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Reflexiones a 9 meses de las jornadas revolucionarias

30 de septiembre 2002

Un cierto estancamiento de la lucha de masas, un proceso de avance en la vanguardia y la emergencia de un nuevo fenómeno de subjetividad obrera: las fábricas tomadas.

Si un observador extranjero midiera hoy la actividad política y social en la Argentina con el parámetro de grandes acciones de masas centralizadas, dudaría de la afirmación que hacemos los marxistas: desde las jornadas que destituyeron a De la Rúa vivimos en una situación revolucionaria.
El “plan de contención” del gobierno de Duhalde con los planes Jefas y Jefes ha evitado que se repitan los saqueos a los supermercados, verdaderas rebeliones del hambre que conmocionaron al país en diciembre.
Los cacerolazos y las marchas del último verano de las clases medias estafadas por los banqueros no se volvieron a repetir con la misma fuerza, aunque el último de ellos contra el tarifazo de las privatizadas sirvió para reafirmar que la pequeñoburguesía urbana sigue estando en la oposición al gobierno.
La tregua de las centrales sindicales, en especial de las CGTs comprometidas con Duhalde o con sus postulantes a sucederlo en el peronismo y en el gobierno, impidió la acción unificada de la clase obrera que vio perder más un 25% del poder de compra de su salario, ya que no se repitió uno solo de los paros generales del tipo de los que abonaron la caída del gobierno anterior protagonizados por cerca de 7 millones de trabajadores.
No obstante, señalar sólo esta ausencia de grandes contingentes de masas en acciones unificadas sería sesgar la realidad. Un informe del ministerio del Interior señala 13.582 protestas, cortes de rutas y otras manifestaciones políticas en lo que va del año. ¿Quién las prepara, promueve y protagoniza?
Estos nueve meses han dado lugar a la maduración de una amplia vanguardia de varias decenas de miles, un destacamento avanzado del movimiento de masas. Esta nueva fuerza militante se radicaliza, aprende, construye redes y lazos solidarios, se organiza en un verdadero laboratorio donde se intercambian experiencias. Se hermanan los obreros que gestionan sus fábricas cerradas con las asambleas que toman predios en plena Capital para convertirlos en comedores o centros de organización. Asambleístas y estudiantes van a las puertas de las fábricas o a conflictos en apoyo a los trabajadores. La democracia asamblearia pugna por entrar a los viejos claustros universitarios donde sectores del movimiento estudiantil y docentes luchan por imponer la elección directa de las autoridades. Los estudiantes secundarios muestran signos de ebullición política que se reflejan en el surgimiento de nuevas agrupaciones. Y decisivo: se defiende a los presos por luchar como los de Jujuy, se reacciona con manifestaciones ante los aprietes y la represión como en multitud de actos en el gran Buenos Aires o como en la marcha en La Plata contra el atentado a la presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo.
Mientras hay un relativo impasse de la lucha de masas, esta vanguardia protagoniza marchas, escraches, piquetes, huelgas de resistencia y paros parciales, manifestaciones frente a comisarías contra el gatillo fácil, mantiene activas las más de 300 asambleas populares en todo el país, persevera en el movimiento militante de los piqueteros desocupados y emerge su sector proletario en la inédita experiencia de las ocupaciones y puesta en producción de fábricas y empresas.
Piquetes, asambleas y empresas tomadas ante la propiedad y el Estado

El conjunto de los movimientos de lucha y organización que han surgido en nuestro país tienen una enorme originalidad. Pero entre todos, el fenómeno más profundo y radical es el de las empresas tomadas y puestas a producir: porque allí los trabajadores cuestionan abiertamente a la propiedad capitalista y, al hacerlo, muestran un horizonte al conjunto de las clases oprimidas de la sociedad.
