logo PTS

Internacionales

Siete días con los obreros de la Opel en Bochum

Crónica de una "huelga salvaje" en Alemania

29 de octubre 2004

Hace 30 años no se veía algo así

El mismo día del anuncio de la patronal de GM los trabajadores de la planta de Opel en Bochum paralizaron espontáneamente el trabajo, después de casi 30 años que no se veía algo parecido en Alemania. Bloquearon con elevadores de horquilla todas las entradas impidiendo la entrada y salida de material y piezas. Esta medida magistral impidió que la patronal sacara las piezas ya listas de la fábrica con lo que hubieran podido seguir produciendo por varios días más en las demás plantas europeas de Opel. Una de las primeras reacciones por parte de GM fue la de criticar la protesta de los trabajadores argumentando que en vez de huelgas se necesitaba la negociación. Sin embargo, los trabajadores no se dejaron influenciar. 
El turno de noche decide, en una asamblea organizada por los mismos obreros, continuar con la huelga. La mañana del 15 de octubre el ministro de Economía, Wolfgang Clement (SPD) lanzó un apelo a los trabajadores de Bochum para que “mantuvieran la calma y no dejaran de trabajar”2 mientras que el presidente del comité de empresa de Opel, Klaus Franz, el mismo que durante la huelga de los metalúrgicos del este de Alemania que luchaban por la introducción de la semana laboral de 35 horas, aseguraba que los trabajadores no aceptarían los recortes de 10.000 puestos de trabajo pero que “sin recortes de empleo no vamos a salir de ésta”.3

Los piquetes, los familiares y la solidaridad obrera

Mientras los directivos de la empresa, el gobierno y la dirección sindical hablaban de la inevitabilidad de los recortes, las familias de los trabajadores de Opel, junto a los operarios, extendían las medidas de lucha saliendo a las calles a protestar contra los planes de reducción de empleos. Organizaron marchas al centro de la ciudad, rodearon de solidaridad la fábrica instalando carpas delante de las puertas de la misma donde juntaban dinero para mantener la lucha de los trabajadores que no recibirán ningún centavo por los días en huelga, ya que ésta no fue llamada por los sindicatos y no fue corroborada en votaciones secretas4. 
La alarma entre los enemigos de los trabajadores creció al tercer día de huelga: el segundo presidente del IG Metall, Berthold Huber, en entrevistas concedidas a la prensa aseguraba que continuar con la huelga en Opel Bochum “no llevaba a ninguna parte” mientras que el jefe europeo de GM, Fritz Henderson, amenazaba indirectamente con que “el peligro de cierre de la planta persiste aún”, la alternativa para la patronal sería aceptar grandes recortes salariales lo que permitiría asegurar los puestos de trabajo por dos años más. La respuesta de los trabajadores en huelga no se hizo esperar: esa es una vía más lenta hacia la desocupación5.
Mientras tanto, las delegaciones de obreros de todas partes de Alemania seguían llegando para expresar la solidaridad con los obreros en huelga. Se hicieron presentes delegaciones de obreros de Volkswagen, Siemens, Ford, el sindicato de la construcción, docentes, etc.
Al agravarse la situación el 19 Peters se dirigía a los trabajadores asegurando que la carta de la dirección de Opel era “una buena señal para todos los empleados” pues representaba la “seria disposición”6 de GM a negociar reiterando que sería bueno que ahora los trabajadores reanudaran las labores. Mientras la dirección sindical llamaba a la “cordura“ de los trabajadores y de la empresa y no hacía absolutamente nada por extender la huelga a las otras plantas de Opel a toda la industria automotriz, los trabajadores seguían con su lucha y empezaba a delinearse el surgimiento de una nueva camada de luchadores que criticaban, a pesar de las presiones de toda índole, la pasividad de su dirección y la falta de democracia en la toma de decisiones en los sindicatos y que lo que ofrecía la dirección de la empresa representaba una afrenta a los trabajadores y sus familias.
El martes 20, el sindicato presionado por las bases se puso a la cabeza de una nutrida y combativa manifestación al centro de la ciudad de Bochum. En el acto principal brillaron por su ausencia los altos funcionarios del IG Metall y del DGB. En su lugar estaban los funcionarios sindicales medios, el alcalde socialdemócrata de Bochum, un pastor evangélico, un vicario, dirigentes sindicales de la UGT española de paso por Opel haciendo cursos de capacitación y ningún representante de los trabajadores en lucha. Los discursos giraron en torno a la necesidad de preservar los puestos de trabajo en la región y el vicario, como era de esperar, apeló a la buena voluntad de los trabajadores llamándolos a reflexionar sobre la necesidad de dialogar y de regresar a trabajar. La rabia de los trabajadores se expresó en un concierto de silbidos y gritos de que se callara y se fuera.
Los más aplaudidos fueron los dirigentes sindicales españoles que dijeron que no comprendían cómo pudieron hablar sacerdotes y pastores en una manifestación obrera, ya que para ellos representaban los intereses del enemigo de clase, siendo los únicos que apelaron a la lucha como único medio para derrotar las políticas criminales de las patronales. 
Al finalizar el acto los trabajadores regresaron a la fábrica que había quedado bajo la vigilancia de piquetes en las puertas y la dirección sindical y el comité de fábrica y empezaron a presionar porque se tomara inmediatamente una resolución para seguir con la huelga o no. Los sectores más combativos entre los trabajadores impusieron que se votara en un plenario de las tres plantas de producción (ejes, montaje, material) y de los tres turnos a realizarse al otro día a las 11 de la mañana. En esta oportunidad la burocracia sindical negó la palabra a los luchadores más destacados y sólo pudieron hacer uso de los micrófonos sólo aquellos trabajadores y burócratas que querían volver a la cadena de montaje.

