El 4 de febrero de aquel año, la dictadura de Galtieri secuestraba a Ana María Martínez, una joven obrera metalúrgica, militante del PST, cerca de su casa a plena luz del día en Villa de Mayo. Ana María, aparecería asesinada 10 días después cerca del Rio Luján. Fue la última víctima del PST–Partido Socialista de los Trabajadores, que tuvo 100 compañeros asesinados por la Triple A y por la dictadura genocida. La cuota de sangre del trotskista PST (antecesor del viejo MAS y del PTS) había comenzado con el “Indio” Fernández, en mayo de 1974, joven metalúrgico, también de zona Norte
“Rosalía” era el apodo de clandestinidad con la que la conocíamos quienes militabamos en ese tiempo junto a ella. Su muerte, mostró un cambio importante. Recuerdo cuando a la madrugada, subiendo al transporte que nos llevaba al Astillero Astarsa, dos viejos obreros comentaban a viva voz la brutalidad del secuestro, que se había hecho público. El país no era el mismo, la dictadura languidecía. La revista Gente lo sacó en tapa. Un mes y medio después el 30 de marzo los trabajadores enfrentaban en Plaza de Mayo a los milicos. El 2 de abril desembarcaban las tropas en Malvinas y con la derrota caería la dictadura.
Los asesinos de Ana María y los 100 camaradas del PST siguen impunes. Cárcel a los genocidas.