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Comunicados de prensa

ENTREVISTA A ADOLFO “COCO” MANTILARO

La crisis del sistema de salud provincial

Entrevistamos al Dr. “Coco” Mantilaro, uno de los trabajadores de la salud que son referencia de aquellos años y que continúa desarrollando trabajo social vinculado principalmente con la niñez y adolescencia.

Prensa PTS

12 de julio 2008

El sistema de Salud de la provincia de Neuquén fue conocido por ser uno de los mejores sistemas del país. Sus bases fueron creadas a inicios de la década del 70 y responde a un modelo organizacional regionalizado e integrado a través de una Red de Establecimientos escalonados en niveles de complejidad. En esa época había una alta mortalidad infantil en Neuquén (un indicador que se utiliza para medir la calidad de la atención en salud de una población) y además una alta incidencia de enfermedades inmunoprevenibles (las que se pueden prevenir con las vacunaciones), respiratorias y diarreicas. Existía también un elevado número de muertes por causas mal definidas, escasez de servicios y de personal de salud. Hoy, tras una política de vaciamiento sostenido implementada por los últimos gobiernos provinciales, el sistema está devastado. Largas colas desde la madrugada para conseguir turnos, fuga de trabajadores hacia las clínicas privadas, falta de inversión, movilizaciones en los pueblos del interior por el estado de los hospitales son algunas postales comunes en la provincia producto de la crisis del sistema de salud provincial.

Entrevistamos al Dr. “Coco” Mantilaro, uno de los trabajadores de la salud que son referencia de aquellos años y que continúa desarrollando trabajo social vinculado principalmente con la niñez y adolescencia.

CA: ¿Cómo empezaste en el sistema de salud provincial?

CM: Empiezo en el sistema en el 70-71. La propuesta de trabajo era una construcción y con una forma de atención hospitalaria con coberturas de centros de salud, guardias y casas. Empecé en el Castro. Armamos el servicio de neonatología en un pasillo, lo que generó mucha bronca con médicos que tenían un estilo diferente. Nos llamaban las ratas de hospital porque estábamos muchas horas, estábamos enamorados de lo que se pensaba a hacer.

El sistema empezó con una descentralización que fuimos aprendiendo acá. Todo era una ida y vuelta. Todo era un desafío. Sentías que había muchas cosas por hacer, estabas bien conducido, con un marco de referencia técnica que te apoyaba, con ateneos bibliográficos permanentes. Viajábamos al interior para conocernos. Parecía que estos pasitos de ser penetrado por lo social y uno tratar de estar al servicio, y este ida y vuelta iba cerrando el sistema.

CA: ¿El sistema de salud se construía desde abajo o fue impuesto por el gobierno?

CM: Percibo que el sistema se amasaba desde abajo. Se dio como un fenómeno que fue penetrando y valorando a las personas que trabajaban en el sistema. Tratábamos de pensar en clave de trabajar mejor, tener una cobertura humanizada. Desde el vamos no teníamos la conceptualización de salud como derecho, pero si de que el hospital público tenia responsabilidades con la población. Abrir los servicios y llevar las acciones a donde estaba la gente fue preferentemente de los servicios de pediatría y obstetricia. Los primeros que estábamos en la trinchera éramos los pediatras, los obstetras y los odontólogos. Todavía no estaba la idea del médico general que debía hacer actividad extramuro.

La sensación es que los de la subsecretaria lo luchaban a nivel político. Había una motivación de parte de ellos en los primeros años en que todo era muy pequeño. Teníamos una gran confianza que los que estaban en la subsecretaria se peleaban con el poder político para convencer de que el sistema de salud valía como un derecho. Sapag, que tenía una gran agudeza intuitiva de lo social, lo veía como una inversión importante ya que la salud pública cubría una necesidad que él veía que no estaba. En realidad me parece que él veía un rédito político. Por ejemplo, cuando le decían que había que comprar leche, el gobernador quería entregar la leche después de los discursos. Y se le discutió que eso no era inherente al gobernador. Creo que hubo una habilidad una picardía intelectual en Sapag de reconocer que el sistema de salud le iba a dar brillo.

La idea de considerarnos como trabajadores de la salud tampoco fue impuesta. Nada de esto fue impuesto. La conceptualización de trabajar con la gente nos dio mucho para pensarnos como trabajadores de la salud. Tampoco era una cosa masiva ni era un movimiento, pero progresivamente fue dándose. Incluso después del proceso militar se fue dando una concientización de salud como un derecho. Después del proceso militar se dió una división de aguas: quién estaba realmente por una medicina más liberadora y más al servicio de las personas, o los que conformaron la idea de que el médico era la hegemonía médica total, con toda la alta tecnología que sea posible solo para el que llegara.