La burocracia del IG Metall

La burocracia sindical no desaprovechó su tiempo y rápidamente organizó una reunión imponiendo una votación secreta acorde a los estatutos del IG Metall. La sala donde se realizó la votación tenía una capacidad máxima para 4.000 personas, por lo que el resto de los trabajadores tuvo que arreglárselas en salas contiguas sin comunicación directa. Esta situación generó el profundo rechazo entre la vanguardia obrera que hasta ese momento venía imponiendo la huelga, pero el aparato sindical se impuso también gracias a los guardias de seguridad de la empresa presentes en el lugar. 
La alternativa que tenían los trabajadores al votar fue la siguiente: “¿El comité de empresa debe continuar con las negociaciones y se debe reanudar el trabajo? Sí o No” –como si el comité de empresa no pudiera seguir las negociaciones si se mantenía la huelga–. Con esta maniobra la burocracia logró retomar las riendas del asunto pues de los 7.156 trabajadores que participaron en la votación 4.647 votaron por reanudar el trabajo, 1.759 por seguir con la huelga y 750 se abstuvieron. Sin embargo, a pesar de las presiones que sufrieron, de las amenazas veladas y abiertas de despido a los “cabecillas” de la huelga y de las maniobras de la burocracia, el voto de rechazo a la política de conciliación y de despidos que viene implementando la dirección sindical y por continuar la lucha, obtuvo alto porcentaje. Es que como dijera un trabajador de Opel, al que entrevistamos: “cuando tienes la desocupación y la miseria por delante no te importa nada”. 

Demostración de fuerzas de la clase obrera

Si bien los trabajadores regresaron a trabajar sin conseguir ninguna concesión concreta, aparte de las vagas promesas que ha hecho la dirección de GM y el IG Metall de que no se cerrarán las plantas pero que “lamentablemente” sí habrá despidos, lograron alcanzar un impasse. Ahora es la burocracia sindical la que está bajo presión. Los trabajadores de Opel están en guardia y apenas se sepan los resultados de las negociaciones muchos de ellos harán uso de la mejor arma con que cuentan por ahora para hacer frente a los despidos y las maniobras burocráticas: la huelga espontánea. La batalla de Opel aún no ha terminado.
A modo de balance podemos decir que la huelga espontánea en la planta de Opel representa la entrada en escena del poderoso movimiento obrero alemán. La burguesía pretende reducir los costos del trabajo y para ello necesita propinar duros golpes al proletariado. Este, sin embargo, ha demostrado en los hechos que la clase obrera sí existe. Ésta demostró, contra todos los que afirman que había desaparecido7, que sigue siendo el único sujeto histórico capaz de aglutinar a las clases subalternas alrededor suyo y así de poner en jaque, y también vencer, a la burguesía. Las multitudes se aglutinan en torno a la fábrica y no a la inversa. La huelga en Opel Bochum además de poner en relieve la centralidad del proletariado demuestra la necesidad de coordinar las luchas y también la de levantar un plan de lucha a nivel europeo por salvaguardar lo conquistado por el proletariado de los países imperialistas y por ligar la lucha de éstos a las luchas de los obreros del “patio trasero” europeo, es decir, a los países del Este.

1. Frankfurter Rundschau online 2004, 23.10.2004.
2 Opel-Arbeiter legen Werk Bochum lahm, Frankfurter-Rundschau, 16.10.2004.
3 Íbid.
4 En Alemania los sindicatos “pueden” llamar a huelga sólo si el 75% de los trabajadores se inclina a favor de ésta.
5 Bei Opel wird ab Montag verhandelt, Frankfurter Rundschau, 17.10.2004.
6 Peters baut auf Verhandlungen. Frankfurter Rundschau, 19.10.2004
7 Para más información lea el Dossier “El marxismo revolucionario como alternativa para el siglo XXI” aparecido en la revista Estrategia Internacional n° 21.

Prensa

Virginia Rom 113103-4422

Elizabeth Lallana 113674-7357

Marcela Soler115470-9292

Temas relacionados: