Cristina Kirchner ganó las elecciones con el argumento de la mejoría económica. Pero en realidad quienes ganaron fueron los empresarios. Este año los dirigentes de la CGT y la CTA pactaron un tope del 16.5% a los aumentos de salarios que se fueron licuando con la inflación. Una enorme parte de los nuevos puestos de trabajo creados son contratos precarios y encima los patrones están liberados de pagar cargas sociales a un 43% de los trabajadores que está en negro. Sólo 1 de cada 5 trabajadores recuperamos el poder de compra del salario que teníamos en el 2001, antes de la devaluación. Y para antes de fin de año, anuncian aumentos de las tarifas de luz y gas.

Lo mínimo que tenemos que reclamar es una suma de emergencia que compense en parte este robo a nuestro bolsillo. Un “doble aguinaldo”, como ya ha reclamado el cuerpo de delegados del subte.

Este doble aguinaldo debe ser para todos: los ocupados y también para los desocupados que este gobierno mantiene en la miseria. Para los estatales y de todas las empresas privadas, sean efectivos, en negro o bajo las distintas modalidades de contrato precario.

Pero nada va a venir de arriba y sí con la lucha. Así se demostró en Santa Cruz, donde el gobernador kirchnerista Peralta, tuvo que pagar hace seis meses un doble aguinaldo para los trabajadores estatales de la provincia del presidente. Fue una consecuencia de la gran huelga docente por superar el tope salarial de la CGT y CTERA y terminar con las sumas en negro.

Este reclamo debe ser el primer paso para preparar una lucha mayor. La de oponer a la mentira del Pacto Social, una paritaria nacional única, con delegados elegidos en asambleas, que reclame la efectivización de todos los contratados e imponga una cláusula gatillo que reajuste los salarios automáticamente según la inflación, partiendo de un mínimo igual a la canasta familiar para todos los trabajadores.