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A 90 años de la Revolución Rusa

¿Qué fue la revolución de febrero? (Parte II)

15 de marzo 2007

Como vimos en el artículo anterior, la revolución de Febrero, en tan sólo una semana, trastocó profundamente todos los poderes del Estado zarista. Durante décadas, y más aún desde 1905 (año de la primera revolución rusa), todos habían discutido cómo sería la "revolución rusa" contra el zarismo: los ministros zaristas para evitarla, los políticos de la burguesía liberal para contenerla, la aristocracia porque le temía, los periodistas para tratarla con cautela, los obreros y los campesinos porque la necesitaban, los revolucionarios porque luchaban por ella. Sin embargo cuando esta emergió no dejó de ser un suceso inesperado.

La "espontaneidad" de la Revolución de Febrero
Dentro de esta marea popular ya podían distinguirse claramente los contornos sociales de sus actores principales. La revolución se hizo esencialmente desde Petrogrado, y desde ahí se extendió hacia las ciudades del resto del país y al campo; su fuerza social fue la huelga insurreccional iniciada por los obreros, despertando una alianza con los campesinos que obligados por la guerra vestían de soldados. Esas fueron las clases sociales que hicieron la revolución de febrero, pero aún queda saber ¿quién las dirigía? No había un plan premeditado, no había objetivos claramente trazados, ni tampoco todavía una organización poderosa, pero dentro de la acción de las masas alguien había tomado la iniciativa, ¿pero quién?
Los liberales y socialistas moderados estaban interesados en atemperar la acción callejera, y sobre todo diluir la acción de los obreros para poder realizar un acuerdo con la burguesía. Para esto la revolución era presentada como puramente espontánea.
Polemizando con esto Trotsky escribía: "La leyenda de la espontaneidad no explica nada. Para apreciar debidamente la situación y decidir el momento oportuno para emprender el ataque contra el enemigo, era necesario que las masas, su sector dirigente, tuvieran sus postulados ante los acontecimientos históricos y su criterio para la valoración de los mismos. En otros términos, era necesario contar, no con una masa como otra cualquiera, sino con la masa de los obreros petersburgueses y de los obreros rusos en general, que habían pasado por la experiencia de la revolución de 1905, (…) y era necesario que en el seno de esa masa hubiera obreros que hubiesen reflexionado sobre la experiencia de 1905, que supieran adoptar una actitud crítica ante las ilusiones constitucionales de los liberales y de los mencheviques, que se asimilaran la perspectiva de la revolución, que hubieran meditado docenas de veces acerca de la cuestión del ejército, que observaran celosamente los cambios que se efectuaban en el mismo, que fueran capaces de sacar consecuencias revolucionarias de sus observaciones y de comunicarlas a los demás. Era necesario, en fin, que hubiera en la guarnición misma soldados avanzados ganados para la causa, o, al menos, interesados por la propaganda revolucionaria y trabajados por ella."1

La experiencia de los obreros de vanguardia
Como vemos, ningún partido dirigió la lucha que tiró al zarismo, aunque si indagamos más en la clase que dirigió los acontecimientos veremos que en estos 5 agitados días sí existieron "políticos anónimos" de la clase obrera. Es más, si bien todos los partidos se vieron sorprendidos por los acontecimientos, no todos contribuyeron de la misma manera. Los liberales estaban planeando una coalición gubernamental con el zarismo, los "socialrevolucionarios" y los mencheviques buscaban a su vez la alianza con la burguesía liberal.
Los principales dirigentes bolcheviques estaban en el exilio o en la clandestinidad, debido a la persecución zarista. Pero los obreros bolcheviques, aún sin dirigir las acciones, y cautelosos en cuanto a los tiempos de los sucesos, ya oponían una política contra el zarismo que a su vez era independiente de la burguesía liberal.
El 14 de febrero los eseristas y mencheviques querían realizar una movilización de apoyó a los diputados de la Duma (parlamento ruso), incluidos representantes de los burgueses y terratenientes, pero los bolcheviques le opusieron un llamado a una jornada de huelga realizada en 58 fábricas de Petrogrado y movilizando 90.000 trabajadores. Aún siendo pequeño en número, se cuenta aproximadamente 2000 militantes en Petrogrado durante Febrero, su influencia era importante. Tenían cientos de militantes en las fábricas claves: 80 en Old Lessner, 60 en los astilleros Russo-Baltic, incluso 150 en los gigantescos talleres Putílov. Lenin sostuvo que en esos días de febrero "los obreros y la base del partido demostraron ser los más revolucionarios".
A su vez, la clase obrera poseía una experiencia previa. Antes de comenzar la guerra, en 1912, los obreros habían protagonizado un verdadero "auge revolucionario" donde los bolcheviques tenían peso de dirección. Ahora la clase tenía sus dirigentes naturales, tenía al partido bolchevique y supo utilizar todo esto ante una situación propicia.
Esto como vemos no había surgido de un día para el otro sino que había sido producto de un persistente trabajo de preparación que el partido bolchevique había llevado adelante en los años previos, durante y antes de la guerra. La intervención en los procesos de la lucha de clases, sus lecciones, las sucesivas luchas de estrategias eran elementos fundamentales a la hora de entender el por qué de la experiencia y la formación de estos militantes, que desde el comienzo de la revolución fueron fundamentales.
Como planteaba Trotsky: "A la pregunta formulada más arriba: ¿Quién dirigió la insurrección de Febrero?, podemos, pues, contestar de un modo harto claro y definido: los obreros conscientes, templados y educados principalmente por el partido de Lenin."
Sin embargo, añadía: "Y dicho esto, no tenemos más remedio que añadir: este caudillaje, que bastó para asegurar el triunfo de la insurrección, no bastó, en cambio, para poner inmediatamente la dirección del movimiento revolucionario en manos de la vanguardia proletaria."2

