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Internacionales

Crisis en el gobierno de Lula

30 de junio 2005

Un proceso de crisis recurrentes en el gobierno y desgaste del Congreso 

El gobierno de Lula viene de un proceso de recurrentes crisis expresadas en el fortalecimiento de los principales partidos de la oposición (desde las elecciones de octubre de 2004), la pérdida de la presidencia en la Cámara de Diputados y un proceso de crisis y divisiones entre los partidos que son su base aliada en el Congreso como así también principalmente en el interior del propio PT.
Es en ese marco de crisis recurrentes, que se hicieron públicos una serie de videos que involucran al Presidente Nacional del PTB1, Roberto Jefferson, uno de los principales aliados de Lula, en un escándalo de corrupción en la oficina estatal de Correos, hecho que motivó la instalación de una Comisión Parlamentaria de Investigación (CPI).

El escándalo del "mensal˜ão” le da un duro golpe al PT y profundiza la crisis

La decisión del gobierno de “despegarse” de Roberto Jefferson, utilizándolo como “chivo expiatorio”, hizo que éste revele un esquema de corrupción por el cual el PT habría comprado el voto de diputados a través del pago de una cantidad mensual (conocida como “mensal˜ão” o “mensualidad”) de R$ 30 mil (aproximadamente 30 mil pesos) y un bono de R$ 1 millón a fin de año a cambio de apoyo político en las votaciones del Congreso, esquema que sería ejecutado bajo las órdenes de José Dirceu (que concentraba un importante poder político como jefe de ministros), reconocido como la “mano derecha” de Lula y con el conocimiento de varios otros ministros.
El escándalo del “mensal˜ão” representó un salto de calidad en el proceso de crisis recurrentes en el gobierno y de desgaste del Congreso en la medida en que alcanza directamente a los ministros y a la cúpula del PT e involucra una relación espúrea entre el Ejecutivo y el Legislativo, llegando a provocar la caída de José Dirceu.
Los actuales escándalos de corrupción asestan un golpe históricamente inédito al PT, sacándole una enorme parte de su capital político ante el movimiento de masas atribuido por las banderas de la “moral” y la “ética”. Para el PT, la cuestión de la “moral” y la “ética” siempre actuó como uno de los pilares de su ligazón con sectores intelectuales, de izquierda, de las clases medias y del proletariado, en la medida en que permitía al partido aparecer como el “representante” de las expectativas de esos sectores contra la corrupción en las instituciones del régimen, funcionando como “pata izquierda” y sostén de la democracia burguesa que se establece después del fin de la dictadura militar en la década del ’80. Aún está por verse la magnitud de los estragos que pueden provocar estos escándalos, pero los desgastes provocados hasta ahora apuntan a un aumento del desprestigio del Congreso como institución del régimen y a un debilitamiento del PT que seguramente dejará una profunda huella en la histórica relación de este partido con las masas.
La profundidad de la crisis que alcanza al partido de gobierno se expresa en los inéditos conflictos que empezaron a surgir entre el gobierno y la cúpula del PT, además del recrudecimiento de las divisiones internas en el partido. Divisiones estas que no han sido sólo de corte horizontal (subproducto de las disputas entre las alas izquierda y derecha del partido), sino también han adquirido corte vertical (dividiendo la misma derecha mayoritaria dominante en el partido).

Un cambio en la relación de fuerzas entre el PT y los demás partidos burgueses

En las elecciones municipales de octubre de 2004 el PSDB2 salió como el principal ganador, derrotando al PT en la ciudad de S˜ão Paulo, y el PFL3 también salió fortalecido con su victoria aplastante en el 1° turno de Río de Janeiro, que son las dos principales ciudades del país. El PT, aunque haya saltado del 4° al 1° partido más votado en todo el territorio, creciendo sustancialmente en las ciudades del interior, sufrió importantes derrotas en algunos de los principales centros urbanos y en algunos de sus principales reductos electorales, como era Porto Alegre hace más de una década.
Por otro lado, desde el inicio del gobierno, como forma de fortalecer su base de sostenimiento en el Congreso, el PT tuvo una política sistemática para sacarle diputados a los partidos de oposición e integrarlos a los partidos de la base aliada. De febrero de 2003 (día de la posesión de Lula) hasta hoy, la bancada del PL4 saltó de 28 a 54 diputados, la del PMDB5 de 61 a 85, la del PP6 de 41 a 54 y la del PTB de 35 a 47.
El resultado aparentemente contradictorio para el PT en las elecciones de 2004 hoy se revela en la práctica como una semiderrota, combinado con el aumento de las bancadas de los partidos de la base oficialista, son los fundamentos de un cambio más estructural de la correlación de fuerzas entre los principales partidos del país, en el cual el PT sale perjudicado. Ese movimiento está relacionado al inicio del proceso en el cual el PT comienza a pagar el precio por no atender mínimamente las expectativas de cambio que fueron depositadas en Lula en las elecciones de 2002.
Ese es un aspecto más estructural de la actual crisis política, que va más allá de los escándalos de corrupción. En ese sentido están en juego no sólo las disputas en torno a las elecciones presidenciales de 2006 sino también la construcción de un nuevo equilibrio en la coalición de gobierno, necesario para que Lula retome la iniciativa política en pos de garantizar la gobernabilidad. 

