El paro del 20N coincidió con el fin de la conciliación obligatoria por la discusión del reclamo del 85% por zona. El paro fue importante teniendo en cuenta que una vez que se detiene el trabajo en los yacimientos no es algo que se pueda reiniciar en 12 o 24 horas, dependiendo del sector estamos hablando de semanas para alcanzar los niveles anteriores, sólo se afecto la producción de crudo, no de gas. El paro levantaba consignas sentidas como el tema del impuesto al salario, asignaciones familiares, jubilación, el aumento de la zona.

El 21 terminó la tercera conciliación obligatoria por el tema de la discusión de la zona, el 22 Pereyra regresó a Neuquén y convocó a asamblea extraordinaria. En la Vuelta de Obligado se pararon nuevamente los yacimientos (con guardias mínimas) para que la gente concurra, todos se enteraron de la convocatoria a medida que la camioneta que los pasa a buscar los iba anoticiando. Pereyra dio la noticia de que se había logrado la zona sólo para los obreros de Buta Ranquil y Rincón de los Sauces, y que iban a seguir peleando por la zona para todos los afiliados. Recibió un abucheo generalizado. Anunció medidas de fuerza para la semana que viene, pero los abucheos no paraban y un obrero se subió al escenario, tomó el micrófono y le dijo que “jugaba a la cagona”. Ahí Pereyra anunció un paro a partir de ese día hasta las 20 hs. del día siguiente. Cuando al otro día volvimos a trabajar, el yacimiento estaba desierto, todas las bombas y baterías paralizadas.

Al cierre de esta edición, Pereyra decidió suspender las medidas de fuerza planeadas para esta semana, a la espera de un laudo del ministerio de Trabajo, por el reclamo del 85% de zona. La fuerza de los petroleros da para mucho más, pero hace falta una política independiente de los gobiernos y las patronales, que una los reclamos con los de la comunidad y plantee la renacionalización de todo el petróleo y el gas bajo control obrero.

Corresponsal