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¿Quién representa a los trabajadores?

13 de agosto 2004

Así como Castells representa a un pequeño sector de los desocupados, los dirigentes de la CGT tampoco representan al conjunto de los trabajadores. En primer lugar, porque la designación del triunvirato Moyano-Rueda-Lingieri se hizo mediante acuerdos de camarillas en una elección trucha, a espaldas de las bases de los gremios. En segundo lugar, porque tampoco representa los 8 millones de asalariados del país ya que el 45% de los trabajadores en negro no tiene posibilidad de estar afiliados. Por último, hay que decir que los únicos intereses que representan estos dirigentes son los suyos propios, usando los sindicatos para obtener prebendas a cambio de liquidar muchas conquistas obreras.
Precisamente, la caída en los niveles de sindicalización se explican por la expulsión de millones de trabajadores del sistema productivo y la enorme precarización laboral, pero fundamentalmente por el rol jugado por esta burocracia, quien de manera conciente se encargó de desarticular y fragmentar la fuerza del proletariado, debilitando al extremo la identificación de intereses comunes entre trabajadores ocupados, desocupados y precarizados, transformando a los sindicatos en organizaciones cada vez más ajenas -y muchas veces hostiles- a los trabajadores, sobre todo para las nuevas generaciones de jóvenes.
Sin embargo, los sindicatos siguen siendo hoy una conquista de la clase obrera. Es sólo que, ante la imposibilidad de liquidarlos, la burguesía compró a sus dirigentes mediante privilegios y prebendas -como el manejo de las cajas de la obras sociales, la propiedad participada, etc.- y los transformó en una capa social que, parada por encima del conjunto la clase obrera, de la cual proviene, tiene intereses propios; para mantenerlos, se convirtieron en custodios de la “paz social” y un freno para la lucha independiente de los trabajadores, al mismo tiempo que con la ayuda del estado, sus leyes y estatutos, suprimen la democracia sindical.
Pero a pesar de esta loza burocrática, la importancia de los sindicatos se mantiene puesto que aún agrupan una parte muy significativa de la clase obrera, sobre todo en las grandes industrias y servicios que concentran en sus manos el manejo de los principales resortes de la economía. La existencia de esta burocracia es el límite para poner toda esa fuerza en movimiento, pero también indica que la principal tarea de la clase trabajadora para mantener sus conquistas, unir sus filas y recuperar lo perdido, es expulsar a estos traidores de sus organizaciones, recuperar los sindicatos y transformarlos en instituciones obreras militantes verdaderamente representativas. Abrirlos a todos los sectores de la clase obrera, ocupados, desocupados y contratados, tendiendo a superar los límites de las luchas reivindicativas. Luchar por que sean independientes del estado y los partidos patronales y, que en perspectiva, ayuden a poner en pie nuevas organizaciones que expresen la alianza obrera y popular.
En este camino se inscribe la experiencia del Sindicato Ceramista de Neuquén. Pero también comienzan a haber síntomas alentadores en otros sectores de trabajadores como los mineros del Turbio que conquistaron su Comisión Provisoria o el cuerpo de delegados de Astillero Río Santiago. Es una tarea de primer orden rodear de solidaridad estas experiencias y pelear por su efectivo reconocimiento.
Los sindicatos, comisiones internas y cuerpos de delegados opositores a la burocracia como los Suteba del Gran Bs. As., el Sindicato ceramista de Neuquén, la seccional Haedo de la UF, etc., tienen por delante el desafío de reagruparse y reagrupar a la vanguardia para avanzar en este cometido.

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