“Si bien antes teníamos que cumplir con objetivos y trabajar a full -arranca la compañera-, hoy por hoy la presión para aumentar los ritmos de producción es mucho más insoportable. Sufriendo enfermedades como tendinitis en las manos, hombros y otras articulaciones, túnel carpiano, hernias de disco, problemas lumbares y cervicales, que en muchos casos derivan en operaciones e infiltraciones. Muchas de las mujeres no pueden ni siquiera levantar a sus hijos”.
Médicos que no están y ambulancias que no llegan
Hoy en la planta de Lear los médicos están sólo un par de horas por día para atender a casi 900 trabajadores. “El servicio médico está cada vez peor -continua-, el botiquín está vacío, y la ambulancia, las veces que se necesitó, tardó más de una hora en venir”.
Según datos de los propios obreros y obreras, el 70% de los trabajadores estuvo o está con carpeta de la ART. “Creo que eso lo dice todo -expresa-, acá hay chicos que trabajan hace 6 meses y ya están con tendinitis y tienen mucho miedo de denunciar. En enero la empresa despidió a 30 compañeros/as y muchos de ellos estaban por ART”.
“Yo me aguanté 9 años antes de animarme a decir que me dolía -recuerda y comenta-; tenía mucho miedo que me echen, hasta que no aguanté más. Estuve 3 meses con licencia y me recalificaron. Hoy el hombro igual me duele y hago mucha kinesiología. Creo que la manera para que dejemos de enfermarnos y paremos de rompernos el cuerpo es bajando los ritmos de producción”.
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