En la charla sobre “Escuela de Planificación”, Raúl Godoy contó brevemente la historia de los ceramistas, y acercó una serie de enseñanzas de esta lucha.
“El proceso de Zanon -comentó- tiene dos patas: la productiva y la política. Cuando ingresé a la fábrica allá por el ’94, se estaba produciendo a full, nos hacían trabajar 16 hs. Se ganaba plata. Muchos decían: estos tipos en la vida van a pelear (...). En este marco fuimos sembrando todo un proceso que arrancó contra la burocracia sindical para recuperar nuestra comisión interna. El sindicato nos vendía (...) en ese momento los delegados se llevaban entre 20.000 y 60.000 dólares. Esto lo recordamos para explicar que Zanon no cayó del cielo. Fue una pelea de sembrar, pelear mano a mano y sobre todo tener confianza en nuestra propia clase (...). Cuando comenzamos la recuperación de la Comisión Interna lo hicimos por puntos básicos pero fundamentales, y eso era la cuestión de la democracia obrera (...). Yo ya era militante y siempre digo que lo más revolucionario que hice fue callarme la boca durante dos años y hacer un trabajo clandestino en la fábrica. Ir hombre a hombre y esperar el momento para golpear junto a otros compañeros, preparándonos porque esto lo teníamos que cambiar, pero de fondo (...). Y así desde el fondo de las líneas surgieron ocho delegados y armamos la Lista Marrón que la tomamos de la tradición clasista de los compañeros metalúrgicos de la década del ’70 (...). Y el primer desafío que nos tocó fue que la lucha no terminaba en el portón de la fábrica; ahí empieza (...). Había que romper con la lógica corporativa de pelear sólo para nosotros, tenía que ser en unidad con el conjunto de la clase (...). Lo primero que uno tiene que entender si asume la defensa de los derechos de los trabajadores, es que estamos divididos en contratados, efectivos y demás de compañeros desocupados. De ahí comenzó a surgir en nosotros la idea de sindicato militante (...). La primera actividad que hicimos fue viajar a Mosconi, donde estaban los compañeros de la carpa del aguante (...). Desde ese día no hemos parado de militar (...). Hemos abierto la fábrica para los compañeros desocupados. El MTD, el Teresa Vive, el Polo Obrero y los compañeros de Barrios de Pie -que luego se hicieron kirchneristas- (...) tienen voz y voto como todos los obreros de Zanon (...). La libertad de tendencia es la clave para pelear por la unidad. El respeto al mandato de asamblea y la libertad de tendencias (...) esto ha ido fortaleciendo nuestra lucha (...) la democracia obrera es nuestra fortaleza (...).
Nosotros cuando no nos pagaban los sueldos comenzamos a decir: basta de secreto comercial, que se abran los libros de contabilidad (...) y esto dejó de ser una consigna para transformarse en una herramienta enorme que tomamos el conjunto de compañeros (...). Pero como la empresa no los mostraba dijimos: control obrero, cuando aún estaba la patronal. Dijimos: los compañeros que están en la carga y descarga de camiones empiecen a anotar cuanto sale por día y el precio promedio y empezamos a hacer números (...); es decir, empezar a meternos donde nos corresponde, porque ¿a dónde va nuestro trabajo? (...). Y la cosa no era de apropiarse de la fábrica sólo para los obreros sino que tenía que volver a la comunidad, a su servicio (...). Esto es lo que algunos dicen que es inviable y que nosotros venimos haciendo (...). Lo nuestro es netamente político pero es política de clase, política de los trabajadores. Eso es lo que les jode (...). El rey queda desnudo. Las fábricas sin patrones funcionan, sin los trabajadores no. Y esto que hacemos en chiquito en Zanon nos permite darnos una idea de lo que sería (...) una sociedad distinta, basada en la necesidad de la gente y no en la ganancia de unos pocos.”