Los piquetes de desocupados, cortando rutas, sólo pueden atacar a la propiedad tangencialmente, en el ámbito de la distribución de mercancías y del derecho burgués que la defiende. Desde las Asamblea Popular de Cutral Có y la Coordinadora de Piqueteros de Jujuy en el 97 surgió la demanda de trabajo para todos. En el 2000 en Mosconi y Tartagal protagonizaron una enorme insurrección local espontánea, preparada por un movimiento que reclamaba trabajo genuino en las multinacionales petroleras. Pero esto no se siguió profundizando ni en el terreno de la organización ni en su demanda vital.
La evolución del movimiento de desocupados argentino presenta luces y sombras. Si la burocracia sindical les bloqueó el camino a la unidad con los ocupados, el Estado respondió con la mayor represión y asesinatos que contra cualquier otro movimiento de lucha en el país. Pero esto lo combinó con la pérfida política de la distribución de “planes sociales” para quitarles base social de masas y hacerlos dependientes de los gobiernos e intendencias. Lamentablemente los “movimientos” se adaptaron a ello abandonando la lucha por trabajo genuino, algunos incluso reproduciendo los mecanismos clientelares del Estado, aunque por la gran influencia de los partidos de izquierda hayan tomado programas políticos muy avanzados. Sectores del MTD Aníbal Verón han ensayado vías para escapar a esta lógica de cooptación estatal, promoviendo microemprendimientos u otras formas autogestionarias de empleo, pero sin buscar ligarse consecuentemente a la clase trabajadora que puede desde los centros neurálgicos de la producción capitalista luchar por repartir las horas de trabajo, cuestionar las relaciones de propiedad y reunir la fuerza social para derrotar al aparato estatal. Los compañeros organizados en el Bloque Piquetero han intentado organizar Asambleas nacionales de trabajadores, pero lamentablemente sin buscar la hermandad con las empresas ocupadas, sin ver que esto podría significar para los piqueteros una puerta de entrada al movimiento obrero ocupado y un inicio para reunificar las filas obreras hoy divididas. Es significativo que junto a los obreros ceramistas de Zanon, el Movimiento de Trabajadores Desocupados de Neuquén haya desarrollado una lucha y organización en común reclamando trabajo genuino en la Repsol y por un plan de obras públicas controlado por los trabajadores.
El otro gran fenómeno original son las asambleas vecinales, el producto más perdurable de las movilizaciones urbanas de diciembre. Con ellas la idea de democracia directa se comenzó a legitimar en amplios sectores de la población ante la profunda deslegitimación del régimen democrático burgués según el cual “el pueblo no delibera ni gobierna sino a través de sus representantes”. Y como estos “representantes” han demostrado lo que son en 20 años de experiencia con este régimen, frente a la elitización de la política burguesa las asambleas recrearon la idea de una intervención directa de las masas en la decisión de los asuntos públicos. Las asambleas son las que más consecuentemente mantienen el “que se vayan todos” que intenta ser expropiado por las variantes de reforma del régimen a lo Carrió. Pero, volvamos a la relación con la propiedad y el Estado. La ocupación de locales comerciales abandonados para ponerlos en función social son un desafío a la propiedad capitalista y al derecho burgués, pero las asambleas no han podido responder al principal conflicto con la propiedad que se estableció desde diciembre en las clases medias de la Capital y en todo el país: la fenomenal expropiación que perpetraron los banqueros contra millones de pequeños ahorristas, lo que desencadenó los masivos cacerolazos y las recurrentes y violentas movilizaciones en las puertas de los bancos durante meses. Y entonces, a pesar que la demanda de la nacionalización de la banca, aportada por los militantes de la izquierda, fue tomada por las asambleas, hubo una limitación: esto no se puede lograr sin una estrecha alianza entre los asambleístas y los trabajadores bancarios, ahora amenazados de cierres y despidos en masa por la reestructuración del sistema financiero, que son los que podrían ocupar los bancos y plantear la estatización bajo su control. Este es el gran conflicto de carácter político, estatal, que se abrió en diciembre y que no puede ser obviado mirando para otro lado y sosteniendo que, como hacen muchos compañeros y corrientes autonomistas y autogestionarias, las asambleas deben tener por todo norte establecer huertas o solucionar los problemas del barrio. La activa militancia asambleísta quizá encuentre en la resistencia a los tarifazos que afectan al conjunto de la población y a los cierres y despidos de los bancos y los servicios que vendrán, una nueva oportunidad para esa confluencia con los bancarios, telefónicos, ferroviarios, que permitiría a las asambleas volver a extender su base social ganando la dirección de sectores medios estafados por el capital financiero y el pueblo saqueado por las privatizadas.
