Los “progresistas” enarbolaron aquella consigna en miles de pancartas pero se olvidaron, a pesar de la insistencia de Santo Biasatti. Pasaron 10 años y la impunidad sigue regodeándose como dueña y señora. El conurbano bonaerense es un lugar difícil. Tierra de nadie, la llamó alguna vez Horacio Verbitsky. Tierra de poderosos, le replicó en otra oportunidad Hernán López Echagüe. Pasaron 10 años y las fronteras entre el delito y la policía se mantienen indistinguibles. En las afueras de La Plata, entre Los Hornos y La Cava, los demonios del poder siguen acechando, sobrevolando en el secuestro de López y el asesinato del joven Darián Barzábal, así como hace una década lo hicieron sobre el asesinato macabro de José Luis Cabezas. “No se olviden de Cabezas” fue el leit motiv que brotó desde el dolor y la legítima ansia de justicia que alimentó numerosas movilizaciones. Pero la impunidad de “la mejor policía del mundo” de Duhalde se prolongó hasta