A lo largo de nuestras vidas nos enseñan cómo actuar, qué decir, y que aprender… Nos enseñan cómo agachar la cabeza y seguir adelante. Se te hace costumbre no decir nada ante los golpes y los atropellos, hasta que en cierto punto decimos basta.

¿Porqué tiene que ser así? En las fábricas para asegurarte el bienestar ser el más buchón es una garantía de ascenso. Hoy se nos está haciendo costumbre levantar la cabeza, juntarnos y apoyarnos. Lunes, temprano, el frío te rompe la cara, las manos se te ponen blancas y parece que están sumergidas en hielo, lo que hace más doloroso el trabajo, pero volves, te la bancas por que no queda otra, pero tenés la fuerza de mirar más allá de tu ombligo, prendes la radio y hablan de fondos buitres, una “heroica batalla que está dando el gobierno”, aunque no tan heroica nos parece, pagan 500 millones de dólares, que equivalen a como 1000 años de sueldos de un obrero a los especuladores, un poco el relato se cae, como se caen las escuelas, los hospitales. Encima atacan a los trabajadores con sus perros guardianes. Escuchas que un tal Pignanelli que representa a los trabajadores de las autopartistas justifica despidos, algo anda mal.

¿Cuál es el camino? Los obreros de Lear y Donneley nos muestran otro camino, parándole la mano a la empresa, a la burocracia, nosotros tomamos como tarea juntarnos con los amigos a contarles que está pasando con esos valientes obreros, a rodearlos de solidaridad, a organizarnos con los compañeros que están al lado nuestro, peleando día a día, porque es eso, pelearla día a día, sabemos que tenemos que darlo vuelta todo, y que entre nosotros, confiando en nuestra fuerza lo vamos a hacer.