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HAITI

Una “ayuda humanitaria” al servicio de los intereses imperialistas

El Primer Ministro haitiano, Jean Max Bellerive, confirmó ante el Senado más de 200.000 muertos (sin contar los cadáveres que siguen bajo los escombros), declaró al Gobierno incompetente y pidió modificar su estructura creando un Ejecutivo de crisis. Se trata de crear un “gobierno fuerte” subordinado directamente a EE.UU. que tomó control militar del país pocos días después de la catástrofe. La Misión de la ONU (MINUSTAH) que, con Brasil a la cabeza, ocupa el país desde 2004 se mantiene también con miles de efectivos militares. Como si quisiera demostrar la farsa de la “misión humanitaria”, Obama nombró a George W. Bush (junto a los Clinton) como encargado de la ayuda.

PTS

4 de febrero 2010

por LER-QI, DE BRASIL

El Primer Ministro haitiano, Jean Max Bellerive, confirmó ante el Senado más de 200.000 muertos (sin contar los cadáveres que siguen bajo los escombros), declaró al Gobierno incompetente y pidió modificar su estructura creando un Ejecutivo de crisis. Se trata de crear un “gobierno fuerte” subordinado directamente a EE.UU. que tomó control militar del país pocos días después de la catástrofe. La Misión de la ONU (MINUSTAH) que, con Brasil a la cabeza, ocupa el país desde 2004 se mantiene también con miles de efectivos militares. Como si quisiera demostrar la farsa de la “misión humanitaria”, Obama nombró a George W. Bush (junto a los Clinton) como encargado de la ayuda.

Con la excusa de los saqueos y la “violencia en las calles” (exagerados abiertamente por los medios de prensa) profundizan la militarización de Haití. Tanto Obama como Lula tienen el objetivo de reprimir a la población, proteger la propiedad capitalista y asegurarse el negocio que implicará la “reconstrucción” del país. Además hay en juego importantes intereses geopolíticos para la región. A continuación publicamos extractos de la Declaración de la Liga Estrategia Revolucionaria – Cuarta Internacional (LER-QI) de Brasil, organización hermana del PTS. Versión completa disponible en www.ft-ci.org

Mientras la prensa imperialista propagandiza el envío de tropas, la ocupación militar y la toma de control de Haití como “ayuda humanitaria” y los estados imperialistas y sus multinacionales intentan cubrirse con la apariencia benévola anunciando “donaciones”, el gobierno brasileño intenta utilizar el catastrófico terremoto para vender la imagen de que su liderazgo en las tropas de la ONU (MINUSTAH) que ocupa ese país desde 2004 cumple un supuesto papel “humanitario” (...)

Sin embargo, salta a la vista la “prioridad” dada a la “salvación” de los barrios ricos, hoteles de lujo e instalaciones de la ONU en detrimento de los barrios pobres. La propaganda ideológica que intenta justificar el recrudecimiento de la ocupación y de la acción represiva militar con los saqueos que el pueblo justamente realiza en búsqueda de su supervivencia, contrasta con los depósitos de víveres y remedios de la ONU rigurosamente guardados por las tropas imperialistas.

El juego de escena diplomática...

(...) La “Conferencia Preparatoria Ministerial en favor de Haití” que reunió cerca de 20 países e instituciones en Canadá el día 20/10 se esforzó en mostrar al gobierno de Haití como “líder” del país. Lo que no pasa de mera formalidad diplomática frente al brutal aumento de tropas extranjeras; frente al “consenso” de esta misma Conferencia de que la ocupación durará como mínimo 10 años más; o frente a la declaración dada por Hillary Clinton al diario The New York Times en su primera visita al país después del terremoto, sobre su “sutil sugerencia” al presidente de Haití para que decrete el “estado de sitio”: “El decreto daría al gobierno una enorme cantidad de autoridad, que, en la práctica, sería delegada a nosotros”.

El servilismo del gobierno haitiano queda aún más evidente cuando públicamente defiende a EE.UU. ante el sinnúmero de denuncias de que el “amo del norte” estaría aprovechando la situación para reforzar su ocupación militar. Por más que el gobierno brasileño y el gobierno norteamericano se esfuercen en transmitir la idea de que no existen mayores conflictos entre ellos en la “gestión” de la catástrofe, las palabras vienen siendo permanentemente desmentidas por los hechos.

