Rusia y China le valió declaraciones agresivas por parte de Condolezza Rice de que Venezuela es una país desestabilizante en la región. Al mismo tiempo firma acuerdos comerciales con Cuba, favorables a esta última como el suministro de petróleo a cambio de una fuerte asistencia en salud, que en cierta medida contribuye a paliar el bloqueo económico al que se ve sometido la Isla.
Vemos así que Chávez busca “elevarse”, por así decirlo, por encima de las clases sociales y jugar el rol de árbitro entre los intereses del capital extranjero y nacional, y los del conjunto del capital y las masas explotadas, intentando conciliar y armonizar estas fuerzas antagónicas. Por el otorgamiento de ciertas concesiones al movimiento de masas y la búsqueda de cierta libertad en relación al capital extranjero es lo que nos permite afirmar que el régimen de Chávez tiene rasgos bonapartistas sui generis de izquierda. Pero lejos está de los trazos fundamentales que alcanzó este tipo de regímenes en casos como el de Cárdenas o de Perón. A diferencia de este último que se apoyaba en el rol de los sindicatos y la clase obrera en su puja con el imperialismo norteamericano, Chávez se apoya en los pobres urbanos y fundamentalmente en las fuerzas armadas, lo que le da un carácter más timorato con respecto a estas experiencias que llegaron hasta a nacionalizar importantes resortes de la economía nacional y tuvieron fuertes enfrentamientos con el imperialismo.
Por eso es que el objetivo del presidente de Venezuela es repautar las relaciones con EE.UU. para conseguir mejores términos de intercambio y no de expoliación desmesurada. Esto se expresa en que apenas superado el boicot patronal sostenido por el imperialismo yanqui, el gobierno entregó la llamada Plataforma Deltaza a la compañía norteamericana Chevron Texaco para su explotación2. En ningún momento se propuso, frente a las intentonas contrarrevolucionarias de la oposición pro imperialista, tocar los intereses más sensibles de la burguesía golpista ni del imperialismo, es decir, su poder económico, sus bancos y sus grandes empresas. En el mismo sentido Chávez no dejó de pagar un solo instante la fraudulenta deuda externa contraída por el viejo régimen oligárquico que condena al atraso al país y es un mecanismo de expoliación imperialista.

Chávez y su relación con el movimiento de masas 

En Venezuela, los trabajadores y el pueblo pobre vieron –durante décadas- bajo la democracia para ricos del “Pacto de Punto Fijo” y la opresión imperialista, sus derechos políticos pisoteados, su nivel de vida brutalmente cercenado, la peor de las miserias. Con la llegada de Chávez al gobierno, sus masivos planes sociales estatales coordinados bajo las llamadas “Misiones” como “Barrio Adentro” (un intento de un servicio público de salud universal y gratuito), “Misión Robinson” (plan de alfabetización), “Vuelvan Caras” (plan de capacitación e inserción laboral) intentan paliar las necesidades más urgentes de los sectores más postergados. Con relación al campesinado pobre, Chávez desde principio de año lanzó la llamada “guerra contra el latifundio” que se propone repartir tierras fiscales y reordenar las tierras del Estado que se encuentra en manos de latifundistas para hacerlas factibles de expropiación sin tocar hasta el momento las tierras privadas a no ser excepciones bajo previo pago de indemnización3. También Chávez busca el desarrollo de un mercado interno frente a la alta dependencia que significa la importación de artículos básicos de consumo que alcanza el alto porcentaje del 70 %.
Por el lado del movimiento obrero, importantes sectores de trabajadores han hecho una doble experiencia de lucha tanto contra sectores de la patronal negándose a apoyar el boicot del 2002 y con la vieja dirección burocrática de la CTV que apoyó a velas desplegadas todas las intentonas contrarrevolucionarias y movilizándose defendiendo lo que consideraban sus conquistas.
La implementación de ciertas formas democráticas como la creación de los Consejos Locales de Planificación Pública a nivel de los municipios, los referéndum, plebiscitos, asamblea constituyente, le da una fachada de participación popular, pero que en verdad es todo lo contrario, ya que Chávez regimenta y controla al movimiento de masas y no le da ninguna participación real en la administración de las empresas y tampoco ningún poder de decisión en las cuestiones políticas centrales del gobierno.
Lo cierto es que el gobierno de Chávez necesita apoyarse en las masas y sus movilizaciones pero al mismo tiempo necesita impedir que estas adquieran un curso independiente. Luego del golpe, Chávez llegó pidiendo perdón y mandó volver a sus casas a las masas que lo trajeron al poder, sentándose luego a “dialogar” con representantes de la oposición, pero ni un solo representante de la clase obrera, ni de los pobres urbanos y campesinos pobres fue invitado. Hay una total exclusión de “los de abajo”, en la marcha real de los asuntos del país, y es que esto es inseparable del proyecto de conciliación de clases de Chávez. Aún más, Chávez pretende controlar al movimiento obrero que rompe con la vieja burocracia de la CTV alentando “por arriba” la conformación de la Unión Nacional de Trabajadores (UNT) creando así una nueva burocracia sindical que le sirva como correa de transmisión al interior del movimiento obrero de su proyecto político.
En materia laboral, lejos de crear empleo genuino, con la inmensa masa de desempleados se está aplicando la flexibilización laboral en los ministerios, empresas e instituciones del Estado. Por ejemplo, en PDVSA, se hace vía cooperativización: las labores que antes hacían contratados o contratistas para la empresa, ahora las hacen cooperativas, con lo que la empresa se libra de pagar beneficios, prestaciones, y cualquier responsabilidad con los trabajadores. Un trabajador de PDVSA, gracias al nuevo contrato, puede ganar 900 mil bolívares mientras un cooperativista no llega a 400 mil, un poco más del sueldo mínimo y sin ningún derecho y beneficio que los petroleros. Según una reciente encuesta publicada, el “Estrato E” (el sector más pobre) de la población aumentó 58% desde los años 80 hasta hoy. Aunque presenta actualmente un mejoramiento de ingresos, por los aumentos de salarios y las Misiones, no logra salir de ese estrato (subir al “Estrato D”)4. Es decir que las políticas del gobierno no han podido siquiera sacar de la pobreza a este sector, que es de los más pobres. Actualmente el salario mínimo es de 321 mil bolívares, mientras la Cesta Básica Familiar ronda los 1.500.000 bolívares.

