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Partido de los Trabajadores Socialistas
    Buenos Aires   |  29 de abril de 2024
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Argentina
El otro demonio del señor Verbitsky
22 Oct 2001 | El periodista Horacio Verbitsky respondió en notas aparecidas en Página 12 y en La Nación las posiciones de Hebe de Bonafini, y los escritores Vicente Zito Lema y David Viñas acerca de los atentados del 11 de setiembre. Desde entonces se abrió una importante polémica en la izquierda y sectores de la intelectualidad sobre la posición ante el (...)

En palabras de David Viñas «Las acciones violentas en Washington son una forma inédita de lucha de clases.” En la misma frecuencia, Vicente Zito Lema consideró que “el señor Laden es un revolucionario”, que “su lucha es parte de la lucha de clases de la humanidad, los oprimidos de la humanidad contra el imperio”. En tanto Hebe de Bonafini sostuvo que los autores de los atentados lograron “...hacer mierda al poder más grande del mundo...” y que por esa razón los norteamericanos hoy “están muertos de miedo... Ese pueblo que se calló y aplaudió las guerras”. El señor Verbitsky enarbola una variante sofisticada –como veremos más adelante- de la teoría de “los dos demonios”.

Verbitsky inventa un León Trotsky a su medida
En la nota aparecida en Página 12 Verbitsky impugnó los argumentos de Bonafini, Zito Lema y Viñas con citas de León Trotsky contra el terrorismo individual. Sin embargo, su utilización ha sido por demás parcial o bien forzada ya que en el pensamiento del revolucionario ruso, la condena al terrorismo individual no estaba dirigida desde un punto de vista moral o “ético” como Verbitsky pretende hacerlo aparecer.
Trotsky y los trotskystas no rechazamos la violencia como método de lucha política, por el contrario, consideramos su utilización como legítima frente a la opresión. Nuestra crítica pública al atentado está centrada contra la violencia individual denunciando el carácter reaccionario de los mismos, por sus consecuencias políticas y sus víctimas inocentes. Porque en su monstruosidad debilita la causa palestina o del pueblo de Irak contra el bloqueo y abre el camino para fortalecer las tendencias reaccionarias.
Como señala Verbitsky, para Trotsky: “...el desorden que un atentado terrorista provoca en las masas obreras es más profundo...”, y sigue “...cuanto más ‘eficaces’ son los actos terroristas y mayor es su impacto, más limitan el interés de las masas por su autoorganización y autoeducación...”.
Este pensamiento no niega la violencia revolucionaria como un momento necesario de la lucha de clases, sino que la liga estrechamente a la movilización y organización independiente de las masas en lucha. Por esa razón es que Trotsky considera que “Argumentos como que toda violencia es un mal, incluida la violencia revolucionaria...implican una filosofía digna de los quáqueros, evangelistas y solteronas del ejército de salvación. Quienes se proponen unos fines deben aceptar los medios. Y el medio que conduce a la liberación es la violencia revolucionaria... la propaganda pacifista en la clase obrera no sirve más que para ablandar la voluntad revolucionaria del proletariado y hace el juego de la violencia contrarrevolucionaria, armada hasta los dientes.” 1
Estas son las verdaderas posiciones de Trotsky y no la versión castrada y light que utiliza como pasaporte falso Verbitsky para contrabandear su pacifismo proimperialista.

Una coincidencia básica entre el señor Verbitsky y Hebe de Bonafini
En la polémica “Verbitsky vs. Madres” a pesar de su virulencia se encuentra una coincidencia básica. Ambos confunden, a su turno y alternativamente, los movimientos de masas con sus direcciones.
El periodista arremetió contra la caracterización de revolucionarios endilgada a los autores de los atentados y a Bin Laden, así como los métodos utilizados por éstos. Verbitsky dice que los autores de los atentados “no han sido proletarios en lucha por la revolución socialista, sino el régimen teocrático de Afganistán... El señor Bin Laden no busca abolir la explotación ni liberar las fuerzas productivas contenidas por un régimen de producción anacrónico. Es el heredero de un multimillonario contratista de obras públicas para la monarquía saudita...”
Coincidimos. Los hechos del 11 de setiembre no representan una acción revolucionaria de la lucha de clases, ni Bin Laden y sus seguidores persiguen el objetivo de liberar a los pueblos o derrotar al imperialismo y la explotación capitalista. Lo que busca es desestabilizar el régimen prooccidental de Arabia Saudita y otros de la región para instalar a su facción burguesa como dominante. El discurso demagógico acerca de la “guerra santa” contra Occidente y las declaraciones por la causa palestina e irakí, del mismo Bin Laden a la cadena Al Jazeera, es la ideología con la que recubren estos objetivos políticos.
Bonafini, Viñas y Zito Lema, confunden dirección reaccionaria de Bin Laden con la justa lucha de los pueblos oprimidos y con esto le hacen un favor a quienes, lejos de pretender el desarrollo revolucionario de la lucha de clases, lo postergan en función de los intereses de estas anacrónicas y reaccionarias burguesías.
Pero el señor Verbitsky parte de la misma identificación, igualando a Bin Laden con la resistencia de la nación oprimida, quitándole toda legitimidad a la lucha del pueblo afgano. “Ni Bin Laden ni Bush” dice el periodista, pero olvida que existe una guerra. Bush lanzó una alternativa de hierro: o con EEUU o contra EEUU.
Existiendo una guerra de por medio, no se trata de determinar quién es “mejor”, si Bush o Bin Laden, sino de responder a la alternativa lanzada por el presidente norteamericano. Se trata en verdad de un problema de las relaciones entre las clases y de la lucha por la independencia de una nación subdesarrollada frente a la guerra declarada por el imperialismo para recomponer su poder imperial herido. Tomar partido por la nación oprimida significa estar por su victoria militar y no por el apoyo político a su fracción dirigente como creen Bonafini, Zito Lema y David Viñas.
De ahí que, en momentos en que toneladas de bombas “made in USA” caen sobre el pueblo afgano la supuesta neutralidad del señor Verbitsky, no puede menos que transformarse en reaccionaria. Es decir, proimperialista.