De un lado, EE.UU. por más que declare un papel de “pasajero”, refuerza su presencia en Haití con más de 16.000 soldados (mientras las tropas de la Minustah no pasan de 9.000, con autorización reciente para adicionar 3.500 más), controlan solos los principales puntos estratégicos, como el aeropuerto y el puerto, y no aceptan someter sus tropas al comando de la ONU. Por otro lado, Brasil, que hoy tiene 1.300 hombres en suelo haitiano y recientemente aprobó el envío de 1.300 más, reivindica para sí el liderazgo de lo que viene siendo llamado “proceso de reconstrucción” (...)
El ministro de Relaciones Exteriores Celso Amorim explicitó así su visión sobre los respectivos papeles de Brasilia y Washington en Haití: “Nuestra presencia aquí es de largo plazo, y la de las fuerzas americanas es pasajera”. Incluso en el ámbito militar estos conflictos se han evidenciado, no solo en las declaraciones de protesta del Comandante de las fuerzas brasileñas en el país, Floriano Peixoto, sino incluso en maniobras como la distribución de alimentos por las tropas brasileñas frente a los destrozos del Palacio de Gobierno haitiano, para disgusto de EE.UU. que controla ese lugar.

... y los reales intereses en juego en Haití

Las contradicciones entre los gestos diplomáticos conciliadores y los conflictos que se han desarrollado entre los países que intervienen en Haití se explican por los intereses imperialistas y capitalistas, políticos y económicos, en juego en este país (...)

En primer lugar, quieren garantizar que la debilidad del Estado haitiano y de las tropas de la ONU no de lugar a un proceso de rebelión y revuelta popular. Ligado a este tema, quieren garantizar la “integridad” del capital que ha invertido en ese país. Los monopolios capitalistas norteamericanos poseen significativos negocios en Haití, en los que se vinculan con las clases dominantes nativas, latifundistas y grandes burgueses, que representan cerca del 3% de la población.

El gobierno estadounidense fue responsable por la creación de un polo de industrias maquiladoras en este país, donde corporaciones como Nike y Adidas producen sus artículos deportivos pagando un salario de hambre a sus trabajadores. Por las planillas oficiales, una costurera en la capital, Puerto Príncipe, debería recibir US$ 0,50 por hora, contra US$ 3,27 en Brasil y US$ 16,92 en EE.UU. Son personas que viven, tanto en sus casas como en las empresas, en verdaderos campos de concentración, extremadamente militarizados, trabajando para exportar productos a precios irrisorios para EE.UU.1 (…)

Más allá de estos intereses económicos inmediatos, EE.UU. obviamente también está interesado en obtener su parte (cuando mayor, mejor) en el “botín” de la llamada “reconstrucción” de Haití. Las multinacionales yanquis ya tuvieron una “excelente” experiencia de lo que significó para sus ganancias la participación en el “botín” de la “reconstrucción” de Irak. Ahora, no podría ser distinto, menos cuando serán “ayudados” por los significativos cofres de las donaciones destinados a Haití.

Desde el punto de vista estratégico, no podemos descartar que EE.UU. pueda estar interesado en consolidar una posición militar más fuerte en el Caribe que pueda servir como un elemento más de presión para la restauración capitalista en Cuba; o para prevenir nuevas crisis que vengan a desarrollarse en su “patio trasero” en función de la crisis económica mundial o de los fenómenos de polarización social que viene atravesando América Latina y el Caribe en los últimos años. Este análisis de la perspectiva estratégica para la política de EE.UU. está ligada al apoyo velado, pero fundamental, que tuvo en la consolidación del golpe en Honduras y en la instalación de las bases norteamericanas en Colombia.

Todo esto puede ser encarado como una política preparatoria para momentos más álgidos de la lucha de clases que pueden abrirse en la región en un futuro no distante; lo que por otro lado, también podría abrir nuevas contradicciones para EE.UU. en la medida en que aún no resolvió los problemas en Medio Oriente. Aunque esperemos la evolución de los acontecimientos para definir más precisamente los objetivos estratégicos del brutal refuerzo militar de EE.UU. sobre Haití, lo que ya está claro es que Obama se vale de su legitimidad internacional para aumentar la presencia yanqui en la región.

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