Diariamente millones ingresan en las fauces del monstruo que los oprime durante horas. Dejan su cama llena de sueños incumplidos. Llevan el recuerdo de sus hijos que sólo ven un rato y el de sus esposos/as a los cuales, saben, deben varios Te Quiero por falta de tiempo y ganas. Guardan en un rincón viejos anhelos y esperanzas. Un día algo se interrumpe violentamente y un aire nuevo se respira entre las máquinas. De a uno levantan la vista y se encuentran en los otros, ven el odio en lucha con la resignación, muecas de hartazgo, puñetazo en una máquina. La impotencia se vuelve impotente ante la bronca que crece. Uno se levanta de su puesto. Se mueve. Otro lo sigue. Hablan cada vez más alto. Agitan sus manos y palabras, llegan a sus oídos y golpean directo en el estómago. Un calambre de ira se extiende. Las voces se multiplican. Alguien toma la palabra y dice: -¡Compañeros!... Todo estalla. Los años de opresión se transforman en ansias de cambio. Una bandera: Pirelli explotador. Van por sus verdugos.