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Informaciones Obreras

Nos preparamos para un futuro ascenso obrero

14 de diciembre 2006

LVO: Una primera discusión muy importante que se dio en la Conferencia fue sobre las perspectivas de intervención de la clase obrera en los futuros ascensos revolucionarios en nuestro país, partiendo de profundizar el documento de convocatoria...
Raúl Godoy: Desde la apertura de la Conferencia debatimos con la visión de aquellos que piensan que esta situación de crecimiento económico y luchas reivindicativas parciales será eterna. Quienes sostienen esto no toman en cuenta que el imperialismo en general, y el norteamericano en particular, está sufriendo un enorme fracaso político-militar en Irak, en Medio Oriente (Líbano y Palestina) y aún en Afganistán. Desde el punto de vista económico, hay una discusión profunda entre los mismos economistas burgueses que consideran que el crecimiento actual de la economía mundial se está desacelerando y los desequilibrios de hoy se pueden transformar en una recesión generalizada, sin descartar un crack financiero.
La economía argentina, cada vez más integrada a la economía internacional esencialmente como exportadora de productos primarios, de ninguna manera ha conseguido un “milagro” que la mantenga alejada de estas tendencias políticas y económicas. Como marxistas revolucionarios, realistas, discutimos cómo participar en las luchas reivindicativas y de organización actuales preparándonos para las inevitables crisis. Las visiones sindicalistas como las que defienden muchos de los que están en el MIC, serán incapaces de dar una respuesta a la altura de las circunstancias.
En el documento de convocatoria hay un párrafo que dice: “De conjunto, la perspectiva más general de la lucha de clases es que, en los próximos ascensos (ya sea por nuevas crisis económicas, o por generalización de reclamos al gobierno), la recomposición social de la clase obrera, la gimnasia "de masas" que están realizando amplios sectores en las luchas económicas, el surgimiento de nuevos delegados, la existencia de sectores de vanguardia (viejos y nuevos) y el desprestigio de la burocracia sindical, hacen no sólo posible sino probable un auge obrero. Esto significa que si se debilita cualitativamente el gobierno y crecen las luchas, es probable que los procesos huelguísticos tiendan a extenderse y generalizarse otorgando un creciente protagonismo a la clase obrera, con reclamos ya no meramente económicos (a las patronales) sino directamente políticos (contra el gobierno), junto a procesos de lucha de otros sectores (reclamos por reivindicaciones parciales de pueblos enteros como el de Gualeguaychú o de Rosario, del movimiento estudiantil, de sectores del campo, etc.)”. En el documento está aclarado que esta perspectiva general no es lo que vemos más probable en lo inmediato, sino que depende de futuros saltos en la situación política y económica nacional e internacional.

LVO: ¿Hay ejemplos de esa tendencia?
RG: Un ejemplo reciente fue el de la Comuna de Oaxaca, donde el actor fundamental del levantamiento popular fue la larga y dura huelga por tiempo indeterminado de los 70.000 maestros, es decir, un sector de la clase obrera, en un estado del sur de México con fuerte peso campesino e indígena. Si lo comparamos con el proceso que se dio en Chiapas, un estado limítrofe con Oaxaca, que dio origen al zapatismo en la década pasada, se ven claramente las diferencias en el aspecto urbano de la lucha y en el protagonismo decisivo de un sector de la clase trabajadora.

LVO: Se discutió también en comparación con el 2001...
Carlos Artacho: Sí. Creemos que los próximos procesos decisivos de la lucha de clases pueden ser diferentes, y probablemente más agudos que el que vivimos en el 2001-2002, donde los desocupados venían de un fuerte proceso de luchas y organización (desde los levantamientos del ’96 y ’97 en Cutral Co, Tartagal, etc.), sectores de las clases medias fueron protagonistas de los cacerolazos y un sector minoritario de la clase obrera ocupada tomó las fábricas y las puso a producir. Pero el gran ausente de estos procesos fueron las grandes concentraciones obreras de la industria y los servicios, que no fueron protagonistas centrales por las traiciones de la burocracia sindical, el peso de la desocupación y las derrotas de los ’90.
Ahora no sólo tenemos toda esa importante experiencia de lucha acumulada por los sectores avanzados, sino que el mismo ciclo económico capitalista está generando un crecimiento del peso social de la clase obrera, con millones de nuevos asalariados tanto en Argentina como también en varios países de Latinoamérica (ver aparte, N d R), donde nuevos sectores y jóvenes trabajadores y trabajadoras hacen sus primeras experiencias de lucha.
Vemos que la tendencia es a luchas cada vez más urbanas en el subcontinente, en comparación a los ’90, y los gobiernos “progresistas” sudamericanos desviaron las tendencias a levantamientos obreros y populares, del 2000 al 2005, pero no los derrotaron. Las masas aún confían en esos gobiernos, pero sus aspiraciones, tarde o temprano, chocarán con los límites del “capitalismo andino” de Evo Morales o del “capitalismo en serio” de Kirchner.
Esto significa que el surgimiento de procesos inflacionarios, recesivos, o combinaciones de estos, obligarán a los trabajadores a emprender acciones generalizadas para defender incluso lo poco que hemos recuperado en este período. Nuestra principal conclusión es que el nuevo “mundo obrero” que se está desarrollando en Argentina anticipa que, frente a las próximas crisis, la lucha de clases -como dijo un compañero de una fábrica automotriz- volverá a contar con el protagonismo clave de la clase obrera ocupada que tuvo siempre en la historia argentina.

José Montes: Para hacerlo más gráfico, en los próximos levantamientos vemos posible que la clase obrera retome -por supuesto bajo nuevas formas- el protagonismo que supo tener en el Cordobazo y las luchas de los ’70, y que esto se combine con todas las lecciones que dejó el 2001 en relación con la organización y lucha de los desocupados, de los ahorristas, ahora de los ambientalistas, los estudiantes, etc.
No podemos olvidar que fue precisamente la falta de protagonismo de los sectores más concentrados de la clase obrera, y la inexistencia un partido revolucionario seriamente arraigado en este sector, lo que le permitió al régimen burgués, en especial el PJ, contener las tendencias más revolucionarias de la situación y sacar de la galera a los “pingüinos” que lo único que hicieron fue administrar el crecimiento económico basado en la devaluación.
En la Conferencia definimos que todo el trabajo que hacemos en el movimiento obrero, con paciencia, sufriendo persecuciones, despidos, ataques, pero logrando avances en la extensión y maduración, tiene como norte formar a nuevas camadas de dirigentes, cuadros y militantes marxistas revolucionarios que ayuden a forjar una vanguardia obrera no sólo combativa y clasista sino, en perspectiva, anticapitalista y socialista, para dar una alternativa de dirección revolucionaria en el futuro auge obrero y revolucionario. Aunque, como demostró la Conferencia hemos avanzado mucho en nuestra inserción en la clase trabajadora, lo que necesitamos es ganar peso decisivo en centenares de las principales fábricas y empresas para poder incidir en los acontecimientos y derrotar a la burocracia sindical y a todos los traidores, y superar a los vacilantes, para que la clase obrera pueda dar su salida acaudillando a los demás sectores explotados y oprimidos.


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