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Internacionales

Crisis política en Italia

16 de julio 2004

La dimisión del ministro de economía Tremonti (cercano a la Liga Norte), exigida por los "post-fascistas" de Alianza Nacional (AN), abrió una crisis en el gobierno de Berlusconi y pone, una vez más a la vista, la fragilidad del régimen italiano y la debilidad de sus partidos. Durante el fin de semana se desarrollaron acalorados debates en el seno de la coalición de gobierno en el que aparecían de un lado los cristianos de la UDC, instalando exigencias (nuevo ministro de economía que sea una figura política, cambios en la televisión estatal, y cambios en el proyecto del federalismo que favorece a la burguesía del norte), y en el otro polo la Liga Norte pidiendo la profundización de la línea actual del gobierno, particularmente con el federalismo. La puja en el gobierno aún no está resuelta y no se descarta que se puedan llamar a elecciones anticipadas en el próximo período. La confederación patronal (Confindustria) liderada por el nuevo presidente de la FIAT, quiere ponerle límites a la política de la camarilla berlusconiana, y quiere acercar más al gobierno al eje franco-alemán (donde tienen concentrados la mayoría de sus negocios) y eso también empuja a la crisis del gobierno.

Los resultados de las recientes elecciones en Italia no satisfacieron a ninguna de las dos grandes coaliciones. En las elecciones europeas, tanto la Casa de las Libertades (la coalición de Berlusconi), como el Olivo (la coalición de centroizquierda) más Refundación Comunista, obtuvieron el 46%. Dentro del oficialismo, el partido que más perdió fue el de Berlusconi, que pasó del 31 al 21% de los votos, mientras que subieron, en primer lugar los cristianos de la UDC (del 3 a más del 7%) y en menor medida la racista Liga Norte (del 3,9 al 5,3%). Del lado del Olivo, la lista común de la DS, la Margarita y el SDI (impulsada por el presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi) obtuvo el 31%, y el resto de los partidos del Olivo, que se opusieron a la Guerra en Irak, más Refundación Comunista (que pasó el 6%), llegaron a tocar el 15%. La oposición pensaba ganar, y no sucedió así, y la caída del partido de Berlusconi (Forza Italia) debilitó al premier en el interior de su bloque. En las elecciones provinciales y municipales (la segunda vuelta fue 15 días después de las europeas y la primera junto a las europeas), en todo el norte golpeó a la derecha el hecho de que la Liga Norte fuera sola (en su región obtienen más del 10%, su 5% a nivel nacional es porque en el centro y sur no se presentan), lo que llevó a una victoria de la centroizquierda que iba unida. Este último hecho irritó a la UDC y a AN, que exigieron y obtuvieron la dimisión de Tremonti, un hombre filo-Bossi (líder de la Liga Norte) en la cumbre del poder. Lo que también demostraron estas elecciones es que en Italia existe una gran polarización social, que se expresó en que la clase obrera y los sectores populares votaron en masa al Olivo (y buena parte a sus sectores más a la izquierda, Comunistas Italianos, Verdes, etc, y aún a Refundación), mientras que en su inmensa mayoría la clase media siguió fiel a la coalición derechista gubernamental, aunque Berlusconi haya bajado en el interior de la Casa de las Libertades.

Del lado de la derecha gubernamental, la que sufrió un duro golpe fue la alianza Berlusconi-Tremonti-Bossi , que eran el polo de poder político más importante de Italia, y al que se le subordinaban sus aliados de la Casa de las Libertades (AN y UDC). Las exigencias de los cristianos de la UDC, que Berlusconi nombre un ministro de economía que los satisfaga y que se paren las reformas "federalistas", hacen temblar al gobierno. La UDC también pide la vuelta del sistema electoral proporcional (hoy existe un sistema "mayoritario", organizado a través de coaliciones), para que la coalición de gobierno se pueda negociar directamente en el Parlamento, como lo hacían hasta inicios de los 90. Porque del otro lado del arco político, en la centroizquierda, los cristianos de la Margarita, esperan una ruptura de la UDC, para hacer un gobierno de centro, que no incluya a Refundación Comunista, que sería el sector más "presionable" por el movimiento de masas y que no garantizaría la estabilidad del eventual gobierno (como ya sucedió en los 90 con Prodi). Pero la reaccionaria y sabia "casa madre", la Iglesia Católica, no quiera la caída del gobierno de Berlusconi, porque piensa que el Olivo (aún con la ayuda de la UDC) no le va a poder hacer frente a una clase obrera y un movimiento de masas muy activos en este último período y que mostró sectores que se radicalizan. Mientras que el "izquierdista" diario "Il manifesto", de una manera entusiasta, puso en su tapa la foto del líder católico Follini con el título "El hombre de la Providencia", justamente "Avvenire", diario de los obispos italianos tituló el lunes "La crisis es un paso irresponsable", mostrando la foto del mismo Follini. La Iglesia prefiere al Olivo (y a Refundación Comunista) en la oposición para contener y desviar las luchas, que anticipar una eventual carta más frentepopulista, necesaria para cuando las papas quemen.

Si la vieja burocracia sindical de la CGIL, CISL y UIL, no pudo parar a los choferes de autobuses, ni a los telefónicos de TIM, ni a los trabajadores de Alitalia, ni a los trabajadores de Melfi, y en todos estos conflictos los trabajadores salieron o ganando, o al menos sin perder, y en los cuales los "radicales" (al menos en el discurso) COBAS tomaron un peso importante en sectores neurálgicos de la clase ¿podrá un gobierno del Olivo contener a una clase obrera que se puso en movimiento y que se ligó a la juventud "antiglobal" y además protesta contra las guerras imperialistas? Este es el gran debate que atraviesa a la burguesía italiana, en el que algunos pretenden que volviendo al sistema "proporcional" se cree un régimen más flexible que permita cambiar de gobierno cada vez que haya presiones fuertes del movimiento de masas. Del otro lado, la gran burguesía europea, francesa y alemana particularmente, quieren gobiernos de larga duración y previsibles para que acompañen las medidas económicas conjuntas de la Unión Europea, y no gobiernos débiles presionables por el movimiento de masas.

Las luchas obreras en Italia vinieron para quedarse. No hay sector obrero en el país que no haya desarrollado luchas desde el 2001 hasta ahora, y en las huelgas generales millones de trabajadores se manifestaron por todo el país. Victorias como las de Melfi (ver LVO anteriores) dan una nueva moral de lucha al conjunto de la clase, que es la verdadera "antagonista" que puede ganarle a los ataques antiobreros y antipopulares del gobierno del millonario Berlusconi, y liderar una alianza social con el resto de los oprimidos para tirar abajo a su gobierno y a sus planes económicos. Hoy Refundación Comunista va a la rastra del patronal Olivo, y se prepara para entrar en un posible nuevo gobierno nacional. Hoy que el ánimo de lucha y la combatividad de los trabajadores se mantiene alto hay que llamar, más que nunca, a la creación de un verdadero partido trotskista en Italia, que rompa con la nefasta tradición del stalinismo, continuada con formas "modernas" por refundación Comunista, y que pellepor la independencia de clase de los trabajadores, y que plantee la alternativa de un gobierno obrero en Italia

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