El movimiento de fábricas tomadas, si lo vemos desde esta perspectiva estratégica, es el que cuestiona más directamente a la propiedad burguesa. En estas acciones, donde los trabajadores organizan la producción están demostrado que el capital no es necesario para producir, están atacando un mito o lo que la burguesía transforma en un principio tan sagrado como era para la iglesia católica el principio del origen divino del mundo, como es el derecho de la propiedad privada de los medios de producción. Se la quitan al capital y atacan el centro de la ofensiva neoliberal, la idea de que el capital tenía que circular libremente y si se le quitaba todas las trabas iba a generar riqueza primero de los capitalistas, después de los trabajadores que estaban más abajo, y finalmente los más pobres. Fue la teoría del derrame. Por el contrario cuando el capital quiere retirarse, moverse, los trabajadores le dicen no, ocupan y ponen a funcionar las máquinas, la transforman de hecho en su propia propiedad, organizan la producción y comercialización demostrando que los capitalistas no son necesarios, ponen al descubierto su parasitismo. Las decenas de trabajadores que están protagonizando esto, lo reivindican como una experiencia propia, lo transforman en su propia ideología – “sin el patrón podemos producir”- es una novedad revolucionaria de la política argentina que tiene alcances internacionales.
Ante la emergencia de toda tendencia revolucionaria de la lucha de clases, surge siempre la reacción no sólo del Estado intentando desalojos por la fuerza que son una amenaza constante para las fábricas tomadas, sino también una tendencia reformista que quiere frenar, desviar y abortar el proceso. Los Consejos Consultivos del gobierno y los punteros políticos burgueses fueron creados para poner bajo la órbita estatal la distribución de la asistencia a los desocupados, y las corrientes burocráticas y reformistas como la FTV-CTA y la CCC colaboran con ello. El gobierno de la Capital se propuso liquidar la autonomía de las asambleas mediante el intento de cooptación a los CGP con el apoyo de la CTA. Así también surgió una nueva corriente reformista en las empresas bajo gestión obrera. Los dirigentes del Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas, que preside el Dr. Caro, un abogado ligado al PJ y a la Iglesia, junto a sectores de la dirección de la UOM y CTA intentan llevar a los obreros a la conciliación con el Estado. El carácter profundamente burgués de la política de estos dirigentes puede ejemplificarse en que en un encuentro de este sector participó el mismísimo vicejefe del gabinete de Duhalde, Amadeo, quien fuera uno de los que lanzara las amenazas represivas contra los piqueteros que finalmente se concretaron en el Puente de Avellaneda con el asesinato de Kosteki y Santillán y decenas de heridos el pasado 26 de junio.
Los trabajadores que buscan tomar la gestión de las empresas en sus manos intentan ser puestos bajo el ala de burócratas y políticos patronales que quieren diluir esas tendencias a la acción y organización independiente. El Dr. Caro ha dicho repetidas veces: manténganse lejos de los obreros de Zanon, Brukman y los que están “por fuera de la legalidad”. Impulsando leyes de “expropiaciones”, que son verdaderos salvatajes de las patronales quebradas, pretenden mostrar que el destino de las fábricas ocupadas depende de la buena voluntad de diputados y gobernantes, y no de la lucha de los trabajadores.
Esto es doblemente nocivo, ya que no sólo se trata de la supervivencia de este pequeño sector de la clase obrera, minoritario en relación a las masas trabajadoras concentradas en las grandes empresas industriales y de los servicios, sino justamente de la perspectiva que este sector de vanguardia le plantea a los millones de trabajadores que están bajo la dictadura patronal, reforzada por el terrorismo económico del hiperdesempleo, y el chaleco de la burocracia sindical.