Chávez tras la búsqueda de una burguesía nacional

Chávez llama a conciliar constantemente a sectores de la burguesía que se muestran “dialoguistas”, ya que su objetivo es desarrollar una burguesía nacional. Hasta el momento se apoya en sectores de la pequeña y mediana empresa5, pero es consciente de que la economía del país no se puede sustentar en el largo plazo (por la alta dependencia de la renta petrolera) en estos sectores, por eso viene teniendo una política de conciliación con los sectores más concentrados de la burguesía venezolana.
Es por eso que Chávez le continúa asegurando sus ganancias a sectores importantes de la patronal. Según el Superintendente Nacional de Bancos, “la banca privada obtuvo en el 2004, ganancias de más del 42% en relación con el capital invertido, ninguna otra área económica de Venezuela da ganancias de éste tipo”6. En la Asamblea Nacional, por unanimidad, eliminó el Impuesto a los Activos Empresariales, así como también se decidió exonerar del pago del Impuesto Sobre la Renta al sector agrícola hasta el 2006, es decir, a los empresarios del campo.
Recientemente el presidente chavista de la Asamblea Nacional, Nicolás Maduro, indicó que “aquellos venezolanos que tomaron posiciones en el pasado (2002, 2003, 2004) de adversar al Gobierno por diversas vías, inclusive por las extraconstitucionales, deben saber que tienen en las instituciones del Estado, espacios para dialogar y trabajar por el futuro del país”7. No es casualidad que hoy en la administración central de la petrolera estatal PDVSA se encuentran sectores que participaron tanto del golpe como del boicot patronal en sus puestos de mando ahora “reconciliados”.
Los acuerdos con empresarios como el Grupo Cisneros (que maneja multimedios) o el Grupo Polar, el más importante de agroindustria y cerveza cuyo titular, Lorenzo Mendoza, que formó parte de la mesa de acuerdos con Brasil8 son parte de estos avances. El modelo de Chávez para este proyecto es nada menos que la burguesía brasileña. Según la agencia EFE el día 15 de febrero Chávez “destacó el espíritu “nacionalista” del empresariado brasileño y expresó que es ejemplo para aquellos dirigentes económicos venezolanos que participaron en el golpe de Estado en su contra en abril de 2002”. Justamente el “empresariado brasileño”, que con su burguesía paulista a la cabeza se caracteriza por ser una de las más explotadoras y esclavistas del continente, mantiene a Brasil en uno de los mayores grados de desigualdad social comparado al de los países más pobres del mundo.