Las direcciones de la CUT, del MST y de la UNE se esfuerzan para salvar al gobierno

La CUT, el MST, la UNE, la CMP y la CNBB/PS7 se unificaron alrededor de un bloque enorme que reúne 43 entidades y prácticamente todas las principales direcciones del movimiento de masas en Brasil en un verdadero “blindaje” de Lula, que tiene como objetivo impedir que la indignación del pueblo con relación a los escándalos de corrupción salgan de su control y ganen las calles del país en forma de protestas que pueden volverse en contra del gobierno.
Para justificar la defensa de Lula y al mismo tiempo diferenciarse de la orientación abiertamente neoliberal del gobierno, esas direcciones crearon una “teoría” en la cual, por un lado, defienden el gobierno de Lula contra una supuesta amenaza golpista planeada por Washington y las transnacionales en connivencia con el PSDB (según ellos, la derecha) y, por otro lado, se contraponen al neoliberalismo del mismo gobierno exigiendo cambios en la política-económica. Lo que esa “teoría” no explica es ¡¿por qué Bush y las grandes empresas transnacionales elogian tanto el neoliberalismo de Lula y al mismo tiempo quieren derrumbarlo?!
Los llamados que esas direcciones burocráticas han hecho a la movilización de sectores de masas son para defender al gobierno e intentar salvarle el pellejo a Lula, bajo la “teoría” del “golpismo de derecha”.

El carácter indefinido del desarrollo de la crisis

Por un lado, el gobierno necesita cerrar la crisis y forjar un nuevo equilibrio en la coalición de gobierno para garantizar el mantenimiento de la relativa estabilidad económica, la implementación de la segunda oleada de reformas neoliberales (entre las que están incluidas la reforma sindical, universitaria, la segunda fase de la previsional, la tributaria, la política y la laboral), y su reelección en 2006.
Por otro lado, la clase trabajadora y el conjunto del pueblo explotado y oprimido necesitan expresar por alguna vía su descontento en relación a las condiciones de vida de “los de abajo” combinadas con los escándalos de corrupción de “los de arriba” y su desilusión en relación a las expectativas depositadas en Lula.
En medio a la tensión, el PSDB del ex presidente F. H. Cardoso ha cumplido un papel central, pues, al mismo tiempo que busca “desangrar” al PT y con eso fortalecerse para las elecciones presidenciales de 2006, ejecuta sus maniobras de forma tal que preserva la figura de Lula y las instituciones del régimen de dominio de conjunto, buscando evitar un desarrollo superior de la crisis.
Para lograr forjar un nuevo equilibrio en la coalición del gobierno Lula está obligado a, como él mismo ha dicho, “cortar en la propia carne”, lo que significa transferir “cuotas de poder” del PT a los demás partidos de la base aliada. Ese “cortar en la propia carne” ha sido el motor fundamental de la profundización y del agravamiento de las crisis internas del PT, que a su vez son motores de “rebeliones” más agudas en los demás partidos de la base aliada, pues se rehúsan a votar con el gobierno cuando ni siquiera el PT vota centralizado.
Por el momento Lula, tras un nuevo giro a la derecha, ha logrado “cerrar” un pacto de gobernabilidad con el centroderechista PMDB ofreciéndole más de cuatro ministerios en su gabinete a cambio de apoyo político a su gestión.
Ese conjunto de elementos, sumado al clima de “caza de brujas” abierto con la CPI de los Correos y del “mensal˜ão”, le atribuyen a la coyuntura brasileña un carácter extremadamente fluido e indefinido, subordinado a la posibilidad de cambios abruptos en el escenario político.

La clase trabajadora necesita impulsar una política independiente para responder a la crisis

Nada se puede esperar de la burguesía, del Congreso, del gobierno, del PT y de la burocracia sindical. Ningún tipo de batalla seria contra la corrupción será dada si los trabajadores no toman la iniciativa. La CPI es el mecanismo que el régimen utiliza para garantizar que la podredumbre de la propia democracia de los ricos sea investigada bajo el control de los mismos involucrados, para preservar las instituciones y conservar los mecanismos de dominio sobre los trabajadores y el pueblo pobre. Esas Comisiones son constituidas por los propios acusados y sus aliados.
La política justa y correcta para aprovechar la desconfianza popular en el Congreso y en sus CPI’s exige la conformación urgente de una Comisión de Investigación Independiente constituida por los parlamentarios del PSOL, sindicalistas combativos y todos aquellos luchadores independientes del gobierno, del PT y de los partidos burgueses de oposición. Esa Comisión Independiente podría funcionar con sesiones públicas y sin ningún secreto.
Pero no basta responder sólo a la podredumbre de la corrupción. La actual crisis política posee aspectos estructurales y es necesario responder también a las demandas estructurales de la población y a los ataques de Lula en forma independiente de la burguesía. Es necesario unificar a los trabajadores alrededor de ejes políticos independientes que respondan al problema de la desocupación, el ajuste salarial, la miseria en el campo y las reformas neoliberales.
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1 Partido Laborista Brasilero.
2 Partido de la Socialdemocracia Brasilera
3 Partido del Frente Liberal
4 Partido Liberal (derecha, del vicepresidente de la República José Alencar)
5 Partido del Movimiento Democrático de Brasil (Centro Derecha del ex presidente José Sarney)
6 Partido Progresista (conservador)
7 Central Única de Trabajadores, Movimiento de los Sin-Tierras, Unión Nacional de Estudiantes, Central de los Movimientos Populares y Confederación Nacional de Obispos de Brasil / Pastorales Sociales.

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