Un tema del que se habló mucho en la última semana fue la muerte de Matías Bragagnolo de 16 años. El marco de los hechos fue una pelea entre jóvenes, con un policía que “por las dudas” actuó con saña asesina. Una situación muy parecida a la que ocurre todos los fines de semana en cualquier parte del país. Sin embargo hubo algo que convirtió la situación en “extraordinaria”: El escenario no fue una barriada del conurbano sino Palermo Chico, víctima y victimarios no eran hijos del pueblo trabajador sino “chicos bien”.
Y las diferencias de clase entonces se hicieron sentir. La cobertura de los medios fue impresionante, la justicia actuó con inusual rapidez: ya hay cuatro detenidos, incluyendo al policía federal Luis Villegas acusado de “presunto incumplimiento de deberes de funcionario público”, el Ministro Aníbal Fernández atendió inmediatamente a los familiares.
Quien no desaprovechó la oportunidad fue Juan Carlos Blumberg que corrió solícito a las cámaras para reiterar su prédica por la baja de la edad de imputabilidad a los menores y el arsenal de medidas represivas que ya conocemos. Claro, Blumberg sabe que las consecuencias de su política fascista las padecerán, como ya sucedió en su momento, los pibes de los barrios y los trabajadores que salen a luchar. Cualquier argumento es válido para este “cruzado” aunque todo apunte, aún en este caso, a la misma policía cuyo poder contribuye permanentemente a aumentar.