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Los empresarios, la burocracia sindical y el gobierno

Quieren legitimar sueldos de hambre

2 de septiembre 2004



En el Consejo del Salario, Moyano y compañía no van a debatir cómo acabar con las leyes que legalizan la superexplotación y las jornadas de trabajo extenuantes, donde en ramas como textiles, alimentación o comercio se trabaja entre 11 o 12 horas diarias. Tampoco la dramática situación de los que están en negro, casi la mitad de la fuerza de trabajo, mucho menos la exigencia de puestos de trabajo genuinos para los desempleados. El Consejo está citado para legitimar la división entre ocupados, desocupados, precarios, efectivos, contratados y la miseria salarial existente, eso sí otorgando alguna "concesión", mínima, para "aumentar el consumo".
El temario está digitado de antemano (desocupados y "en negro" no entran en la agenda) y el gobierno "progresista" de K ya decidió que a lo sumo el mínimo -que hoy está en $350- debe rondar una suma entre $400 o $500.
La CGT se apresta a apoyar la iniciativa oficial pero para mostrar alguna diferencia y no quedar a la derecha de la CTA, presentó una propuesta de $730 similar a la esbozada por De Gennaro, aunque en forma escalonada. Ni la CGT ni la CTA aclararon cuáles deberían ser los plazos para que se cumpla tal exigencia y –mucho menos- las medidas de lucha para imponerla.

El "mínimo" que le conviene a la patronal
Se considera salario mínimo a la menor remuneración que recibe un trabajador para alimentarse, vestirse, educarse, disponer de una vivienda, cuidar su salud, viajar al menos hasta su empleo, recrearse. No lo dice el PTS, sino la Ley de Contrato de Trabajo1 que el gobierno y los patrones dicen respetar. Cualquiera sabe que ese mínimo cuesta mucho más de los $350 actuales y de lo que se va a terminar negociando. Pero al gobierno poco le importa y evidentemente sólo piensa en no molestar a los empresarios. La CGT y la CTA a lo sumo plantearon –como dijimos- un monto ($730) en función de la línea de pobreza, cuando ya existen informes como el del Centro de Estudios de la Situación y Perspectivas de la Argentina (UBA- Facultad de Ciencias Económicas) que sacaron a luz que el verdadero salario mínimo debería ser de $1.653 estimado para un trabajador casado con dos hijos. El gobierno, los patrones, la CGT y la CTA pretenden que la fuerza de trabajo, como cualquier mercancía, pueda ser vendida por debajo de su valor ya que el "mercado" se lo permite.
Es obvio que lo que está en juego en el Consejo es una suma irrisoria. Discutir $50 más o menos es una burla a los trabajadores cuando hasta los datos oficiales denuncian que el 40% de los ocupados (tomando el empleo en negro) gana menos de $350; otro 30% entre $351 y $640; configurando entre ambos sectores una realidad donde cerca del 40% de la fuerza de trabajo empleada está por debajo de la línea de pobreza.
Los burócratas se "olvidan" además que los patrones ya consiguieron su verdadero piso: los desocupados que cobran los Planes Jefas y Jefes deben aceptar empleos por $150 en las reparticiones públicas o por menos de $300 en las privadas. El "mínimo" que salga de este Consejo oficiará en realidad como "techo" para los nuevos trabajadores que consigan empleo, si es que tienen la "suerte" de entrar en blanco. Pero no es todo. Van a instaurar una cláusula especial para que el salario mínimo se discuta por separado del de convenio, con lo cual el monto final que se decida podría llegar a alcanzar a un reducido sector de 350 mil trabajadores.

Por salario y por trabajo

Nada bueno vendrá de los dirigentes sindicales que están sentados en el Consejo. Por algo se llegó al grado de miseria actual. Las últimas reuniones no parecen traer novedades en cuanto al accionar de esta "gente", salvo que quieran llamarse así a las peleas de aparato con las que llenaron las páginas de los diarios. Pero que la Sra. Rueda esté sentada o no en las reuniones del Consejo, poco puede importarle a un trabajador de base. Las rencillas entre ellos son por quién se queda con la "distinción" de haber negociado los aumentos. Mientras los traidores fijan el precio de nuestro trabajo, los trabajadores somos convidados de piedra. No podemos permitirlo.
Las luchas de la clase obrera van in crescendo pero aún son insuficientes y de conjunto no asistimos a un movimiento masivo por recuperar el trabajo y el salario. Pero no por eso ejemplos como el de Zapla o Caleta dejan de ser significativos. Porque se puede ganar y muestran en pequeño lo que podemos hacer los trabajadores si empezamos a confiar en nuestras propias fuerzas.
La gran tarea planteada es la de organizar la pelea por un salario equivalente al costo de la canasta familiar y el trabajo para todos, uniendo a ocupados y desocupados, en una gran paritaria nacional única con delegados revocables votados por asambleas de trabajadores. Para eso, hay que apoyar todos los conflictos e impulsar asambleas en los distintos establecimientos para poner estas demandas en el centro de la atención. Los trabajadores de base que integran los distintos sindicatos de la CGT y la CTA tienen que exigirle a sus dirigentes que si realmente no es demagogia la propuesta de $730 deben convocar inmediatamente a un plan de lucha para imponerlo.
Nosotros no tenemos expectativas en estos dirigentes por eso apoyamos todos los pasos que se den para construir una dirección alternativa. Para tal fin, venimos impulsando la formación de una Mesa Nacional de Organizaciones Obreras combativas que unifique a los sectores antiburocráticos y a los movimientos piqueteros opositores para plantear con más fuerza el objetivo de la lucha por el salario y el trabajo. La Comisión Provisoria de los mineros de Río Turbio, el Cuerpo de delegados del Subte, los ceramistas de Zanon han empezado a dar los primeros pasos en este sentido.

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1 Artículo 116 (Concepto) de la Ley de Contrato de Trabajo.

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