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Círculos marxistas

Para la discusión de los círculos marxistas

Una vez más sobre la conciencia de clase

12 de noviembre 2004

En el anterior número de LVO explicamos que el marxista italiano Antonio Gramsci distinguía tres momentos de la conciencia de clase, y que a cada uno de ellos corresponde un tipo de organización de los trabajadores. Esquemáticamente: una conciencia corporativa que limita la lucha de los obreros al horizonte de la disputa con su patronal, expresada en los sindicatos por oficio. Luego una conciencia de clase reformista, es decir cuando no es ya sólo contra el propio patrón sino que se pretende cambiar la legislación general y mejorar la distribución de la renta nacional mediante la negociación con el Estado, aún en los marcos del capitalismo. Esta conciencia está materializada en sindicatos de industria, en centrales sindicales o en partidos del tipo del PT de Brasil en sus inicios. Y por último, la conciencia política más elevada en que los trabajadores, en lucha por liberarse de la explotación, hegemonizan en la lucha por una revolución socialista los intereses del resto de las clases explotadas y oprimidas en el capitalismo. Cuando los marxistas hablamos de ayudar a formar obreros concientes, nos referimos a esta conciencia de clase mediante la construcción de un partido revolucionario.
Sobre esta base, en reuniones de círculos varios compañeros preguntaron: ¿cómo se da el avance entre una y otra conciencia obrera? ¿y cómo se expresa esto en la política del PTS en la actualidad?

El desarrollo de la conciencia no es evolutivo y lineal

El esquema de Gramsci no significa que necesariamente la clase trabajadora deba atravesar sí o sí cada una de las etapas, como si debiera subir uno a uno los escalones desde el primer al tercer nivel: primero luchamos por la organización sindical, luego por la conquista de un partido independiente pero reformista y recién después un partido revolucionario. La realidad no sigue este desarrollo lineal. León Trotsky analizaba tres tipos de situaciones que había señalado la experiencia histórica de la clase obrera, según los distintos países. “En Austria y en Rusia especialmente el movimiento comenzó como un movimiento político, como un movimiento de partido. (...) La socialdemocracia, en su primera fase, esperaba que la reconstrucción socialista de la sociedad estuviese cercana, pero ocurrió que el capitalismo fue lo bastante fuerte para subsistir durante una época. Transcurrió un largo período de prosperidad y se vio obligada a organizar sindicatos. (...) especialmente en Rusia, donde los sindicatos eran desconocidos, fueron promovidos, construidos y dirigidos por un partido, la socialdemocracia.
Otro tipo de desarrollo es el de los países latinos, en Francia y especialmente en España. Aquí el movimiento de partido y el movimiento sindical son casi independientes el uno del otro, se dan bajo diferentes banderas y son hasta cierto grado antagónicos el uno del otro. El partido es una máquina parlamentaria. Los sindicatos se encuentran, hasta cierto punto en Francia –más en España- bajo la dirección de los anarquistas.
El tercer tipo lo proporcionan Gran Bretaña, EE.UU y, en mayor o menos medida, las colonias. Inglaterra es el país clásico de los sindicatos. Empezaron a construirlos a fines del siglo dieciocho, antes de la Revolución Francesa y durante la llamada Revolución Industrial. En Inglaterra la clase obrera no tuvo partido independiente. (...) Esto es absolutamente opuesto a lo que ocurrió en Alemania y Austria. Allí el partido despertó a la clase obrera y construyó los sindicatos. En Inglaterra, después de siglos de existencia y de lucha, los sindicatos se vieron obligados a construir un partido político”.2
¿Cómo influyeron estos distintos desarrollos previos cuando la clase obrera debió enfrentar la crisis capitalista en el período entre la primera y segunda guerra mundial? Contradictoriamente, en la avanzada Alemania las grandes organizaciones reformistas construidas bajo el régimen de la democracia burguesa, demostraron ser una rémora conservadora a la hora de la lucha revolucionaria por tomar el poder. Por el contrario en la atrasada Rusia, bajo el régimen de la autocracia zarista que impedía a la clase obrera el desarrollo de sindicatos de masas o partidos obreros con gran peso parlamentario como en Alemania, construyó organizaciones superiores, como los soviets (consejos) de obreros, campesinos y soldados, y un partido revolucionario como el Bolchevique; todo lo que dio lugar primer estado obrero de la historia. 