Las experiencias de Zanon y Brukman: una guía para la acción del movimiento obrero

La superioridad de la experiencia de Brukman y Zanon, y en cierta medida Clínica Junín, por sobre la estrategia de los reformistas es completamente mensurable. A renglón seguido enumeramos algunos de sus logros, alcanzados con muy poco apoyo técnico y ningún apoyo financiero, lo que demuestra en pequeña escala la capacidad creadora de la clase obrera como clase realmente productora y los obstáculos que es capaz de superar:
1. El 1° de octubre los ceramistas cumplen un año de ocupación de la planta, los de Brukman llevan 9 meses, desde que las patronales se retiraron. Desde el 13 de junio funciona sin patrones la Clínica de Córdoba. Pusieron a funcionar sus empresas logrando mantener los puestos de trabajo y, en Brukman y Zanon, el salario que tenían bajo el patrón: 800 pesos los ceramistas y 450 pesos la textil (con la mejora de que ahora no se atrasan los pagos como sucedía con la patronal). Es decir salarios que van del promedio nacional hacia arriba.
2. Organizaron la producción creando oficinas específicas de dirección de la producción y la comercialización. Por sí solos los obreros tuvieron que encarar la tarea de abastecerse de materia primas e insumos, lo que incluye en el caso de Zanon la compra de, nada menos, alrededor de 150 elementos para producir.
3. En ambos casos constituyen una dirección obrera de delegados de comisión interna, y de la seccional 21 del Sindicato en el caso de los ceramistas, que desplazó a la burocracia sindical. Son reconocidos y mandatados en la base mediante el funcionamiento permanente y soberano de asambleas de fábrica.
4. En Zanon se agregó a esta dirección sindical la formación de una dirección del proceso productivo mediante coordinadores de secciones de la planta. Los obreros adquirieron conciencia del conjunto del proceso de producción y comenzando, en cierta medida, a cuestionar la alienación del trabajo aunque sea en la pequeña escala de una unidad productiva.
5. Ultimamente, esta dirección de la producción se fusionó en un mismo organismo con la comisión directiva del sindicato y la comisión interna, en una organización superior. En esa especie de Comité Ejecutivo se combinan los asuntos de gestión económica de la cerámica, una de las más modernas y tecnificadas de Latinoamérica, con las discusiones y resoluciones de política obrera “del portón para afuera” (coordinación con otros sectores, encuentros de fábricas, alianzas de clase, defensa de la posición tomada, y un largo etc.), dando lugar a un ensayo de democracia industrial que entrelaza economía y política, dirigida por una verdadera inteligencia obrera de conjunto.
6. En la Cerámica neuquina se comenzaron a incorporar a la producción, con igual salario, desocupados de los movimientos piqueteros de la región. Proporcionalmente a su peso e inserción, ya trabajan en la cerámica cinco compañeros del MTD, uno de Barrios de Pie, uno del MST, uno del Polo Obrero, que luego se duplicaron ya que sus organizaciones resolvieron desdoblar las jornadas laborales para aumentar los nuevos puestos de trabajo genuino. Esto es considerado sólo el comienzo ya que se discute el proyecto de una Escuela de oficios para crear puestos de trabajo y capacitación de jóvenes. Es una experiencia única en el país: un sindicato industrial que se organiza y lucha en común con el movimiento de desocupados.
7. A pesar de estas enormes tareas la conclusión central de los trabajadores de Zanon y Brukman, como lo expresó en el programa radial Mate Amargo el dirigente ceramista Julio Araneda, es que “por más que ande bien nuestro control obrero no nos podemos salvar solos cuando el 50 % de la población esta por debajo de los índices de pobreza y la mayoría de los trabajadores desempleados”, lo que muestra una alta conciencia de clase. Por ello luchan por coordinadoras regionales y un Congreso Nacional unitario convocado por las asambleas, los piqueteros y las fábricas tomadas.
