por Jimena Gale

Mientras el gobierno denuncia al periodismo “mal intencionado” del grupo Clarín, tanto los medios oficialistas como los de la oposición patronal defienden sus propios intereses, que son opuestos a los nuestros.

El 17 de septiembre Página/12 dio una lección de cómo rebuscárselas para dejar bien parado al gobierno después de la enorme marcha del 16. Es que este año, además de conmemorar la Noche de los Lápices, hubo una enorme manifestación de repudio que se viene gestando en cada escuela, cada universidad, cada terciario, hacia la política educativa tanto de Macri como del gobierno nacional.

Los periodistas k son tipos ingeniosos. En la nota sobre la marcha describen el frente de la columna. Mencionan la bandera de “los lápices siguen escribiendo” y nombran un cartel por la aparición de Luciano Arruga donde se acusa a la maldita policía de Scioli (tirándose contra el gobernador, como si no fuera kirchnerista). Pero hasta ahí llega la denuncia. Parece que al sagaz cronista, que cuenta todo con lujo de detalles (hasta los colores de las vinchas de las chicas), se le pasó un detalle. No vio ni un sólo cartel de las decenas que habían por Julio López.

A su vez no hay párrafo donde no destaquen las críticas a Macri. Sólo al final, perdido, cuenta que también “hubo palo para el gobierno nacional”, pero enseguida aclara “señal de que criticar ahora se puede, pero especialmente el centro estuvo puesto en la desfinanciación y demolición que está ejecutando el gobierno de Macri sobre la educación pública”. La magia de transformar lo negativo en positivo, metiendo la realidad bajo la alfombra.

El periodista concluye “los lápices siguen escribiendo”. Pero es evidente que los lápices de estos periodistas lo hacen para justificar a su gobierno. Nuestros lápices, los de las tomas, las asambleas y las movilizaciones, además de escribir, siguen combatiendo a la impunidad.