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Breves

Mundo feliz

28 de septiembre 2006

Un dia de furia, lo bautizaron algunos. Fue la víspera del día de la primavera y no trajo precisamente flores. Los barrabravas de Claypole y Argentino de Quilmes se habían trenzado a golpes en el andén del ex ferrocarril Roca, mientras la policía agarró de prepo al maquinista del tren y se lo llevó a la comisaría de Lavallol. Con entera legitimidad, los trabajadores agrupados en el gremio de La Fraternidad pararon sus actividades exigiendo su inmediata libertad. Los patrones de Metropolitano ni siquiera se dignaron a informar a los usuarios el estado de la situación. El servicio es tan malo que los usuarios están resignados a que por lo menos dos veces por semana haya demoras significativas de hasta una hora. Día tras día, miles de trabajadores deben armarse de una paciencia extrema para poder llegar a destino. Pero habían pasado más de dos horas cuando recién se aventuraba un representante de la empresa para comunicar que el servicio estaba cancelado hasta nueva orden. El odio de los usuarios estalló y tres vagones de una formación que debía partir de Constitución ardieron bajo las llamaradas del fuego. “Estamos hartos, venimos todos los días a trabajar y viajamos amontonados peor que animales, esto algún día tenía que pasar”, gritaba a viva voz un albañil de 52 años, acompañado por decenas de personas que denunciaban las condiciones humillantes que deben soportar a diario.
La privatización llevó al colapso un servicio esencial para millones de personas. Ese deterioro se observa en elementos irrefutables. De 240.000 trabajadores ferroviarios apenas quedan 15.000, de 50.000 km. de vías en uso sólo permanecen en condiciones 7.000. Aproximadamente 900 localidades fueron transformados en pueblos fantasma y desde 2002 las frecuencias se redujeron hasta un 30%. Sin embargo, los concesionarios embolsan 31 millones de pesos mensuales sólo en concepto de subsidios para “mejorar la calidad del servicio”, sin las molestias de algún tipo de control, así como admite la Auditoría General de la Nación. Los días de furia no brotan de un repollo sino de la propia barbarie que genera la sociedad capitalista.

Prensa

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