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Internacionales

Cumbre de los No Alineados

21 de septiembre 2006

La semana pasada se celebró en Cuba la XIV cumbre de los países No Alineados (NOAL). La mayoría de las resoluciones adoptadas, que cuestionan la política unilateral de EE.UU., son una expresión de la crisis de hegemonía norteamericana (ver LVO N° 204) y constituyen un importante revés para la política de la administración Bush. Sin embargo, lejos de cualquier tipo de antiimperialismo, el objetivo de la cumbre fue intentar establecer una mejor relación de fuerzas para negociar las condiciones del saqueo imperialista.
De las resoluciones votadas durante la cumbre de NOAL, una de las más espinosas para EE.UU. fue el respaldo otorgado por unanimidad al plan nuclear iraní, reafirmando el “derecho de los estados a desarrollar energía nuclear con fines pacíficos”.
Este no es un dato menor ya que EE.UU. pensaba impulsar sanciones contra Irán durante la asamblea general de la ONU, que comenzó el 19/9 en Nueva York. Teniendo en cuenta que los países del NOAL representan 2/3 del total de la ONU y que la cumbre contó con la presencia y apoyo del secretario general del organismo, Kofi Annan, las intenciones norteamericanas podrían terminar frustrándose, fundamentalmente por las contradicciones con las demás potencias como China, Rusia y en cierta medida la UE.
El resto de las resoluciones tienen un signo similar de cuestionamiento al unilateralismo norteamericano: “condena de la agresión israelí contra Líbano”, “exhortar a EE.UU. a poner fin al bloqueo contra Cuba y devolver el territorio que ocupa la base naval de Guantánamo”, ”apoyar a Bolivia y Venezuela ante cualquier tipo de ingerencia externa” y “exigir la reforma inmediata del Consejo de Seguridad de la ONU” hoy regido por 15 países de los cuales sólo 5 tienen derecho a veto.
Si bien en la cumbre participaron varios de los países que EE.UU. considera parte del “Eje del Mal”, como el presidente de Irán y Corea del Norte, varios de los países cercanos a EE.UU. trataron de desdramatizar la situación afirmando que no se trató de una cumbre anti-norteamericana. Incluso la India logró votar el apoyo a los gobiernos sostenidos por la ocupación estadounidense en Afganistán e Irak.

No los une el amor...
Varios analistas coincidieron en que la cumbre significó el relanzamiento del NOAL y un fortalecimiento de los países miembros contra el unilateralismo estadounidense. Sin embargo, esto no mostró que exista siquiera alguna intención de enfrentamiento serio con el imperialismo.
Existen dos fenómenos que posibilitan un relativo acuerdo entre sectores tan heterogéneos: la crisis de hegemonía norteamericana, que permite un reacomodamiento de los distintos actores en las relaciones internacionales, y el crecimiento económico sostenido, que muchos de estos países vienen experimentando desde hace cuatro años. Estos dos elementos permiten una mayor autonomía por parte de estos países que regatean las condiciones de la entrega de sus recursos y renta nacionales con el imperialismo. Es justamente en el terreno de los negocios donde todos ponen sus fichas.
Ninguno de los NOAL está dispuesto a romper con el imperialismo. En su interior se mezclan los mejores amigos de EE.UU. con los representantes del “Eje del Mal”. Todos estuvieron de acuerdo en cuestionar la política unilateral norteamericana y “la intervención en los asuntos internos de otros países”, pero no dijeron una sola palabra sobre las tropas latinoamericanas en Haití que actúan como gendarmes de EE.UU. Y sobre este caso hubo un hecho novedoso, ya que mientras Evo Morales lograba un repudio a la intromisión norteamericana en su país, Bolivia acababa de mandar un contingente de soldados a Haití para reforzar las fuerzas de ocupación de la ONU.
Si bien en la carta fundacional de NOAL se encontraban principios como “la abstención de intervenir o de interferir en los asuntos internos de otro país y la no concesión de bases militares a potencias extranjeras”, en la cumbre estaban varios de los países que, “alineados” con el imperialismo, apoyaron sus incursiones en los Balcanes, Kosovo, Afganistán e Irak, incluso proporcionando su territorio para el establecimiento de bases militares norteamericanas, como Pakistán. Fenómeno también extendido en América Latina, con bases en Ecuador, Colombia, Centroamérica y Paraguay entre otros.
Frente a este panorama, es claro que no serán estas cumbres (por donde se pasean dictadores y monarcas) los que conducirán a nuestros países a la liberación nacional y social de la opresión imperialista, sino la lucha consecuente de la clase obrera encabezando al conjunto de los sectores oprimidos.


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