El Gobierno Provisional
Mientras obreros y bolcheviques, junto a los soldados, aún estaban en las calles garantizando el triunfo de la insurrección ante los restos del zarismo, en el Palacio de Taurida surgirían dos instituciones políticas de características muy distintas: por un lado el gobierno provisional dominado por la burguesía y los terratenientes, por el otro, el Soviet de diputados de obreros y soldados de toda Rusia.
Los políticos liberales, obligados por las circunstancias impuestas por el triunfo popular, y los diputados socialistas moderados, ansiosos de comprometer a la burguesía en el nuevo régimen, forman el Gobierno Provisional. Sus miembros paradójicamente expresaban a aquellos que nada habían hecho por tirar al zarismo. Un príncipe de presidente, un terrateniente como ministro de Agricultura, un acaudalado industrial como ministro de Economía. El pensamiento que los inspiró fue sencillo en su odio hacia el proceso revolucionario, como afirmó el diputado burgués Chulgin: "o tomamos el poder nosotros o esos canallas que eligen en las fábricas", por lo que propusieron como su objetivo declarado: "Restablecimiento del orden y relaciones con las instituciones y las personas".
Sin embargo, como concesión a las masas insurrectas se vieron obligados a incorporar como ministro a un integrante del Comité Ejecutivo de los Soviets, el socialrevolucionario Kerensky. La tensión del gobierno provisional entre sus objetivos de defensa de los intereses de la burguesía y los terratenientes, por un lado, y la presión de las masas, por otro, se hará cada vez más fuerte a medida que las masas van constatando en su experiencia la contraposición entre sus propios intereses y los de este gobierno.
Si el carácter de la revolución que comenzaba estaba determinado por la acción de los obreros y los campesinos, el poder formal que surgía representaba en cambio un último recurso de esa vieja sociedad basada en el trabajo ajeno y entregada a los intereses de una guerra imperialista.

Los Soviets y el Comité Ejecutivo
Por otro lado, las masas poseían una referencia propia, el soviet, que distinguirá la revolución rusa de todas las revoluciones precedentes: "Desde el primer momento, el Soviet, a través de su Comité Ejecutivo empieza a obrar como poder: control de las subsistencias, de la guarnición, ocupación del Banco del Estado, la Tesorería, la fábrica de monedas, el transporte. Los obreros, los soldados, y los campesinos, sólo confiaban en el Soviet y miraban con profunda desconfianza al gobierno provisional burgués. En los primeros días de marzo se organizan Soviets en todas las fábricas, barrios, localidades y regiones, que envían delegados al ‘Soviet de diputados obreros y soldados de toda Rusia’"3.
Pero los soviets estaban inicialmente dominados por los partidos menchevique y socialrevolucionario, mientras que los bolcheviques eran minoría. En realidad esto entraba en la lógica de la situación. Los obreros y los soldados habían apoyado a los bolcheviques en su acción directa contra el zarismo, pero otra cosa muy distinta era distinguir, en esos primeros días de la revolución, las diferencias entre las distintas organizaciones socialistas. A esto se sumaba el hecho de que Petrogrado había concentrado el protagonismo de la revolución de febrero, pero en el resto del país la experiencia de la lucha no había adquirido niveles comparables.
El soviet compuesto de 2000 representantes de los soldados y 800 de los obreros daba preeminencia a la masa de soldados que recién entraba a la vida política. A su vez, los obreros sensatamente buscaban mantener la alianza con los soldados en representación de la mayoría nacional campesina, y habían sufrido una renovación de sus filas durante la guerra por lo que los bolcheviques no poseían ya la mayoría.
Los mencheviques y socialrevolucionarios disponían de muchos cuadros intelectuales, que afluían hacia ellos de todas partes y conformando un número enorme de agitadores. Las elecciones en los soviets les daban una superioridad inmensa a estos dos partidos cuya política era la conciliación con la burguesía y el apoyo al Gobierno Provisional. Para ellos el Soviet lejos de ser un organismo autónomo que le dispute el poder a la burguesía, debía restringirse a un mero órgano de control que reconciliara ambos poderes bajo la hegemonía de la burguesía.
En los meses siguientes las masas de obreros, campesinos y soldados harán una experiencia, donde el partido bolchevique tendrá un papel fundamental, tanto con el Gobierno Provisional como con la dirección conciliadora de los soviets, encarnada en su Comité Ejecutivo dirigido por los mencheviques y los socialrevolucionarios. Experiencia que desarrollaremos a lo largo de esta serie y que dará como producto la revolución de octubre y la toma del poder por parte de los soviets.

1 Trotsky, León, Historia de la Revolución Rusa, Ed. Antídoto, Bs. As., s/f.
2 Ídem.
3 Ídem.

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