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Propuesta del PTS a la izquierda obrera y socialista

Unidad para un frente político de los trabajadores

15 de octubre 2004



La reaccionaria campaña de persecuciones, enjuiciamientos y cárcel para los luchadores; el alineamiento con el FMI y los banqueros internacionales; el sostenimiento de bajos salarios y alto desempleo para favorecer al "capitalismo nacional" de Techint y Arcor; la "seguridad jurídica" para los privatizadores de los ’90 como Repsol o Telefónica; todo esto marca el verdadero carácter del gobierno de Kirchner. Atacó a los militares genocidas del pasado, pero aceptó la agenda de "mano dura" de Blumberg para el presente. Cuestionó la "vieja política", pero gobierna en base al aparato clientelar del PJ de Duhalde, los gobernadores e intendentes, y en acuerdos con los restos de la UCR de Alfonsín y De la Rúa. Unificó a los odiados burócratas de la CGT para hacerse de una malla preventiva contra los reclamos de los trabajadores.
La vieja Argentina burguesa, con todo lo maltrecha que quedó después de las jornadas del 2001, ha sido recauchutada por Kirchner y el peronismo. ¿Quién con más ganas de festejar este 17 de octubre que las familias de los Rocca, los Pagani o Pérez Companc?
El presidente goza de popularidad en la masa de los trabajadores, pero sin embargo esta restitución del orden capitalista no tiene bases sólidas.
La descomposición del aparato estatal de "seguridad" lleva, por un lado, a las purgas en la policía por parte del ministro Arslanian y, por el otro, a la sucesión de secuestros evidentemente perpetrados por ex miembros de esa fuerza dedicados, ahora full time, a esos negocios. Sobre la campaña de "mayor seguridad" se monta una nueva fuerza política de centroderecha, aún no consolidada porque no tiene un liderazgo definido entre Blumberg, Macri o López Murphy, pero que ya le disputa cada vez más amplios sectores de las clases medias y medias altas al gobierno.
Por su lado, la Iglesia sale a disputar otro de los flancos abiertos que deja Kirchner. "Hay hambre en la tierra del pan" es la consigna lanzada por los obispos desde el último Congreso Eucarístico reunido en Corrientes. A pesar de la reactivación y el aumento de la recaudación fiscal, más de 17 millones, el 44.7% de la población, sigue bajo el índice de pobreza. La Iglesia, al tiempo que se suma a la campaña contra los piqueteros, se postula para liderar "el partido de los pobres". Es decir, para mantenerlos sumisos en la tierra con la promesa que el pan caerá del cielo.

El "piqueterismo" llevado hasta el final

Desde la cárcel Raúl Castells lucha por su libertad con una huelga de hambre que le puede costar la vida. Su valentía personal gana simpatías en los sectores más sumergidos. Pero nuestra lucha incondicional por liberar al compañero Castells no puede impedir la delimitación con su política. La semana pasada declaró que, aún liberado, se va a quedar a vivir en el Chaco ya que no volverá al Buenos Aires donde "hay gente que paga 300 pesos una botella de vino en Puerto Madero". Pero resulta que el 80 % de los pobres del país, como no podía ser de otra manera, se encuentran en las concentraciones urbanas y asalariadas: Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe (las plazas fuertes del aparato del PJ) y la Capital. Sólo una nueva fuerza política en la clase social más numerosa y concentrada en los grandes servicios públicos, el transporte y la industria, será capaz de disputar con el aparato del PJ y desarticular el poder capitalista para comenzar la tarea en serio de terminar con la pobreza.
Por el contrario, hasta ahora, la mayoría de los movimientos piqueteros han limitado su práctica a la administración de los planes sociales del Estado. Como la porción de los planes destinada a los movimientos de desocupados es cada vez más restringida, porque el grueso está reservado a los punteros políticos burgueses, la dirección del MIJD orienta el reclamo de comida o dinero directamente hacia casinos, supermercados y empresas. Defendemos completamente la legitimidad de esas acciones, pero sostenemos que al asistencialismo estatal no se lo puede combatir con esta política de asistencialismo tipo "Robin Hood". Debe decirse, a favor de Castells que éste es consecuente con su política populista, inclusive tratando de elevarla al terreno electoral con un frente encabezado por la candidatura de Nina Peloso y seguido por algunas agrupaciones de izquierda menores.
Sobre esas mismas franjas de la población surge el frente de los "transversales", los piqueteros de Kirchner que con el diputado Luis D’Elía, buscan mantener el apoyo al gobierno de los sectores hastiados del PJ de Duhalde y Solá. Castells lo hace, en cambio, desde un frente "antigubernamental" pero de ninguna manera clasista, ya que nunca ha ocultado que este tipo de frente incluye la conciliación con pequeños empresarios, como los agrupados en Fedecámaras, bajo pretexto de que pertenecen a sectores "empobrecidos".

