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Según Marx...

Democracia burguesa y Democracia obrera (Parte II)

24 de agosto 2006

La semana pasada vimos cómo, alrededor de la experiencia de la Comuna de París de 1871, Marx sacó la conclusión de que para instaurar su propio gobierno, la clase obrera no podía simplemente apoderarse del aparato del Estado tal cual es. En este sentido, señalamos que la Comuna sustituyó al ejército permanente, pensado para reprimir a los trabajadores por el armamento de los trabajadores, mismos contra los ataques de la burguesía, y que cómo a diferencia de lo que sucede en la democracia burguesa, en la Comuna los “representantes” podían ser revocados en cualquier momento por quienes los habían elegido.
Otra característica que impuso la Comuna para el conjunto de los funcionarios fue que por el desempeño de todos los cargos públicos se cobrasen con salarios equivalentes al salario de un obrero. Así, los trabajadores minaron las bases de la concepción burguesa de “la política como negocio”. En el Estado burgués, los altos salarios de los funcionarios políticos (que contrastan con los miserables salarios de los trabajadores estatales) son una forma de diferenciación social, destinada a crear una burocracia privilegiada, la cual para defender sus privilegios, defiende también la dominación de la burguesía, que los garantiza.
Es un argumento recurrente de la política burguesa que los “altos dignatarios” tienen que ganar salarios altos, porque de lo contrario se verán tentados a recibir coimas, este supuesto no impide que las reciban, con altos salarios y todo. Mediante la revocabilidad y salarios obreros para los funcionarios, la Comuna atacó este problema de raíz. “Los intereses creados y los gastos de representación de los altos dignatarios del Estado – sostenia Marx- desaparecieron con los altos dignatarios mismos” (La Guerra Civil en Francia). No solo los “altos dignatarios” políticos fueron suprimidos, sino también los religiosos. Como decía Marx irónicamente: “los curas fueron devueltos al retiro de la vida privada, a vivir de las limosnas de los fieles, como sus antecesores, los apóstoles”.
Desde el “déficit cero” de Cavallo, hasta la negativa de Kirchner a actualizar inmediatamente los haberes jubilatorios o aumentar los salarios de los trabajadores estatales, ha sido un lugar común en la propaganda de los medios de comunicación la necesidad de reducir los gastos del Estado, la llamada “responsabilidad fiscal”. Suprimiendo las dos fuentes principales de gastos del Estado, el ejército permanente y los “altos dignatarios”, la Comuna hizo realidad el anhelo de un “gobierno barato”.
En cuanto, al funcionamiento de los organismos de gobierno la democracia obrera volvió a mostrar sus diferencias respecto a la democracia burguesa. Según Marx: “La Comuna no había de ser un organismo parlamentario, sino un corporación de trabajo, ejecutiva y legislativa al mismo tiempo” (La Guerra Civil en Francia). A diferencia de la versión de “democracia” que nos tiene acostumbrados la burguesía, no había en la Comuna un presidente con poderes de monarca. Esta figura es muy importante para la burguesía en su anhelo de situar al Estado por encima de la sociedad y dominar a las mayorías pero para los trabajadores y su necesidad de emanciparse como clase, subordinando el estado a la sociedad, esta figura es totalmente innecesaria.
La comuna también terminó con los jueces vitalicios. “Los funcionarios judiciales –decía Marx- perdieron aquella fingida independencia que sólo había servido para disfrazar su abyecta sumisión a los sucesivos gobiernos […] Igual que los demás funcionarios públicos, los magistrados y los jueces habían de ser funcionarios electivos, responsables y revocables” (La Guerra Civil en Francia).
Así fue que, en palabras de Marx, “la Comuna dotó a la república de una base de instituciones realmente democráticas”. Sin embargo, lo más novedoso que llamó la atención de Marx, no fue solamente el ‘gobierno barato’ y el carácter realmente democrático de las instituciones de la Comuna, sino cómo estas formas políticas permitían a la clase obrera avanzar en el camino de emanciparse de la explotación capitalista. Sobre este punto volveremos la semana que viene.

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