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¿Qué hay detrás de la crisis de la convertibilidad?

20 de diciembre 2001

La mayoría de los analistas económicos coinciden en plantear que la economía argentina estaría "sobrevaluada". Sin embargo, todos ellos reducen esta cuestión a un problema puramente monetario. En realidad el problema de la moneda no hace más que expresar en forma candente la crisis estructural de la economía argentina. La creciente sobrevaluación del peso es un emergente de que el llamado ciclo de crecimiento de la década del 90 llegó a su fin.
Desde el punto de vista de la economía capitalista esto significa que la masa total de ganancia existente es insuficiente para permitir la rentabilidad del conjunto de capitales instalados. Normalmente, en la lógica general de los ciclos capitalistas, las crisis se resuelven a través de una destrucción de capitales con los consecuentes despidos de trabajadores y la concentración del capital que sobrevive, junto a un incremento de la explotación. Ahora bien, no estamos frente a una crisis cualquiera, de un fin de ciclo cualquiera, de un país cualquiera. Estamos hablando de la crisis de un país semicolonial como la Argentina luego de un ciclo de crecimiento muy particular como fue el de la década del 90.
Este "ciclo de crecimiento" no fue gratis. En primer lugar, sólo fue posible luego de un período de profunda recesión1 y gracias a la enorme devaluación del salario (hiperinflación de 1989). Este ciclo se abrió paso debido a la "estabilidad" lograda luego de la derrota de las luchas estatales que permitió la entrega de las riquezas nacionales y empresas públicas. Implicó el despido de miles de trabajadores, el avance de la flexibilización y la pérdida de muchas conquistas laborales. Sólo así pudo suceder el mentado "crecimiento" que significó una reprimarización y mayor extranjerización de la economía, así como una profunda subordinación al imperialismo, uno de cuyos síntomas más patentes es el crecimiento de la deuda externa y sus intereses.
Es evidente que la recesión en nuestro país está íntimamente relacionada con el fin de la venta de la mayor parte de los activos nacionales que durante la década del 90, actuaron atrayendo un alto flujo de capitales que aseguraba el funcionamiento de la convertibilidad. Más aún, tras la crisis económica mundial de 1997, los títulos del Estado norteamericano y el dólar se convirtieron en el lugar más seguro para la colocación de capitales, con la consecuente revalorización del dólar que dificultó aún más la ya baja competitividad argentina en el mercado mundial. Hoy, en el contexto de una profunda crisis económica mundial, signada por la recesión estadounidense2; así como por el estancamiento continuado de la economía japonesa y la débil situación de Europa, es impensable una salida "distinta" que concilie los intereses de la patronal y de los trabajadores. El ejemplo de los años 90 y la historia de nuestro país, en particular desde la década del 70, demuestra que para las "grandes crisis" el capitalismo sólo tiene para ofrecer "soluciones" también a lo grande, dramáticas para los explotados y oprimidos.
Tanto una devaluación como una deflación interna de precios, necesarias para aumentar la competitividad externa de la economía capitalista argentina, constituyen una vía para desvalorizar los salarios así como los activos de la economía o dicho esto último de otro modo, para concentrar capitales. Dolarización o devaluación son las dos "propuestas" de distintos sectores de la burguesía argentina para lograr lo que llaman una "depreciación" de la economía. Los capitalistas tienen planteado recuperar la "rentabilidad" lo que sólo podrán lograr afectando los intereses de los trabajadores y los sectores populares empobrecidos. De todos modos, está por verse, si en el marco de la crisis económica mundial lograrán salir de la recesión. Antes de comprobarlo, es inminente que la clase trabajadora levante una salida propia, a la enorme crisis en la que han hundido la economía argentina.

1 Este período se conoce en América Latina como la "década perdida" (los años 80)
2 EE.UU actuó como motor de la economía mundial durante la década pasada aún cuando esto le significó acumular enormes contradicciones.

