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Informaciones Obreras

Para que no avancen contra los trabajadores

Paritaria nacional única

9 de febrero 2006

Los empresarios, el gobierno y la burocracia sindical continúan avanzando, firmando acuerdos y convenios colectivos de trabajo contra los trabajadores. Según el Ministerio de Trabajo se han homologado más de 500. El 70% se ha firmado por empresa, y el resto por rama o actividad.

En consonancia, en ninguno de los 500 casos el salario básico alcanza los valores de la canasta familiar, y no existe la mínima escala móvil de salarios que nos permita contener y limitar el ataque inflacionario. En cambio, para cualquier “incremento salarial” se implementan cláusulas de productividad enmascaradas bajo formas de “adicionales, cumplimiento de objetivos y gratificaciones extraordinarias”; una articulación que vienen imponiendo las empresas y el gobierno homologa.

En este sentido, poco o nada parece haber cambiado. Desde hace décadas, ambos -empresarios y gobiernos-, con la complicidad de la burocracia que anida en la CGT y CTA, vienen atacando las condiciones de trabajo en vías de una permanente ampliación de su ganancia. La denuncia política oficial sobre la década infame pasada son sólo palabras y maniobras de engaño. En estas negociaciones buscan una vez más extender y profundizar su control y dominio sobre los trabajadores, acentuando las normas de flexibilización y explotación impuestas en los ’90.

Los capitalistas están ganando lo mismo o más que aquellos días; y con muchísimos menos obreros. Han aumentado la productividad (el rendimiento del trabajo), en parte con nuevas tecnologías, pero fundamentalmente mediante mayores ritmos laborales. Esto, junto a la extensión interminable de la jornada de trabajo, les permite alcanzar unos niveles altísimos de explotación.

Vale, tan sólo contrastar el incremento salarial desde la devaluación hasta acá de los trabajadores en blanco, que ha crecido un 65% (que apenas cubre a un sector, quedando por fuera millones en negro, precarizados y de-socupados) con los índices de los alimentos que han aumentado un 110% (según el INDEC) junto al jolgorio exportador que están teniendo, para esbozar la magnitud de sus nuevos beneficios y nuestras viejas desgracias.

La línea de la patronal para estas paritarias es consolidar y profundizar lo que nos robaron en los ’90. Y más aun. Quieren aumentar las cuotas de explotación. Frente a la presión obrera, la burocracia, puede incluso llegar a firmar tibios aumentos salariales, pero a cambio de jornadas más flexibles, más vacaciones partidas, cláusulas de productividad, mayores ritmos, más inseguridad laboral... No podemos aceptar seguir perdiendo. La pelea de convenio no es sólo por salario. Es para reconquistar derechos y limitar esas condiciones de esclavitud moderna con las que nos somete el capital a diario.

El movimiento obrero debe recuperar el ocio y esparcimiento; el tiempo para la creatividad en otras actividades de la vida. La lucha por las 8 horas de trabajo, 8 horas de descanso y 8 horas de ocio con un salario mínimo igual a la canasta familiar, que se ajuste con la inflación, está vigente y es posible. Una de las luchas centrales en las paritarias además del salario debe ser por más tiempo libre y mejores condiciones de trabajo.

En estos marcos, la discusión de convenios colectivos no es una reunión amigable entre partes iguales. Se trata de una lucha entre capital y trabajo, y por lo tanto irreconciliable. Esencialmente política. De clase contra clase. Pretender encarar esta lucha de forma burocrática o corporativa, aislando de la participación directa a los trabajadores, separando empresas y gremios, sólo fortalece a la patronal y al gobierno, y nos hunde un poco más. La pelea es por unificar nuestras filas, bajo una paritaria nacional única. Y en cada lugar imponer delegados paritarios elegidos democráticamente, como proponen los gráficos de la ex Atlántida.

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