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Asambleas Populares:

Ocupar y coordinar

16 de octubre 2002

El camino de las tomas de predios y establecimientos ha sido una de las acciones más significativas emprendidas por las asambleas populares en los últimos tiempos. Apropiándose de hecho de distintos espacios físicos, inauguraron una metodología que cuestiona la “propiedad privada” y el derecho burgués. Se cuentan por decenas las tomas de establecimientos, instituciones bancarias abandonadas, terrenos, predios estatales y privados, etc., por parte de las asambleas de Capital Federal y el Gran Buenos Aires y a las que habría que agregar otro tanto en el interior.
Defensores del orden establecido y la “seguridad jurídica” de la propiedad capitalista como el diario gorila La Nación, atacaron desde sus páginas esta “modalidad” –incluyendo desde luego, a los obreros que ocupan las fábricas-, y alertan al Estado para que de una vez por todas ponga fin a estos “atropellos” que sientan un peligroso antecedente y un potencial peligro contra la “legalidad jurídica” de los grandes expropiadores.
El Jefe de Gobierno de Buenos Aires, Ibarra hace caso a la recomendación de estos gorilas. Con un discurso “progresista”, pretende despojar la iniciativa a la acción directa de los asambleístas, para ponerla bajo la férula institucional del gobierno y los CGP. Así pues Ibarra sólo permite la ocupación de los predios fiscales poco “rentables” a cambio de subordinar las iniciativas de los asambleístas a los dictados del gobierno de la ciudad, llegando incluso a exigirles que presenten balances de las actividades con el objetivo de transformarlas en apéndices de los programas “sociales y culturales” de la ciudad.
Una campaña contra los asambleístas a la que hay que sumarle los ataques directos, intimidaciones y amenazas por parte de las fuerzas represivas, judiciales y punteros de los partidos del viejo régimen.
La represión, los amedrentamientos y los intentos de cooptación institucional buscan romper los lazos que comienzan a surgir entre los asambleístas, los piqueteros y las fábricas ocupadas. Es necesario estrechar aún más estos lazos en una poderosa alianza que no debe ser sólo circunstancial ante cada conflicto, sino permanente y efectiva, en organizaciones comunes, en cada región. Frente a la “legalidad” de los verdaderos expropiadores se levanta la legitimidad de los asambleístas que comienzan a tomar en sus manos la resolución de los problemas.
Al grito de “Si tocan a uno tocan a todos”, debe profundizarse y extenderse este camino de ocupación y coordinación.

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