La trampa de la devaluación

La devaluación, es defendida por el "grupo productivo" (la UIA, la Cámara de la Construcción, Confederaciones Rurales Argentinas, etc.) y el Fondo Monetario Internacional. Sus objetivos podrían resumirse en la búsqueda de una mejora de los precios relativos, que permitiría una mayor competitividad en el mercado mundial y a nivel del mercado interno, así como una importante depreciación de los salarios.
Es sabido que los dolarizadores, representados por personajes como Menem, la burguesía financiera, y los pulpos trasnacionales que se quedaron con todas las empresas del estado, no cuentan precisamente con la simpatía de los trabajadores. Pero, tras cuatro años de recesión, el discurso de los "productivistas" que cuenta con el guiño de la CGT de Daer y la CGT "disidente" de Moyano, podría parecer preferible ya que aparece propiciando un crecimiento de la economía que permitiría regenerar empleo.
En primer lugar y por regla general las devaluaciones implican una caída de los salarios medidos en dólares en momentos en que su nivel real está en un punto tan bajo como nunca se conoció antes. Además las tarifas están dolarizadas, y muchos de los componentes del salario social, así como los seguros de desempleo, los "planes trabajar", jubilaciones y pensiones -que se miden en pesos- caerían por debajo de la ya desastrosa situación actual. Para la clase media, endeudada en dólares, para el pequeño comerciante que no puede competir con las grandes cadenas de supermercados, para el chacarero inundado que tiene hipotecado el campo, sería una catástrofe social.
Toda devaluación implica un incremento en el valor relativo de los insumos importados, y de las tarifas dolarizadas, por ende (aún cuando es cierto que hay una gran deflación) la inflación sería un mecanismo necesario a través del cual los empresarios trasladarían el aumento de sus costos a los precios para poder compensar pérdidas.
Inevitablemente, los precios básicos tenderán a aumentar y el salario se mantendrá devaluado, lo que implicará un aumento de la carestía de la vida1. Sin embargo, ante la grave recesión y el terror a los despidos, muchos trabajadores pueden pensar que es mejor aceptar la caída salarial a quedarse sin trabajo. Pero aún esto es una ilusión.
Como dijimos, para enfrentar la crisis, la burguesía necesita no sólo devaluar el salario sino también achicar la cantidad de capitales existentes (permitiendo una nueva distribución de la ganancia hacia determinados sectores burgueses). Si los dolarizadores pretenden hacer esto de un solo golpe, en el caso de los devaluacionistas, un proceso de quiebras se sucedería probablemente como un proceso más extendido en el tiempo.
Nouriel Roubini2, un experto que alienta la devaluación plantea que: "(…) sólo una drástica depreciación reducirá el costo de los activos físicos y de capital en la medida necesaria para atraer inversiones. "La Argentina (…) como muchas otras economías emergentes que sufrieron crisis, necesita tener su moneda subvaluada durante un tiempo para volver a crecer. Por eso hace falta una gran depreciación real.""3. Es decir que los activos nacionales que están valuados en pesos perderán valor frente al dólar mientras que se encarecerán los precios de los insumos valuados en dólares. En estas condiciones, necesariamente, habrá sectores patronales que no tendrán otra salida que la quiebra. Mientras tanto, la caída en el valor de los activos posibilitará su recompra por sectores, internos o externos, dando pie a una mayor concentración del capital.
Por otra parte, con solo observar que el FMI está defendiendo -ya casi abiertamente- una devaluación, es suficiente para concluir que nada de "nacional" se encuentra tras esta "salida". Aún cuando la devaluación perjudique al capital financiero que tiene activos invertidos en el país, un incremento de las exportaciones permitiría conseguir divisas para poder seguir pagando a los acreedores externos.
Si se hace un análisis un poco más fino, los sectores burgueses que alientan la devaluación, son los mismos que lejos de defender el "patrimonio" y la producción "nacional", transfirieron su enorme dedua al estado durante la dictadura (gracias a Cavallo), en la década del 90 colaboraron con el menemismo para flexibilizar las condiciones laborales de los trabajadores, y todavía más, participaron como socios menores de los odiados grupos trasnacionales en las privatizaciones.

1 Hay que tener en cuenta que la brecha entre salarios y precios será muy significativa ya que con la alta desocupación actual, los capitalistas podrán presionar aún más por salarios a la baja.
2 Nouriel Roubini, quien se graduó de economista en 1982 en la Universit˜à Luigi Bocconi, es investigador asociado del National Bureau of Economic Research
3 Citado por Julio Nudler, en Página 12, 12/12.

Quiebres de empresas de un solo golpe
La variante dolarizadora

Las empresas privatizadas, la burguesía financiera y la Sociedad Rural, defienden la dolarización para tratar de evitar los peligros de una devaluación que les hiciera perder gran parte de las inversiones directas que realizaron en el país y el jugoso negocio de las tarifas en dólares.
La dolarización constituye la forma más directa e inmediata de lograr una desvalorización de activos ya sea en su variante de dolarización "a secas" donde la depreciación se alcanzaría mediante una deflación aún más profunda que la actual o en su variante de devaluar y dolarizar después. Implica de un solo golpe, una oleada de quiebres de empresas.
La dolarización "a secas" consiste en atar la política monetaria nacional a la de Estados Unidos. Esta política se enfrenta sin embargo al problema de la escasez de reservas para sostener el 1 a 11.
Además, dolarización mediante, se agravaría la falta de competitividad de los productos argentinos en el exterior por lo que sería inevitable una devaluación de los salarios. En este contexto, los dolarizadores discuten la implementación de una moneda adicional que sirviera sólo para el pago de salarios, moneda que evidentemente se devaluaría frente al dólar. Esto permitiría "resolver" a la vez la falta de reservas y la caída de la competitividad a costa del ingreso de los trabajadores2.
La segunda variante, la de devaluar y dolarizar, consistiría en que el reemplazo del peso por el dólar podría implementarse con diferentes paridades3. De este modo, si la dolarización se realizara con una devaluación previa, un sueldo de $ 600 podría transformarse en otro de US$ 500 o US$ 400, o mucho menos, según la tasa aplicada y en ese caso el poder adquisitivo sería menor, porque al menos los precios de los productos importados o que se puedan exportar tenderían a subir.

1 Clarín señala que "(…) de los $ 9934 millones en efectivo disponibles en el mercado al 6 de diciembre, el Banco Central podría canjear más de 5000 millones por dólares" con lo cual no podrían afrontar el canje de los 4000 millones restantes a menos que apelaran a los encajes de los bancos.) 16/12.
2 Técnicamente ya están pensando que los 4000 millones de dólares faltantes de las reservas podrían no ser cambiados ya que "(…) serviría como medio de pago para transacciones menores.". Clarín 16/12.
3 Algunos analistas hablan de una relación 1,20 a 1, otros de 1,40 y están los que ya anuncian una relación de más de 2 a 1.

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