La izquierda obrera y socialista

Una y otra vez hemos llamado a los compañeros del Partido Obrero y al MAS a unificar esfuerzos para construir una fuerza política de los trabajadores. Una y otra vez se han negado en pos de la estrategia del "piqueterismo". Incluso el PO llegó a postular un frente político con Castells, diciendo que junto al MIJD en la ANT iban a ser "la dirección del movimiento obrero". Si el PO ha hecho seguidismo de Castells, el MAS y el MST han seguido a su vez al PO; todos en función de organizar colaterales piqueteras de sus partidos y negándose a constituir un fuerte movimiento unificado en los desocupados. El MST ha combinado esto con la participación electoral de IU junto con el PS, en un frente de conciliación de clases.
Es necesario un balance de lo actuado. La ficción política de PO de sostener que se iba a construir la dirección del movimiento obrero sin la concurrencia de los trabajadores ocupados se ha desvanecido en el aire, como la ANT. El PO y el MAS se han alejado de las fábricas y empresas, y con ello de los importantes procesos de reorganización de una vanguardia antipatronal que comienza su ruptura con el eslabón más débil del peronismo, la burocracia de los sindicatos.
Aunque el PTS comenzó una creciente inserción en la clase trabajadora, dentro de la que ponemos especial interés por la de la industria más concentrada y los grandes servicios, esta tarea recién empieza. Participamos activamente de los nuevos agrupamientos contra la burocracia de los sindicatos, en el Astillero, en las grandes fábricas de la alimentación, en metalúrgicos, en ferroviarios donde están haciendo sus primeras experiencias nuevos delegados y activistas. Pero no creemos que un gran partido de la vanguardia obrera con un programa marxista revolucionario surja de la pura evolución del actual PTS. Tampoco ningún trabajador avanzado o estudiante conciente cree en que PO puede representar por sí solo "la alternativa obrera y socialista".
Ninguna de las actuales organizaciones que nos reclamamos de la izquierda obrera y socialista podrá hacer esto sola. En cambio, juntos ayudaríamos a los nuevos dirigentes que surgen en la clase trabajadora luchando contra las patronales y la burocracia sindical en subterráneos, los astilleros, la alimentación, en las minas de Río Turbio y a los movimientos piqueteros combativos, a elevarse al terreno político, a la ruptura clasista con el gobierno, el peronismo y los demás partidos del régimen burgués. Estas nuevas expresiones de la clase trabajadora todavía no protagonizan una lucha abierta contra el gobierno, con el que tienen muchas ilusiones. Pero si la izquierda obrera y socialista se uniera para intervenir unificadamente en la "escuela de guerra" que significan las huelgas y procesos de reagrupamiento, haríamos un gran trabajo preparatorio para incidir decisivamente cuando se retome la guerra de clases contra el peronismo en el poder. Daríamos desde ahora un impulso a los sectores de trabajadores que comienzan a ponerse de pie y a los estudiantes ávidos de aprender y enriquecer el marxismo para ser parte de la causa de los explotados, que nos exigen que hagamos todos los esfuerzos para poner en pie una alternativa revolucionaria.
Proponemos unir a la izquierda obrera y socialista para impulsar la formación de un Frente Político de Trabajadores, una nueva fuerza política poderosa para la lucha de clases y la acción política. Que sea capaz de combatir pacientemente las ilusiones en el gobierno y convoque a romper masivamente con el peronismo y todos los partidos defensores del régimen patronal de miseria, desocupación y sumisión al imperialismo; que imponga una lucha unitaria en defensa de las libertades democráticas; que sirva como herramienta para rodear de apoyo cada conflicto y cada enfrentamiento a la burocracia sindical, que levante un programa de los trabajadores frente a la "Argentina de mano dura" de Blumberg, al "capitalismo en serio" de Kirchner y a las exigencias imperialistas del FMI.

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