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Internacional

Nueva escalada en Afganistán

En su discurso del martes 1/12, frente a los cadetes de la academia militar West Point, el presidente Barack Obama confirmó el envío de 30.000 soldados más a Afganistán. De esta forma Obama responde a las exigencias del Pentágono, especialmente del general estadounidense Stanley McChrystal a cargo de la misión en Afganistán, que había solicitado 40.000 soldados como parte de un cambio en la estrategia militar, cuyo eje es combatir y derrotar a la resistencia afgana contra la ocupación yanqui y el gobierno de Hamid Karzai.

Celeste Murillo

10 de diciembre 2009

En su discurso del martes 1/12, frente a los cadetes de la academia militar West Point, el presidente Barack Obama confirmó el envío de 30.000 soldados más a Afganistán. De esta forma Obama responde a las exigencias del Pentágono, especialmente del general estadounidense Stanley McChrystal a cargo de la misión en Afganistán, que había solicitado 40.000 soldados como parte de un cambio en la estrategia militar, cuyo eje es combatir y derrotar a la resistencia afgana contra la ocupación yanqui y el gobierno de Hamid Karzai. Con este nuevo aumento, las tropas estadounidenses sumarían casi 100.000 efectivos, además de los casi 40.000 soldados de varios países integrantes de la OTAN. Obama, el “presidente en guerra”, ganó nada menos que el Premio Nobel de la Paz, que le será entregado el 10 de diciembre.

En su discurso, Obama insistió en el argumento de la “necesidad” de mantener la ocupación imperialista de Afganistán, contraponiéndola con la “innecesaria y costosa” guerra de Irak, para acabar con el talibán y resguardar así la seguridad de EE.UU. Obama declaró de “interés nacional vital” este aumento de tropas, que seguirá sumando gastos al ya abultado gasto militar que se alimenta de la hipoteca del pueblo pobre y trabajador de Estados Unidos.

Con este discurso, Obama intentó persuadir a la cada vez más grande porción de estadounidenses que se opone a la guerra en Afganistán, y también a varios demócratas que ya empiezan a diferenciarse de Obama por temor a ser castigados por la población en las próximas elecciones de medio término de 2010, tanto por la política guerrerista del gobierno como por la tasa de desempleo que ya superó el 10%. Como si ayudara a pasar el trago amargo del envío de 30.000 soldados más, Obama afirmó que esta era la “estrategia de salida” responsable que comenzaría con el retiro gradual de tropas en 2011. Como si faltaran razones para confirmar la continuidad entre el gobierno con de George W. Bush, que inició las guerras de Afganistán e Irak en 2001 y 2003 respectivamente, Obama anunció que está dispuesto a “terminar el trabajo” iniciado por el gobierno republicano.

Desde que asumió el gobierno, Obama y su gabinete sólo han escalado la intervención militar de EE.UU. en Medio Oriente, tras una “nueva estrategia” basada en el incremento de tropas. A esto el gobierno demócrata le sumó “su propia guerra”, extendiendo el conflicto afgano a la frontera con Pakistán, bautizada como conflicto Af-Pak. A pesar de su anuncio del esperado retiro de tropas de Irak, la realidad es que la cantidad de soldados norteamericanos y la intervención militar de EE.UU. sólo han aumentado.

El “cambio” de Obama no es otra cosa que la reconcentración de tropas en Afganistán, con el objetivo de entrenar las fuerzas de seguridad, ayudar a formar un Ejército y Policía afganos, que ayuden a pensar una “transición responsable” del poder a los afganos… Cualquier similitud con Irak no es coincidencia.

El Ejército que lidera Obama enfrenta hoy una creciente resistencia contra la ocupación imperialista, a lo que se le sumó la crisis política del gobierno afgano luego de las elecciones fraudulentas del 20/8 que EE.UU. terminó reconociendo. En su discurso de West Point, Obama reconoció que “aunque marcada por el fraude, la elección resultó en un gobierno que es consistente con las leyes y la constitución de Afganistán”.

Con este anuncio el gobierno de Obama no deja lugar a dudas sobre su objetivo de intentar recomponer el dominio estadounidense, duramente cuestionado por los 8 años de política unilateral y guerrerista de Bush. Lejos de las expectativas de cambio de quienes lo votaron, Obama aparece cada vez más como el garante de la continuidad de la agenda imperialista y la imposición de sus intereses nacionales sobre los pueblos oprimidos del mundo. El enorme trago amargo que está provocando la política guerrerista de Obama, plantea importantes lecciones para los millones que se movilizaron contra la guerra y la ocupación imperialista en Irak y Afganistán, que hoy continúa el gobierno demócrata. Sólo la alianza con los pueblos oprimidos, empezando por Irak y Afganistán y todo Medio Oriente, podrá frenar el guerrerismo imperialista que aunque cambia de rostro no cambia sus objetivos.

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