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Informaciones Obreras

Reflexiones sobre la lucha del Subte

28 de diciembre 2004

La lucha iniciada por el 53% de aumento salarial, entre otros reclamos concluye muy por debajo de las aspiraciones del conjunto.
Luego de los paros escalonados finaliza un primer capítulo (el 18 de enero comienzan las paritarias), consiguiendo por única vez $350 para boleteros, $400 para guardas y talleres y $450 para maquinistas. Los $100 ofrecidos durante las negociaciones son absorbidos por el decreto presidencial. De antigüedad se consiguió $2,50 mensuales por año de servicio.
Para conseguir la reivindicación inicial y superar a un gobierno dispuesto a no otorgar mucho más que el decreto, se necesitaba una lucha dura y compleja, más aún luego de que el conflicto telefónico había sido levantado. La fuerza indiscutible de los trabajadores del subte debía ser fortalecida para quebrar las armas de la empresa Metrovías y el gobierno: Ministerio, conciliación obligatoria, medios de comunicación, aprietes y eventualmente, la fuerza policial para reprimir.
Teniendo en cuenta esta situación, faltó una estrategia para ganar el conflicto y una auténtica democracia obrera.
Sobre esto polemizamos con el Cuerpo de Delegados del subte, reconociendo que es una dirección antiburocrática y combativa con elementos muy progresivos como el lanzamiento del Movimiento por las 6 horas y la reciente defensa de sectores terciarizados como los trabajadores de la limpieza de TAIM. Esperamos que este debate aporte para la preparación de las próximas luchas.

Asambleas y democracia de base

El resultado del actual conflicto abrió un amplio debate en la base del subte , donde sectores importantes cuestionan la falta de una verdadera democracia sindical.
Cuando se conoce la oferta, la mayoría de los delegados desligándose del sentimiento mayoritario se comprometen a aceptar y terminan de hecho levantando el paro el mismo día, en vez de buscar los mecanismos democráticos, como por ejemplo asambleas por turnos, donde todos los trabajadores discutieran y votaran las medidas a seguir.
En esos momentos, sectores amplios empiezan a reclamar paro por tiempo indeterminado. El ofrecimiento de $100 ya era rechazado en la base y cuando se conoce el decreto presidencial de $100 la bronca se profundiza.
Entonces un sector de los delegados resuelve realizar sin consulta una contraoferta en el Ministerio. Esta última se terminará aceptando con descontento, porque la preocupación del activismo era evitar la división del Cuerpo de Delegados y la ruptura de la unidad.
Visto retrospectivamente, se tendría que haber bajado a la base y exponer claramente ante ella, las diferentes posiciones de los delegados y los entretelones de las negociaciones. Aprovechando la conciliación obligatoria se podía discutir tranquilamente, en asambleas por turno, reflexivas y lo más masivas posibles, qué hacer. De paso, se ganaba tiempo esperando la salida del decreto (que se venía anunciando en los diarios) y se dejaba expectante al gobierno.
Luego, con decreto o sin decreto, los trabajadores decidirían si seguir o no. Más allá de cómo resultara la votación, los delegados acatarían el mandato. Así, el método de la democracia de base hubiera evitado el desgaste y logrado mantener la unidad intacta. 

La ausencia de estrategia para ganar

Ninguna de las alas del Cuerpo de Delegados se propuso llevar el conflicto más allá del subte.
Faltó una medida concreta y contundente para ganarse al usuario, como podría haber sido incluir en el reclamo la reducción del costo del boleto. Declaraciones públicas en este sentido habrían servido para contrarrestar la campaña reaccionaria de los medios de comunicación.
Estaba planteado llamar a la coordinación. En primer lugar, a los telefónicos y el FOETRA, cuando estaban ocupando los edificios.
También, a los ferroviarios, teniendo en cuenta que cuando fue detenido el “Pollo” Sobrero, los delegados y activistas de Subte se solidarizaron y fueron más allá amenazando con parar si este no era liberado. Era necesaria una medida similar y recíproca por parte de los ferroviarios.
A su vez, el Cuerpo de Delegados, impulsor del Movimiento por las 6 horas y aumento general de salarios, podría haber convocado a los miles que llenaron la Federación de Box y a las demás organizaciones que no lo integran (como el Polo Obrero, Castells, etc.), a rodear las cabeceras de las líneas. Más allá del apoyo parcial que hicieron algunas partidos, o los ferroviarios del Roca y el Sarmiento en Constitución, faltó esta coordinación. De haberse dado, al gobierno le hubiese costado más maniobrar como lo hizo. En esta tarea, el Movimiento por las 6 horas se mostró impotente para apoyar las luchas obreras.
En otro plano, faltó exigirle a la UTA una medida concreta como un paro de transporte en apoyo al subte. Era el momento para exigirle, ya que esta aparecía como vocera del conflicto y posaba de combativa. Si la UTA rechazaba la exigencia, quedaba desenmascarada. ¿Por qué permitirle entonces ser parte de las negociaciones con el Ministerio? Sin duda esta política hubiera fortalecido a los trabajadores, sea porque se obligara a la UTA a apoyar en concreto o sino haciéndole más difícil a la burocracia reacomodarse.
La otra exigencia era a la CGT Moyano y a la CTA. Estas centrales habían convocado a una marcha en apoyo a los telefónicos. ¿Por qué no exigirle públicamente que hicieran lo mismo con los trabajadores de los subterráneos?

Prensa

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