Los trabajadores y el pueblo pobre deben luchar por una política independiente

Sectores de la izquierda toman la retórica de la “revolución bolivariana”, creyendo que Chávez está encabezando una “revolución democrática nacional y antiimperialista”9, y que por la influencia del movimiento de masas puede llevarlo a cuestionar la propia propiedad privada. Sin embargo, el líder bolivariano lo dice claramente: “No nos estamos planteando eliminar la propiedad privada (...) Hasta allá no llegamos”10. Estas declaraciones han caído bien en sectores de la gran patronal. En una reunión con el presidente de la Asamblea Nacional, la presidente de Fedecamaras y representantes de Fedenaga –federación de ganaderos- afirmó que “en Venezuela no existe amenaza alguna contra la propiedad privada”11.
Vemos entonces cuán lejos está Chávez incluso de encabezar una “revolución democrática” como pregonan estos sectores, ni hablar entonces de “trascender al capitalismo por la vía del socialismo”. Cualquier medida honesta que haya hecho Chávez no ha ido más allá de ciertas reformas sociales menores y resistir parcialmente a las presiones norteamericanas. Chávez no ha tomado ninguna medida parecida, por ejemplo, a la que implementaron gobiernos nacionalistas burgueses como el de Cárdenas que expropió sectores fundamentales de la economía, o de Perón que otorgó enormes concesiones a los trabajadores. Sin embargo, es tanto el vasallaje del resto de los gobiernos del continente que cualquier gesto de izquierda o pequeña reforma son sobredimensionados en forma oportunista por estos sectores que buscan hacer un seguidismo acrítico al chavismo.
Así, estas corrientes fuerzan la realidad para ubicarse en el campo del chavismo contribuyendo a confundir a los trabajadores para que sigan su proyecto nacionalista burgués. Pero la verdad es que la “revolución bolivariana” no ha ido más allá de otorgar pequeñas reformas, en su intento de reeditar senilmente la experiencia del nacionalismo pequenoburgués que ya ha fracasado en América Latina.
Sin embargo la situación venezolana sigue abierta pues las contradicciones que engloba preanuncian nuevos choques entre las clases. Por eso es necesario luchar por la expropiación de los principales pulpos capitalistas y poner toda la economía en manos de los trabajadores, los campesinos y los pobres de la ciudad y el campo, para organizarla en función de las necesidades de las mayorías trabajadoras. Sólo la clase trabajadora puede acaudillar consecuentemente la lucha de la nación oprimida contra el imperialismo. Por ello, es más urgente que nunca la construcción de un partido revolucionario de los trabajadores venezolanos que luche por la revolución obrera y socialista para dar resolución a los graves problemas que aquejan a los trabajadores y el pueblo pobre de Venezuela.

1 Discurso pronunciado en la Avenida Bolívar, en una de las concentraciones cuando se realizaba el paro patronal y el saboteo petrolero.
2 En febrero de 2003 se otorgaron las respectivas licencias de exploración y producción a ChevronTexaco, de los Estados Unidos, y a Statoil, de Noruega. www.mre.gov.ve 08/11/2003.
3 “Pero el gobierno ve improbable intentar tomar tierras privadas en la etapa inicial. ‘Primero, no tenemos al día de hoy recursos para comprar tierras’, dijo el presidente del Instituto Nacional de Tierras, Eliézer Otaiza”. El Universal 14/01/05. Según distintos medios de comunicación y organismos oficiales se han repartido alrededor de un millón y medio de hectáreas pertenecientes al Estado.
4 Encuesta Datos. Últimas Noticias, 26/01/05.
5 Según el informe anual del Programa Venezolano de Educación-Acción en Derechos Humanos (PROVEA) 2004 “desde el Estado se ha impulsado el fortalecimiento de la pequeña y mediana industria, a través de la canalización de la capacidad de compra del Estado hacia este sector”.
6 VEA –diario chavista-, es el periódico de mayor circulación nacional, 26/01/05.
7 El Universal, 22/02/05.
8 El Grupo Polar durante el boicot patronal fue un factor importante de la presión, al dejar a la mayoría de la población desabastecida de alimentos de consumo diario.
9 Uno de los mayores exponentes de estas posturas –entre quienes se reclaman del trotskismo- es el agrupamiento internacional El Militante. Ver www.elmilitante.org
10 Ídem.
11 Últimas Noticias, 23/02/05.

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