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Derechos Humanos

Patti sin banca, pero libre

26 de mayo 2006

Finalmente, Patti no será diputado. Se discutía si debía o no entrar, si la Constitución o la ley lo amparan, si es hábil o no moralmente. Efectivamente el debate puso en cuestión muchos de los hilos que sustentan a la llamada democracia.
Lo primero a desterrar es que a Patti se lo repudia por sus opiniones. No. Patti es un asesino y torturador –abundan pruebas– y eso no es opinión. Luego surge el interrogante que desmorona como un dominó toda la farsa: ¿cómo fue posible que Patti haya sido candidato a cuanto cargo quiso – incluso a gobernador– que haya sido intendente de Escobar, que mientras se debatía en el Congreso y se hacían grandilocuentes discursos en boca de noventistas aggiornados que erizaban la piel de muchos, Patti se subía a una tarima y agitaba un ejemplar de la Constitución en pleno Escobar?
Patti es producto de este régimen llamado democrático, sostenido por partidos, como el PJ, que sancionó los decretos de indulto a los genocidas y llevó en sus listas al torturador de Escobar permitiéndole llegar a la Cámara de diputados, o la UCR que con sus leyes de Obediencia Debida y Punto Final garantizó impunidad a los asesinos de la dictadura. Patti está tranquilo porque la maquinaria judicial que mantuvo presos hasta hace una semana a jóvenes que protestaron por viajar peor que el ganado en los trenes del Sarmiento, y que abandona a su suerte a obreros petroleros de Las Heras en cárceles de Santa Cruz, lo ha sobreseído por asesinar a Osvaldo Cambiasso y Eduardo Pereyra Rossi.
El régimen que salvó a los genocidas, hoy lava sus culpas expulsando a Patti. Kirchner y el PJ, que operaron para que Patti quedara afuera, este 25 fueron a la Plaza con personajes como Otacehé, intendente de Merlo, que tiene probadas acusaciones por perseguir a luchadores. El referente radical, Federico Storani, después de votar a favor de la Obediencia Debida dijo que había sentido náuseas. Como buen radical, hoy vuelve a votar en nombre de la Constitución y la democracia, para que Patti entre al parlamento.
En nombre de esos valores, que son los de la clase que gobierna el país y no los del pueblo y los trabajadores, peronistas y radicales volverán a apoyar cualquier medida represiva cuando lo crean necesario. Patti y todos los asesinos y represores de obreros y luchadores caídos en democracia que están libres, demuestran que la justicia burguesa busca a toda costa preservar a las fuerzas represivas. En ese sentido, la anulación de las leyes de impunidad ha sido más bien simbólica: un puñado de viejos milicos presos y la estructura de las FF.AA. intacta. Debemos imponer con la fuerza de la movilización, la cárcel para Patti, para todos los asesinos de ayer y los represores de hoy.

Prensa

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