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Cayó Ibarra. Fuera Telerman y Asamblea Constituyente

Se fue uno en la ciudad del “que se vayan todos”

9 de marzo 2006

Las maniobras de salvataje urdidas por el kirchnerismo y el duhaldismo (¿se acuerdan del desembarco de Juanjo ˜álvarez en la Ciudad?) no alcanzaron. La “sorpresiva” destitución de Ibarra no lo es tanto si se la ve como una nueva demostración de la crisis en que quedó el régimen político en la capital del 19 y 20 de diciembre de 2001. Ibarra era apenas un sobreviviente de aquellas jornadas en la que escapó escondido en una ambulancia.
Fue la continuidad de las marchas y los escraches la única garantía para los familiares de imponer la suspensión de Ibarra, primero, y el propio juicio político. Esta es la conclusión, aunque el ARI y el macrismo hayan sacado provecho luego de los hechos consumados. Aun este juicio político limitado (se absuelve de antemano a la propia legislatura ibarrista y macrista, e Ibarra terminó siendo “habilitado” para volver al ruedo en cargos públicos) y sin participación directa del pueblo, fue resistido hasta último momento. No sólo por ibarristas sino por Kirchner y su Jefe de Gabinete, Alberto Fernández que inauguraron “la nueva política” ...en una conferencia prensa con el pase de Borocotó al kirchnerismo.
Una vez que el juicio empezó, Ibarra lanzó una fuerte campaña mediática que financió con recursos públicos (para defender su privado trasero) azuzando el fantasma de un “golpe institucional”. El recurso, que caló en sectores de las clases medias porteñas, fue el de polarizar entre su figura y la de Strassera -que fue fiscal del juicio a las Juntas- versus la de Macri y Videla, aprovechando las conocidas vinculaciones de la familia Macri con la dictadura. La maniobra efectista ocultó el detalle que Strassera fue nombrado Fiscal Federal por la misma dictadura -puesto desde el que denegó cientos de hábeas corpus pedidos por presos políticos- Y la hipocresía es completa si tenemos en cuenta que ibarristas y macristas vienen cogobernando hace años la Ciudad al servicio de los grandes holding inmobiliarios, del turismo y del espectáculo. Será por eso que el mismo Macri declaró que “no le convenía la destitución de Ibarra”.
Pero fue la última semana la que concentró los principales esfuerzos por salvar a Ibarra: primero Kirchner llamándolo “amigo” en un acto oficial; después la solicitada de apoyo de los diputados y senadores del Frente para la Victoria. Y por fin la marcha del 2 de marzo en la que se movió todo el aparato de gobierno junto a connotados burócratas sindicales, en apoyo a Ibarra. Hay que destacar de esta “demostración de fuerzas” que, independientemente de quienes concurrieron por propia convicción, los sectores “progresistas” que tanto hablan del clientelismo político en los barrios pobres del Gran Buenos Aires, no tuvieron empacho en movilizar todo el aparato prebendario de la Capital para “acarrear” a personalidades de los derechos humanos y del espectáculo. Con todo, las presiones y chantajes oficiales de poco sirvieron, apenas para desenmascarar ‘de qué madera’ están hechos ciertos “izquierdistas”. Solo le alcanzó al ibarrismo para amagar impugnar el proceso ante la amenaza del zamorista Romagnoli de “abandonar el juicio político”, y, finalmente, para sumar un voto, el de la hasta hace poco aliada del MST en Izquierda Unida, Beatriz Baltroc. Tanto por tan poco.
Como podemos ver en este brevísimo repaso, la destitución no fue por la voluntad ni de macristas, ni del ARI, ni de los zamoristas. Tampoco fue a causa de las “virtudes” del mecanismo del juicio político, cuyo único “mérito” fue mostrar públicamente su propia miseria por televisión, en la que se ventiló parte del entramado de corrupción política, empresarial y policial que mató a los pibes y que los abarca “a todos” los que, un 19 y 20, pedimos que se vayan. Y al mismo tiempo dejó más claro para amplias franjas de la población que estos “mecanismos institucionales” habilitaban las mil y una maniobras para salvar a los políticos patronales. Si los familiares, junto a las fuerzas que nos movilizamos, no hubieran mantenido su estado de movilización todo hubiera quedado en la total impunidad.


Asamblea Constituyente

Telerman, el sucesor a quien ahora apoyará Kirchner, y todo su gabinete es co-responsable político junto a Ibarra de la masacre de Cromañon. El entramado de corrupción que mató a los pibes sigue indemne con la legislatura y los funcionarios actuales. No tenemos que esperar hasta el 2007. Hay que continuar la lucha para que se vaya Telerman, y convocar a una Asamblea Constituyente de la Ciudad con plenos poderes. En la que puedan votar todos los que trabajan en la Ciudad y que establezca, entre otros puntos, la elección directa y la revocabilidad inmediata de todos los funcionarios políticos y legisladores que no cumplan con su mandato, el control de los lugares destinados a espectáculos públicos por parte de los familiares de las víctimas y las organizaciones de trabajadores, la derogación del represivo código de convivencia, una reforma urbana al servicio del pueblo trabajador, en síntesis, medidas que pongan a la Ciudad al servicio de las necesidades de los trabajadores y la juventud.
Por otra parte no podemos esperar que esta Justicia siempre dispuesta a defender a los grandes empresarios y a los represores sea la que condene a los responsables. Frente a las maniobras judiciales en las que quieren despegar a todos los funcionarios y al propio Ibarra hay que conformar una Comisión Investigadora Independiente compuesta por los familiares, las víctimas de la represión y la impunidad, los organismos de derechos humanos y las organizaciones obreras y que Ibarra y todos los responsables sean juzgados por jurados populares.

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