El cantito expresó el espíritu del encuentro; más de veinte secundarios de Capital se juntaron con los gráficos de Donnelley, PrintPack, la Comisión de Mujeres y los hijos de varios trabajadores y trabajadoras en el local de Pacheco a confraternizar, intercambiar experiencias de lucha y debatir de cara a un 2014 que se anuncia con perspectivas de luchas. El encuentro se fue gestando en medio de las intensas luchas políticas de final de año, en medio de las movilizaciones y cortes que realizamos por la libertad de los petroleros de Las Heras.

La jornada comenzó con la preparación de un asado para las más de 50 personas que se dieron cita (se acercaron también trabajadores de Stani, Pepsico, jóvenes de San Miguel y Pilar). Surgieron las primeras anécdotas, contando como cada uno se acercó a la militancia sindical, política, o revolucionaria y las diferentes presiones de la vida cotidiana. Y también de un año cargado de peleas sindicales y políticas por parte de los gráficos: la pelea por la efectivización de los contratados, la conformación de la comisión de riesgo de trabajo, las paritarias, la pelea contra la Repro, el apoyo a los conflictos de Lear y Kromberg y las peleas políticas por la jornada del 20 de diciembre, para que exprese el repudio a los motines policiales y la tarea urgente de exigir la absolución de los petroleros. Los secundarios contaron sobre las tomas de colegios en Capital, cómo ellos pelean por la unidad con los trabajadores, la importancia del movimiento estudiantil para el movimiento obrero y la historia que llevó a cruzarnos en la lucha.

Ya en la charla de apertura se desarrolló un debate alrededor de la necesidad de unir dos fuerzas poderosas: las de obreros y estudiantes. En medio del giro a derecha de los K, cuando lo único que ofrece el “progresismo” es la resignación ante la miseria de lo posible, la reunión discutió retomar las mejores tradiciones de la lucha obrero-estudiantil, aquella que expresaron en Japón los estudiantes de la Zengakuren (Federación Estudiantil) y los mineros que pusieron en jaque el pacto de seguridad mutua con EEUU en 1958, o la de los obreros y estudiantes en el Mayo Francés (1968) y el Cordobazo (1969).

Eduardo Ayala, dirigente del PTS y ex delegado que dejó su cargo en la Comisión Interna en las recientes elecciones para que se realice una importante rotación interna, destacó el rol del partido para que cada lucha no parta de cero. En tal sentido reflejó cómo en cada una de las batallas el PTS lucha por elevar la conciencia de los explotados.

El debate tomó nota del proceso de ruptura de franjas del movimiento obrero con el gobierno, y cómo ésto se expresó en las elecciones legislativas donde el FIT realizó una elección histórica. Esto nos pone como gran desafío la pelea por recuperar los sindicatos para ponerlos al servicio de la lucha en medio de los preparativos a derecha que hacen el gobierno y la burguesía, ascenso de Milani, elementos de un partido policial, la condena a perpetua a los petroleros, etc.

En un gran clima de unidad, las compañeras de la Comisión de Mujeres de Donnelley contaron cómo se fue conformando la comisión y el cambio que implicó en sus vidas; expresaron las luchas que dan en todos los ámbitos, desde el trabajo hasta el hogar. Incluso no faltó el momento particular de las compañeras mujeres, teniendo un intercambio entre ellas de experiencias y peleas cotidianas para enfrentar este sistema patriarcal.

En este sentido, los secundarios se comprometieron a seguir apoyando la lucha de los trabajadores, pero dando un paso más, ratificando la tarea del momento, se propusieron aportar en el desafío de arrancarle a la burocracia el sindicato gráfico. Juntos sellamos con palabras y acciones en común dar todo de nosotros por la absolución a los petroleros de Las Heras.

La pileta que preparamos desde la mañana le fue ganando el lugar al debate y se llenó de trabajadores, jóvenes y niños. No faltaron el fútbol ni las fotos de ocasión.

Este paso que damos es de suma importancia. Son pocos los ejemplos donde los estudiantes no sólo pelean junto a los trabajadores, sino que se unen en circunstancias sociales para hablar más distendidos, conocerse, entender las vidas diferentes que lleva cada uno, y afianzar aún más ese grito con fuerza “que cagazo/ obreros y estudiantes/ como en el Cordobazo”.