“Contra el terrorismo” con las armas del “estado de derecho”
La figura de “terrorismo” ha sido históricamente utilizada para criminalizar los movimientos políticos y sociales contra el orden burgués imperialista. En esta tónica y luego del 11 de setiembre, EEUU –el estado terrorista por excelencia- ha dado una larga lista de enemigos “terroristas” a eliminar, entre los que incluye desde Saddam Hussein, hasta los grupos de la resistencia palestina, las FARC, la ETA, etc. -y no nos sorprendamos de alguna mano criolla que incluya a los piqueteros argentinos-, para justificar su represión. Verbitsky entra en la lógica de la luchar contra el terrorismo, sólo que para ello esgrime la defensa del “estado de derecho” y los “espacios democráticos”. Estos son para él valores universales por fuera de las relaciones sociales, incluida la guerra. Pero este valor supuestamente humanitario, en realidad adopta un carácter burgués y concreto cuando su artículo reivindica “al sistema democrático español, que responde dentro del estado de derecho a los atentados de la ETA”. Aquí sus “democráticos” valores salen en defensa del reaccionario estado imperialista español –el mismo que desfalcó Aerolíneas-, que cohabita con la monarquía heredera del franquismo, que utilizó sus bandas paramilitares contra los luchadores vascos. En épocas de guerra cualquiera sea la variante de la teoría de los dos demonios, termina favoreciendo la ideología de las clases dominantes y el accionar de los opresores contra los oprimidos. Verbitsky en nombre de un supuesto “derecho internacional” pretende que los organismos imperiales como el Tribunal de la Haya y la ONU - dicho sea de paso al igual que Fidel Castro2 - sean la alternativa a la retaliación norteamericana.

O con el imperialismo o con los pueblos oprimidos
En su prédica contra la guerra Verbitsky apela sólo a “una movilización popular masiva que amplíe y no restrinja los espacios democráticos.” Sin embargo, esta movilización debe ir dirigida contra el gobierno derechista de Bush y su política represiva, antiinmigrante y de recorte de las libertades civiles, bregando por la derrota de la maquinaria bélica, es decir sin detenerse en los meros límites “democráticos” que pretende imponerle el periodista, liquidando así toda solidaridad activa y efectiva con el pueblo afgano y los pueblos oprimidos.
Por otro lado la lucha contra la guerra imperialista se hace impensable sin la movilización masiva del movimiento anticapitalista que se desarrolló a partir de Seattle y de la clase obrera de Estados Unidos y Europa. Teniendo esto en cuenta resulta increíble la miopía populista de Bonafini, Zito Lema y Viñas que culpabilizan al pueblo norteamericano de la política de sus gobernantes, despreciando la importancia clave de los mismos como aliados del pueblo afgano y de Oriente Medio, en su lucha contra el Imperio.
Por el contrario, para los socialistas revolucionarios la movilización independiente de la clase obrera y del movimiento anticapitalista de esas potencias contra la guerra –apelando al boicot a las acciones bélicas y el transporte de tropas y pertrechos, al reclutamiento, etc.-, junto a la resistencia y la movilización independiente de los pueblos de Asia Central y Medio Oriente, no sólo representan una necesidad en la actual etapa sino que además son el arma más efectiva para derrotar la maquinaria bélica, como lo demostró la guerra de Vietnam; y esto último adquiere una importancia vital ya que no hay que olvidar que el triunfo imperialista en la Guerra del Golfo fortaleció la dominación imperial y reforzó la ofensiva “neoliberal” de los 90.
En cambio, una derrota militar del imperialismo norteamericano en la guerra actual, abriría sí enormes posibilidades para el conjunto de los pueblos oprimidos del mundo y un camino revolucionario incluso contra sus propios verdugos nacionales –como en el caso afgano los talibanes- así como la perspectiva de una legítima y posible liberación del pueblo palestino contra la opresión sionista israelí. A su vez una derrota imperialista daría un gran impulso a la clase obrera norteamericana y al movimiento anticapitalista.
La campaña de guerra desatada, contiene en su seno gérmenes de una lucha de clases que, no se expresan en tal o cual figuras individuales sino en fuerzas sociales e históricas en pugna. De su resultado dependerán en gran parte las futuras relaciones de fuerza que constituyan el nuevo escenario del mundo. Por eso no hay un lugar intermedio entre el imperialismo y los pueblos oprimidos.

 

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