Una política transicional para "saltar etapas” 

Trotsky y los trotskistas norteamericanos nos dejaron una enseñanza, entre otras posibles, de cómo tender un puente entre la conciencia atrasada de la clase obrera y la necesidad de construir un partido marxista revolucionario para dar una respuesta a la altura de la crisis capitalista. En EE.UU, en el año 38, la clase obrera había conquistado una pujante organización sindical pero no su partido independiente (similar al tipo de situación que en Inglaterra había dado lugar a la formación del Partido Laborista). Trotsky y el Socialist Workers Party plantearon la táctica de un partido obrero basado en los sindicatos. Pero lo definían de esta manera: “¿Estamos por la creación de un partido obrero reformista? No. ¿Estamos a favor de una política que pueda dar a los sindicatos la posibilidad de poner su peso en la balanza de fuerzas? Sí. Se puede convertir en un partido reformista, depende de su evolución. Aquí surge, entonces, la cuestión del programa. (...) hemos de tener un programa de reivindicaciones transitorias, la más acabada de las cuales es un gobierno obrero y campesino. Nosotros estamos por un partido independiente de las masas trabajadoras que tome el poder del Estado. Debemos concretarlo: estamos por la creación de comités de fábrica, por el control obrero de la industria a través de los comités de fábrica...”3
Proponemos a los compañeros de los círculos que analicen ahora, desde este ángulo, la política del PTS, sintetizada en nuestro lema “Unir a la izquierda obrera y socialista para impulsar un frente político de los trabajadores”. Adelantamos algunos elementos a tener en cuenta. La clase trabajadora tiene hoy ilusiones en Kirchner y, lo que es más importante más allá de la coyuntura política, no ha conquistado un partido independiente. Los sindicatos fueron puestos, hace décadas, bajo la tutela del partido peronista y la burocracia los ha degradado como organizaciones, ya que dejan afuera a una mayoría de desocupados y trabajadores precarizados. Por ahora no está planteado aplicar la misma táctica que los trotskistas norteamericanos, al menos hasta que la clase trabajadora no protagonice un nuevo ascenso de luchas y renueve las direcciones sindicales. Pero si debemos aplicar su método de ayudar al avance de la conciencia mediante políticas transicionales para construir un partido revolucionario.
Existen dos elementos en los que nos podemos apoyar. Uno, la existencia de una minoría de la clase obrera que ha conquistado nuevas organizaciones para la lucha: el sindicato ceramista de Neuquén que mantiene la gestión obrera de Zanon, el cuerpo de delegados de subterráneos que conquistó la jornada de 6 horas, comisiones internas en grandes fábricas de la alimentación, delegados en algunas líneas ferroviarias, seccionales docentes y otras. Si estas organizaciones realizaran un llamado a construir un movimiento político de los trabajadores, el PTS lo apoyaría con todas sus fuerzas proponiendo dentro de él un programa de reivindicaciones transitorias anticapitalistas y exigiendo democracia interna en el mismo. El segundo elemento es la existencia separada de partidos que nos reclamamos de la izquierda obrera y socialista, principalmente el PO y el PTS, y organizaciones como el MAS y otros grupos menores. Distinto que IU que proponen la constitución de un Frente Amplio como el que asumió en Uruguay para administrar el capitalismo y los planes del FMI, siguiendo al PT de Lula; el PTS y el PO, aunque con profundas diferencias como las que permanentemente discutimos en este periódico, sostenemos la independencia de clase. Nuestra táctica actual es unir todas las expresiones de la vanguardia obrera y socialista para dirigirnos a la mayoría de los trabajadores planteándole la necesidad de construir un partido independiente del peronismo y de toda forma de conciliación de clases, en la perspectiva del gobierno de los trabajadores y el pueblo en la Argentina.
Para esta tarea es que hay que ampliar los círculos marxistas y profundizar los acuerdos sobre las tareas revolucionarias.

1 L. Trotsky, ‘El atraso político de los obreros americanos’.
2 L Trotsky, ‘Los movimientos obreros de Estados Unidos y Europa: una comparación’.
3 L. Trotsky, ‘Cómo luchar por un partido obrero en Estados Unidos’.

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