8. Que esto no son sólo palabras lo demuestra la participación de los obreros y obreras de Brukman, Zanon y Clínica Junín en los piquetes contra la policía en Lavalán, en los cortes de vías de los ferroviarios, en los lazos de solidaridad hacia las cooperativas incluyendo la creación de un Fondo de Huelga común, así como en los puntos que siguen.
9. Organizaron dos Encuentros Nacionales de Fábricas Ocupadas con un número creciente de empresas participantes bajo gestión obrera: en el segundo estuvieron Cínica Junín de Córdoba, Cristalería Cuyo y Supermercado Tigre de Rosario, Frigorífico Fricader de Río Negro, y compañeros de las cooperativas obreras El Aguante, Chilavert, La Baskonia, Ghelco y otras, con la participación de sectores combativos del movimiento obrero, estudiantes y 40 asambleas populares.
10. En Neuquén funciona la Coordinadora del Alto Valle, que reúne a las cuatro plantas cerámicas, a los desocupados del MTD y los otros movimientos piqueteros, a seccionales docentes opositoras a la conducción de Aten, a la agrupación dirigente de la Rama Salud de ATE, a las agrupaciones antiburocráticas de la UOCRA, al Sindicato de Televisión y a la enorme mayoría del activismo obrero y estudiantil y los partidos de izquierda, lo que la ha constituido en un polo de agrupamiento y potencial alternativa de dirección a la conducción oficial de los sindicatos y centrales regionales. En la Capital, Brukman impulsa una Mesa por una Coordinadora para buscar especialmente una alianza permanente con las asambleas vecinales.
11. Quizá como punto culminante, con un pequeño apoyo de la izquierda, los trabajadores y trabajadoras de Brukman, Zanon y otras empresas ocupadas y luchadores escriben, diagraman, editan, financian y distribuyen su propio órgano de prensa, el periódico Nuestra Lucha que ya sacó 5 números de miles de ejemplares y se ha transformado en un vocero de las empresas ocupadas bajo los ya popularizados lemas: “tocan a una y nos tocan a todos” y “empresa que cierra, ocuparla y ponerla a producir”.
Usualmente se pone como ejemplo la vanguardia obrera de los años 70 como uno de los hitos más avanzados que ha dado el movimiento obrero revolucionario en Argentina. Si comparamos esta nueva corriente de militancia obrera con el clasismo, surgen sin duda muchas diferencias y desigualdades. La formación de los sindicatos clasistas como el Sitrac-Sitram en Córdoba o la UOM de Villa Constitución fue la culminación de toda una larga experiencia de la vanguardia obrera que va desde la “resistencia peronista” que tenía en el centro a las comisiones internas de fábrica, luego desbordando al nacionalismo burgués por el influjo de la revolución cubana que planteaba el horizonte del socialismo, hasta protagonizar las grandes seminsurrecciones como el Cordobazo y el Rosariazo con barricadas y enfrentamientos con la policía y el ejército. Esta nueva vanguardia obrera ni ha sido parte de insurrecciones (tal es el principal límite de las jornadas de diciembre) ni tiene una conciencia política clasista, e incluso “socialista” como la de los 70, producto de más de dos décadas de ofensiva neoliberal, pérdida de conquistas y organizaciones, incluyendo por supuesto el proceso de restauración capitalista en los estados obreros burocratizados. Pero a cambio, es producto de una crisis capitalista más profunda que la que se inició en el 68 y donde se mantenía el pleno empleo. Las tomas de empresa de los 70, salvo excepciones, no se ponían a producir, es decir no actuaban como un doble poder en el terreno de la producción ni se constituían, como ahora, en pequeñas escuelas de planificación. Este nuevo fenómeno de la subjetividad obrera es menos clasista y socialista desde el punto de vista de la conciencia política y la ideología, pero más clasista en el sentido de mostrar la capacidad de la clase trabajadora de organizar racionalmente la producción, como adelanto de nuevo un régimen social sin explotadores, como clase efectivamente portadora del socialismo.