Por supuesto que mi lectura puede tener un sesgo por haber vivido una parte y a veces no conoces el todo. Yo creo que conceptual, ideológicamente, también nosotros teníamos personas de derecha o extrema derecha dentro del hospital. Sino no podría pensarse que, después de todo, el hospital tuvo adeptos al nuevo cambio.

CA: ¿Y en la dictadura?

CM: En esa etapa el sistema había crecido bastante, ya había muchos médicos full-time. Nosotros empezamos a tener ideas más radicalizadas de lo social y una idea de la igualdad de derecho que fue cada vez más fuerte. A eso lo llamaban comunismo. Pero los milicos fueron tremendamente inteligentes. Se dieron cuenta que tener un sistema así era un sistema regalado.

Entre nosotros hay un parate real, hay temor. A mi me echaron en el 76 luego de una huelga con las enfermaras por falta de personal. Nos fracturaron esta libertad de tener actividades en otras aéreas que no sean los hospitales o los centros de salud. En un Centro de Salud de Villa Florencia trabajábamos con mi compañera, Brasas, y una enfermera en teatro de formación sobre temas de salud en un asentamiento de familias chilenas. Antes de echarme me preguntaban que hacia ahí, que había con los chilenos, como es eso de darles la leche, de darles las vacunas.

Todo era con jinetas. Me acuerdo cuando eran las entrevistas, todo era muy formal. A nosotros nos hacían una entrevista formal y en otro lado los tiraban al Río de la Plata. Igual te das cuenta que con lo que pasó lo nuestro era como de jardín de infantes. Cuando nosotros después tuvimos la idea de la dimensión de lo que fue sucediendo… acá era como que nos tenían tan calados, era como que tenían un zoológico medio abierto que sabían dónde estaba cada especie y si querían lo tomaban. No tenían temor de que vos te escaparas.

CA: Después vinieron las ideas de la autogestión…

CM: Yo percibía que era jerarquización que nos iba alejando de una medicina más horizontal. Se acercaba la concepción de gerenciamiento. No era chiste. Era una concepción económica e ideológica. ¡Igual algunos estaban enamorados! Ahí comenzamos a tener diferencias con algunos jefes de zona. Pasamos de los cursos en los que hablábamos de los factores de riesgo, a los cursos que hablábamos sobre gerenciamiento. Pretendían que los hospitales se autofinancien, entraban en una competitividad que olía distinto. El “oler distinto” es una forma muy burda de decírtelo… técnicamente era una nueva concepción. El Heller fue un primer bastión de esta conceptualización aunque no les salió del todo como querían.

Después empezó lo de la seguridad. Y no es que no veíamos la violencia, lo que estaba pasando. Pero si la mirada no se hacía con un análisis de la situación de cómo estaban los indicadores del mercado, los indicadores laborales, el abandono de las personas, que no tenían laburo, si se habían perdido todas la grandes obras, o había habido una diáspora después de todo lo que fue el Chocón, Planicie y Banderita y que quedaban destruidas las familias. Si vos eso lo dejás y empezás a hacer un gerenciamiento y tenés, como en el Heller, que el primero que te entrevista es uno de seguridad privada, el mensaje es totalmente distinto. Ahí ya ganaron. Algunos dirán que esto era implacable, que la privatización iba a venir, que el neoliberalismo con toda la estructura que tiene iba a continuar, pero las cosas también cada uno puede tener decisiones y lucharla más.

CA: Tu impresión sobre el estado del sistema de salud actual

CM: En el gobierno actual, estratégicamente, son mucho más lucidos. No llevan a la confrontación, sino que llevan al diálogo. Y el diálogo, cuando estás acostumbrado a la trinchera, te desorienta porque vas pensando que vas a tener que hacer dos días de huelga y te dicen que entres para charlar. Hay que reubicarse en esto: el patrón tomó un lenguaje de diálogo.

Y esto que está pasando da muchísima plata a la actividad privada. Es un gobierno que no va a hacer un salto en una concepción de la salud como derecho. Hace falta un grupo que se ponga, a pesar de las adversidades, aunque no tenga un subsecretario que diga “acá me voy a jugar por el hospital público”, que de el “do”, que actualmente no lo están dando, ya que han desmantelado todo y esto no es al azar, es una concepción. Se está atendiendo una población que está trabajando, sufriendo los avatares de todo y ahí es donde el hospital público tiene una gama enorme de cosas para trabajar y no lo hace. Valorar el ida y vuelta dentro del sistema. Tener en cuanta a las enfermeras, al que limpia, a los que conocen a la gente que sabe como están.

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