Las perspectivas y las tareas de los revolucionarios

¿Qué relación se establece entre este nuevo fenómeno obrero y el conjunto de la clase trabajadora? ¿Puede este ejemplo orientar futuras luchas de los trabajadores que todavía esperan soluciones desde arriba, al sector de los obreros que votaría a Rodríguez Saá o a las franjas de estatales y docentes a Carrió?
Ayudar a establecer ese puente es una de las principales tareas de los revolucionarios.
Esto es una cuestión fundamental porque los tiempos de la subjetividad de sectores de la clase obrera no son coincidentes con los tiempos de las grandes experiencias de masas. Para pensar el problema volvamos al ejemplo del gran ensayo revolucionario de Argentina en los 70. Aquella vanguardia surgió cuando el conjunto de los trabajadores confiaban en Perón y fue dispersada antes que las masas peronistas protagonizaran el inicio de la ruptura con el PJ en el poder: la huelga general política del 75, el Rodrigazo, proceso que dio lugar a las coordinadoras interfabriles. El clasismo cordobés ya no podía ser alternativa de dirección política y Villa Constitución había sido derrotada.
Hoy el peronismo está lejos de ser lo que era, así como también muestra enormes debilidades la burocracia sindical comparada con aquella. Las posibilidades son mayores, es cuestión de tiempo.
La defensa de las empresas ocupadas, preservarlas de la derrota, creando la más amplia solidaridad en el pueblo contra los intentos de desalojo como los que nuevamente se ciernen sobre Zanon, especialmente en las clases medias y el movimiento estudiantil que rechazan los actos de represión estatal; ayudando a que se mantenga su organización, propagandizando a gran escala su ejemplo para que se extienda lo más posible, son las primeras tareas que pueden ayudar a que este sector llegue a ser parte las maniobras de masas y los choques de clase que estarán planteadas en el futuro. De allí también la propuesta de coordinadoras y un Congreso Nacional junto a las asambleas y piqueteros.
La táctica electoral del boicot a estas elecciones presidenciales en que el régimen intenta canalizar a las masas y adormecerlas para descargar más tarde sus golpes, si es levantada con fuerza por la vanguardia para interesar a grandes sectores de la población trabajadora e influirlos para que el próximo gobierno surja lo más debilitado posible, es otra de las tareas claves.
Y en especial, elevar a los más decididos compañeros y dirigentes que ha dado el período iniciado en diciembre a la tarea que no cumplieron los revolucionarios de los 70, construir un Partido de Trabajadores Revolucionario que prepare la victoria.
El PTS en este proceso

Nuestro partido, a diferencia del resto de la izquierda, estuvo desde el inicio comprometido con desarrollar el proceso de las tomas y puesta en producción de las fábricas que cierran los capitalistas. Aportamos ideas y dedicamos esfuerzo, pero fundamentalmente aprendimos porque somos parte orgánica de él. Apostamos al desarrollo de las fábricas bajo gestión obrera para que estas influyan sobre los trabajadores concentrados en la gran industria, las empresas de servicios, el transporte, porque estamos convencidos que la clase obrera es el sujeto social de la revolución.
Muchos compañeros dirigentes surgidos de las propias filas de esta vanguardia obrera está militando con nosotros y varios con tareas políticas dirigentes, entre las cuales está la de impulsar el llamado del PTS a todos los que reivindican la revolución obrera y socialista, entre ellos el PO y el MAS, a formar un partido de trabajadores revolucionario unificado.
Llamamos a los lectores y amigos de La Verdad Obrera no sólo a acompañar y apoyar este proceso sino a estudiarlo cuidadosamente, pues vemos en él un embrión para el surgimiento de un nuevo movimiento obrero revolucionario. Este significativo proceso de lucha y organización del cual el PTS forma parte, es un incentivo para ganar y educar a centenares de nuevos compañeros en una política marxista revolucionaria

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